Los autores aquí reunidos analizan algunos de los comportamientos institucionales que, en el terreno de la evaluación de procesos, afectan a un importante conjunto de actividades vinculadas con el presente y el futuro de la vida académica, cultural y científica. En el diseño de estrategias para adecuar las instituciones a las demandas de las nuevas realidades, la evaluación puede ser un pivote fundamental para el cambio. Sin embargo, hasta ahora se ha pensado que basta con dar a conocer los resultados, sin tomar en cuenta su manejo o su interpretación. Quizá haya llegado el momento de que una cultura de la evaluación dé paso a una cultura de la interpretación de sus resultados. Espacios como los sistemas educativos y los de ciencia y tecnología, las prácticas institucionales, las organizaciones, las prácticas científicas y las relaciones con los procesos de aprendizaje constituyen algunos de los posibles referentes desde los cuales la problemática de la evaluación y su resolución institucional puede ser abordada. En este volumen, Francisco Dávila enfoca la difícil tarea de buscar una salida al rezago en la calidad educativa; Ángel Díaz Barriga presenta un análisis de los criterios y procedimientos que utilizan los organismos evaluadores y acreditadores de los programas educativos; Eduardo Ibarra y Luis Porter examinan una de las experiencias de evaluación más polémicas, la evaluación del personal académico mediante los programas de pago al mérito; Teresa Pacheco aborda un recurso en el que tradicionalmente ha desencadenado la evaluación institucional de la actividad científica, la publicación; finalmente, Sandra Castañeda analiza los retos que enfrentan las pruebas a gran escala en el marco de una sociedad del conocimiento enfrentada al desarrollo de procesos cognitivos complejos.