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Entidades federativas: homogeneizar e innovar
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 348 [2009-12-03]
 

Tal vez, estimado lector, recuerde que hace más o menos medio año se reunieron por primera vez los titulares de todos los consejos estatales de ciencia y tecnología, el director del Conacyt y legisladores presidentes de las comisiones del sector. Es una reunión prevista en la ley sectorial y que se denomina Conferencia Nacional de Ciencia y Tecnología (CNCyT). En aquel entonces comenté que resultaba extraño que se dijera que era la primera reunión ordinaria de ese organismo, dado que comunicados anteriores daban cuenta de al menos tres ordinarias celebradas con anterioridad.

Ahora, en Morelia, Michoacán, el pasado 19 de noviembre se reunieron nuevamente todos los integrantes de la conferencia. Y, sí, dijeron que se trataba de la segunda reunión ordinaria. Es decir: en esta administración comenzó una nueva cuenta de las reuniones del organismo. Probablemente todo se debe a que apenas en este año todas las entidades federativas ya cuentan con su respectivo consejo estatal y ya se puede hablar, propiamente, de una estructura de representación.

En estricto sentido, no importa el número de encuentros que se han celebrado, lo más relevante es si la conferencia ha cumplido su función principal: una coordinación institucional entre el Conacyt y los titulares de los organismos estatales para fomentar la actividad científica y tecnológica en las entidades federativas, así como para definir políticas y programas. Ésa es la función que le asigna la ley y lo que cabría esperar.

Desafortunadamente, pese a que la conferencia es un organismo previsto desde hace siete años, según lo estipuló la Ley de Ciencia y Tecnología de 2002, apenas está en fase de arranque y quizá tratando de apegarse a la normatividad. Por lo pronto, ya cumplió con aglutinar a todos los representantes de los consejos estatales y de sesionar por lo menos cada seis meses. Falta su estructura de organización, el tipo de relación que sostiene con otros organismos (por ejemplo, la Rednacecyt), la puntualización de su agenda, el seguimiento de sus acuerdos y, por supuesto, sus avances.

En la primera reunión, el pasado junio, solamente se pronunciaron discursos y se anunciaron intenciones. Por ejemplo, el director del Conacyt destacó las exigencias de la normatividad para trabajar con excelencia, pertinencia y una mayor vinculación entre todos los actores involucrados. El coordinador ejecutivo de la CNCyT, por su parte, indicó que el principal reto era el establecimiento de políticas estratégicas de largo plazo, enfocarse en el desarrollo sustentable, fortalecer los sistemas estatales y mejorar el nivel de competitividad nacional. Los legisladores también acordaron que se debe crear una política de Estado para el sector, particularmente en lo que se refiere a niveles de inversión. Sin embargo, medio año después parece que, otra vez, solamente se cambiaron los lugares y algunos fragmentos de los discursos.

En la reciente reunión de Morelia, el director del Conacyt repitió, casi con idénticas palabras, la exigencia normativa de mayor calidad, la importancia de la vinculación y la innovación. Lo novedoso fue que planteó el reto de un mejor ejercicio de recursos financieros frente a la actual época de crisis, un llamado a los representantes estatales para “homologar los programas de ciencia y tecnología en estructura, orientación y prioridades” al programa sectorial 2007-2012 y la posibilidad de que la “innovación se convierta en el eje transversal de los problemas nacionales” (comunicado 71/09).

A su vez, el coordinador ejecutivo de la CNCyT, Manuel Martínez Fernández, también presidente de la Rednacecyt y director del consejo estatal de Morelos, reiteró la idea de una colaboración entre gobierno, empresarios y sociedad civil —el llamado modelo de la triple hélice— y la instauración de sistemas estatales y regionales de innovación. En esta ocasión no hubo discurso de los legisladores federales, sólo participaron legisladores locales. Aunque, debe precisarse, los legisladores, formalmente, no son miembros de la CNCyT.

La conferencia, aparte de su instauración formal, como se podrá apreciar, pocos avances puede reportar. Es posible que paulatinamente su desempeño sea mejor y que adquiera una mayor relevancia en el futuro próximo. Al menos vale la pena advertir que la redistribución de los recursos públicos en las negociaciones anuales está apuntando hacia las entidades federativas y se ha ensanchado profundamente el margen de maniobra de los gobernadores.

Claro, la ciencia y la tecnología no forma parte del interés ni de las prioridades de los gobiernos (estatal o federal). Pero no descartemos un beneficio adicional de la celebración de la conferencia en las entidades: los gobiernos han declarado “ciudad del conocimiento” a la sede de las reuniones. Sí, Morelia, Michoacán, no fue la excepción. ¡Ya tenemos seis ciudades del conocimiento y contando! Un logro en esta primera mitad de la actual administración.


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