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Posgrado: el silencioso efecto San Mateo
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 339 [2009-10-01]
 

No hay ninguna afectación a las becas de posgrado. Lo que se quiere es una política integral que estimule a los posgrados que han hecho mejor la tarea”. Ésta fue la respuesta del director del Conacyt, Juan Carlos Romero Hicks, a la pregunta de qué se hará para no afectar a los estudiantes de posgrado con la disminución en el monto de sus becas. O sea, como en su oportunidad lo comentamos, se confirma que entramos a una nueva fase de política para el posgrado, espoleada en buena medida por el actual déficit fiscal. Aunque no solamente.

Tal vez el lector recuerda que la convocatoria para becas de estudios de posgrado del pasado mes de agosto indica que en adelante el apoyo económico para los becarios estará en correspondencia con la clasificación del programa en el cual se inscriban. Las categorías del Padrón Nacional de Posgrado de Calidad. son: competente internacionalmente; consolidado; en desarrollo, y de reciente creación. En la escala de valoración del Conacyt, la primera categoría encabeza a los posgrados de mayor calidad y la última (los de reciente creación) a los que aspiran a serlo. También están los posgrados fuera del padrón —alrededor de 80 por ciento del total de programas que existen en el país—, se supone que ésos no son de calidad y, por tanto, no reciben los beneficios otorgados por el Conacyt.

El asunto es que ahora, a diferencia del pasado, los becarios aceptados en programas de competencia internacional recibirán alrededor de 22 por ciento más de lo que recibían anteriormente, los consolidados permanecen sin cambio, mientras que los estudiantes de posgrados en desarrollo y de reciente creación disminuirán en alrededor de 30 o 40 por ciento el monto de su beca. Es, en suma, una distribución de apoyos que refuerza a quienes ya gozan de los mayores beneficios y se los resta a quienes podrían necesitarlos más. Es el famoso “efecto San Mateo”, planteado por Robert K. Merton en el campo de la sociología de la ciencia, a propósito de un versículo atribuido a San Mateo: “porque a cualquiera que tiene, le será dado, y tendrá más; pero al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado”.

En su momento hicimos notar la importancia de la medida (Campus 333) y también la ubicamos en el conjunto de iniciativas que se han diseñado para el posgrado en las recientes dos décadas (Campus 337). Sin embargo, públicamente, por parte del Conacyt, no existió ninguna explicación al respecto, de modo que se podría pensar que era algo transitorio, motivado por la escasez de recursos financieros.

No obstante, la declaración de Juan Carlos Romero ante los legisladores, en el sentido de que el trato diferenciado es una política integral para estimular a los posgrados que han “hecho mejor la tarea”, confirma que la medida no es pasajera, aunque tal vez sí alentada por el actual déficit fiscal.

La explicación de Romero Hicks fue pronunciada en el contexto de la glosa del reciente Tercer Informe de Gobierno y ante la pregunta por la disminución de las becas, por parte del senador del PRD Francisco Javier Castellón, presidente de la Comisión de Ciencia y Tecnología del Senado de la República.

Lo notable es que fue una explicación sumamente parcial y escueta, sobre todo si se considera que dos semanas antes seis senadores del PRD —incluido el senador Castellón— habían presentado al pleno un punto de acuerdo para solicitarle al director del Conacyt “un informe detallado en el que se expliquen los criterios y razones que llevaron a la disminución de las becas” y para que realizara “las gestiones necesarias para que se mantenga el monto” que tenían las becas anteriormente (Gaceta del Senado No. 6, 10/09/09).

El punto de acuerdo se remitió a la Comisión de Ciencia y Tecnología para su estudio, pero la comparecencia del funcionario federal ante los legisladores era la oportunidad para aclarar todo lo correspondiente al programa de becas de posgrado y a otros temas relevantes. Pero no. No se cumplió el cometido de informar y aclarar la política científica y tecnológica en la reciente comparecencia, como lo indica la normatividad.

En torno de las becas, lo hemos comentado aquí, el gobierno mexicano ha tenido un programa de largo aliento y realmente benevolente. Pero también ha sido un programa desordenado, errático, opaco y cambiante según el director en turno y las contingencias fiscales. ¿Hoy es diferente? No lo parece.

Por una parte, en el programa sectorial de esta administración no se mencionó ninguna “política integral” que incluyera una diferenciación en el monto de las becas; solamente se dijo que se fortalecería el posgrado y se incrementaría el número de becas. Por otra, el nuevo tabulador de las becas, al menos cuando se anunció en la convocatoria, no estaba aprobado por el órgano de gobierno correspondiente; hoy tampoco se sabe. Es decir, ha sido una medida silenciosa, poco meditada y tomada sobre la marcha ante los apremios del déficit fiscal.


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