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El Comité de Bioética
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 328 [2009-07-09]
 

Mañana, en París, Francia, concluirá la sexta reunión del Comité Intergubernamental de Bioética (CIGB), el cual revisa la agenda y dos reportes del Comité Internacional de Bioética (CIB), uno sobre responsabilidad social y salud, y el otro sobre gobernanza internacional y clonación humana.

El CIB fue creado con el auspicio de Naciones Unidas hace más de 15 años, cuando adquirieron mayor notoriedad pública las implicaciones éticas y legales de la clonación y de otros avances de la experimentación genética. De hecho, el CIB es responsable de las bases de la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos formulados al final de la década pasada, donde se establece que la clonación humana con fines reproductivos es contraria a la dignidad humana. A pesar de que no es una discusión reciente, la controversia sobre estos temas persiste, por ello la importancia de la labor y estructura de este tipo de organismos.

El CIB está compuesto por 36 expertos, nombrados por el director general de la UNESCO. El nombramiento es por un periodo de cuatro años y usualmente la mayoría repite para un segundo periodo; el campo de conocimiento de los cuales provienen es variado, puesto que también son diversos los dilemas que se les plantean: filosóficos, biológicos, educativos, legales, comunicativos, etcétera. En el actual comité participan seis personas de América Latina y el Caribe: Venezuela, Perú, Chile, Bolivia, México y República Dominicana. En el caso de México, la representación es de Adolfo Martínez Palomo, profesor del Cinvestav. Por cierto, en este año cumple su segundo periodo en el CIB.

En realidad, los dos reportes del CIB y su agenda para los próximos dos años debieron ser discutidos el pasado mayo en México, fecha en la cual estaba programada una reunión del mismo comité. Sin embargo, el encuentro se suspendió por la contingencia provocada por la influenza en el país. No obstante, también, con anterioridad ya estaba en agenda la reunión del CIGB en París, así que este último no tuvo más remedio que sesionar sin que se hubiera reunido previamente el CIB.

Uno de los reportes, el de responsabilidad social y salud, lo trabaja el CIB desde hace por lo menos cuatro años. En buena medida por los graves problemas en el ámbito mundial que existen en este terreno y especialmente por la contradictorio de que en el siglo actual, debido a los beneficios derivados del avance científico (medicinas, terapias, instrumentos), se ha logrado incrementar la esperanza de vida en algunos países respecto de las generaciones anteriores, pero la dificultad es que “las condiciones de salud global están marcadas por inequidades debidas principalmente a la pobreza y a la falta de acceso a servicios de cuidado de la salud”.

Destacan las determinantes sociales asociadas al tema, así como sus dimensiones éticas y legales. Se anota, por ejemplo, que el contexto en el cual se vive determina la salud de las personas, por lo que es inapropiado culpar a los individuos por tener una salud precaria. Algunos factores, dice, son determinantes para la salud: el estatus social y el ingreso, el nivel educativo, el ambiente físico, la cultura, la herencia genética, los servicios de salud, etcétera.

También sugiere algunos tópicos a los cuales debería prestárseles mayor atención, como sería el cuidado de la salud, la industria, la educación o la investigación. En este último caso, señala la contribución que podría hacer la investigación en el campo de la salud y la necesidad de optimizarla, especialmente porque la mejora de la salud puede verse no solamente como una consecuencia del desarrollo de los países, sino también como un prerrequisito para alcanzarlo.

El otro reporte, sobre gobernanza internacional y clonación humana, es un documento más bien preliminar. El CIB lo comenzó a trabajar el año pasado y, principalmente, trata de valorar si los acuerdos hasta ahora alcanzados en el ámbito internacional siguen siendo instrumentos válidos de regulación o si deben re-examinarse a la luz de algún registro de cambio científico, social o político.

El mayor punto de tensión es si la distinción entre clonación terapéutica y clonación con fines reproductivos, como fue aceptada hace varios años en la declaración de Naciones Unidas, sigue siendo una definición válida o si habría que formular una nueva iniciativa.

La conclusión del CIB es que en los últimos tres años se han registrado algunos cambios en el desarrollo científico que podrían tener un impacto sobre el desarrollo futuro de la gobernanza internacional de la clonación. Y, un tanto de forma ambigua, sugiere que aunque podría ser prematuro para la comunidad internacional involucrarse ahora en la elaboración de nuevos instrumentos normativos, las cuestiones críticas al respecto no se pueden ignorar, e indica que es crucial y necesario un diálogo internacional. Así que, probablemente en breve, otra vez se reabrirá el debate sobre clonación.


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