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Ciencia y juventud con Obama
María Herlinda Suárez Zozaya
Campus Milenio Núm 306 [2009-01-29]
 

Es cierto que en Estados Unidos un grupo muy numeroso quedó decepcionado por el triunfo de Barack Obama. También lo es que, cuando menos hasta hoy, Obama, más que realidad, es mito. Por ello, es seguro que a medida que transcurra su mandato las frustraciones y decepciones aparecerán, porque los retos y promesas que ha tomado son enormes. Sin embargo, no por ello hay que dejar de reconocer que el país más poderoso del mundo eligió a un presidente carismático que prefiere sembrar esperanza que miedo y cuyas trayectorias vital y académica lo muestran humano e inteligente. Esto, en sí mismo, representa una coyuntura mundial y permite pensar que ahora la humanidad tendrá algo mejor que vivir en una pesadilla.

En el campo de la política de ciencia y tecnología y de educación superior, sin duda, habrá cambios importantes. El día de su toma de posesión, en una aparente crítica a la anterior administración y sus posiciones ante la investigación, Obama mencionó que volverá a situar a la ciencia en el lugar que le corresponde, que utilizará las maravillas de la tecnología y que transformará las escuelas y universidades para que respondan a las necesidades de la nueva era. De entrada, se percibe un cambio en el estilo de hacer política en Washington, pues durante la administración de George W. Bush el tema de la investigación y desarrollo en ciencia e innovación nunca apareció en agenda.

Es de notar que lo dicho revela que el ahora presidente tiene una posición claramente utilitaria respecto de la educación superior y la ciencia. Sin embargo, ha mencionado que está consciente de que su desarrollo no sólo requiere recursos abundantes, sino proteger los procesos investigativos e inquisitivos de la manipulación política e ideológica, pues deben mantenerse libres y abiertos.

Lo probable es que los recursos fluyan preferentemente hacia la investigación aplicada y el desarrollo tecnológico, pero no por ello se deje de lado la investigación básica. Recordemos que Obama es un admirador confeso de Roosevelt, quien, en su momento, articuló las políticas públicas en materia científica guiado por el famoso documento titulado Ciencia, la frontera infinita. Este texto, escrito por Vannevar Bush, entonces director de la Office of Scientific Research and Development (OSRD) de Estados Unidos, constituye uno de los mayores alegatos de la historia en defensa de la investigación básica.

Obama nombró al nobel de Física, Steven Chu como ministro de Energía y a John Holdren, profesor de ciencia medioambiental de la Universidad de Harvard, como director de la oficina en la Casa Blanca encargada de ciencia y tecnología. Estos nombramientos enfatizan el interés de Obama por invertir en el desarrollo de nuevas fuentes de energía y muestran que los temas ambientales tendrán prioridad. Además, las investigaciones relacionadas con la salud serán preferentes, pues el presidente se comprometió a elevar la calidad de la atención sanitaria y a rebajar sus costos. Sin duda, será en el campo de la investigación en materia de salud donde habrá avances espectaculares, debido a que desde los primeros días de su mandato Obama dio luz verde a los ensayos con células madre embrionarias, cambiando así los designios de los grupos antiabortistas que se negaban a permitir la obtención de nuevas líneas celulares.

Pero la prioridad número uno de los estadounidenses ha sido y es la economía. Por ello, la investigación en esta disciplina recibirá mucha atención y apoyo; de hecho, ya el nuevo presidente ha llamado a "la inteligencia" a presentar opciones para sentar nuevas bases de crecimiento. Por su parte, las disciplinas sociales y la ciencia política tendrán papeles destacados en cuanto a que la preocupación está puesta, sobre todo, en los problemas del empleo y de confianza entre el pueblo y su gobierno. También las ideas y proyectos relacionados con la diplomacia y las relaciones internacionales ocuparán un lugar predominante. Y, como el objetivo del bien común, el reconocimiento de la Historia y de los principios y valores han sido colocados otra vez en el terreno político, la convocatoria compete también a las humanidades.

En lo que se refiere a los cambios en las universidades, puede suponerse que la atención se pondrá en alentar y apoyar la vocación científica de los jóvenes y en promover el liderazgo en investigación. Asismismo, dado que Obama es un defensor y promotor del sueño americano implantará medidas y programas para apoyar el acceso a la educación superior de los jóvenes de bajos recursos. De hecho, uno de los logros más importantes del nuevo presidente de Estados Unidos es la esperanza y el optimismo que su candidatura despertó en la juventud, sobre todo en los afroamericanos e hispanos. No extraña que su electorado más fiel haya sido la juventud; la "generación Obama", como la ha llamado Robert Putnam, mostró que la confianza de y hacia los jóvenes permite salir de la pesadilla en la que ha estado inmersa la humanidad por muchos años, pues así se logra remontar las formas vigentes, pero ya obsoletas y caducas, de hacer política.


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