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El INEE en la encrucijada. Primera parte
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm 298 [2008-11-20]
 

El día de ayer, 19 de noviembre, se llevó a cabo la sesión ordinaria de la Junta Directiva del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). En ésta, además de los asuntos que normalmente se tratan en la reunión de cierre anual del órgano colegiado de gobierno del instituto, el director del mismo, licenciado Felipe Martínez Rizo, tenía previsto presentar su renuncia al cargo, como seguramente lo hizo. Las razones de Martínez Rizo para dar este paso, según lo comentado al staff directivo y a los integrantes del Consejo Técnico del INEE, tienen que ver, fundamentalmente, con dificultades de comunicación y operación con la Secretaría de Educación Pública (SEP).

El nombramiento del director general del INEE procede del titular del Ejecutivo federal, quien puede delegar esta atribución a la Junta Directiva del instituto, a través del secretario de Educación Pública. En la segunda modalidad, “dicha designación se hará mediante procedimientos de selección y de evaluación de méritos” (Estatuto Orgánico del INEE, arts. 33 y 34). Martínez Rizo ha sido el primero, y único hasta la fecha, director del INEE desde 2002. Fue seleccionado por la Junta Directiva entre varios candidatos, avalado por el presidente Vicente Fox Quesada y, posteriormente, ratificado por el presidente Felipe Calderón Hinojosa en 2006.

En su corto periodo de vida, la productividad del INEE sólo puede calificarse de extraordinaria. En siete años de operación ha generado más de doscientas publicaciones para dar cuenta de la problemática de la educación básica en México. La calidad de los estudios a cargo del instituto es ampliamente reconocida en el medio académico nacional y también entre los estudiosos del fenómeno educativo en el ámbito internacional.

Al INEE se deben, entre otros importantes trabajos, la administración para México del estudio denominado Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA), así como de la evaluación latinoamericana conocida como Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo (SERCE). No menos importantes, los Exámenes para la Calidad y el Logro Educativo (EXCALE), así como un número relevante de evaluaciones sobre el aprendizaje de los niños de preescolar y primaria, y de los jóvenes de educación secundaria. Recientemente el INEE inició una relación con la Subsecretaría de Educación Media Superior y el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval) para iniciar las evaluaciones de los estudiantes del bachillerato mexicano.

Además de los estudios y pruebas a cargo del instituto, el INEE ha desarrollado una cuidadosa labor de sistematización de la estadística general relativa a la educación básica en México. Los textos producidos al respecto, en la serie de Panorama Educativo de México, son una referencia de gran valor para la investigación educativa y también para la toma de decisiones en el sector.

Gracias a su sobresaliente y reconocida capacidad técnica, los resultados que produce y da a conocer el INEE se aprecian como un punto de vista objetivo sobre los problemas de la educación en México. Lo que no siempre ha sido cómodo, ni mucho menos, para los diversos actores involucrados en la gestión educativa: la Secretaría de Educación Pública, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y otros agentes del sector educativo público o privado en México.

El INEE fue concebido y ha operado como una instancia de evaluación educativa relativamente autónoma del gobierno. Aunque su presupuesto y control administrativo depende de la SEP, la orientación sustantiva de los estudios, así como la enunciación de juicios de valor sobre los resultados de las evaluaciones han dependido, hasta este momento, del propio instituto.

Con una visión crítica acerca de la problemática educativa mexicana, y también con una perspectiva bastante clara de los alcances y límites de la evaluación, el INEE no se ha dejado presionar ni por los intereses que reclaman la difusión de resultados escuela por escuela, ni por la conveniencia gubernamental de resaltar la cara positiva de las evaluaciones. No han sido pocas las declaraciones “incómodas” del titular del instituto en medios de opinión pública y es conocida su actitud honesta ante temas delicados, como, por ejemplo, sus críticas al SNTE en su pretendido papel de autoridad educativa e, incluso, sus críticas a varios de los programas “estrella” de la SEP.

El problema estructural es, probablemente, que el INEE no entra con facilidad en la ecuación política de la Alianza por la Calidad de la Educación, en la cual SEP y SNTE buscan abarcar el espacio completo de la gestión educativa, incluida la fun-ción de evaluación que ha venido, con eficacia y con autonomía, del instituto.

Con la renuncia de Martínez Rizo se abren varias alternativas y también se presentan indiscutibles riesgos. El mejor escenario es que se deje a la Junta de Gobierno gestionar el reemplazo con reglas claras y transparentes de concurso. El peor es dejar que actúe el interés político colocado en el vínculo SEP-SNTE. Ya veremos qué pasa, por lo pronto, conviene hacer notar que poner en peligro la autonomía del INEE sería uno de los mayores retrocesos de la política de evaluación educativa que se ha logrado construir en estos años.


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