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Por la superación académica en la UNAM
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 275 [2008-06-05]
 

La fuerza de la UNAM reside en la calidad de sus académicos. En ellos recae la realización de las tres funciones sustantivas. La universidad está empeñada en fortalecer académicamente a su personal y en auspiciar su compromiso para formar profesionistas y producir conocimientos. Los académicos son quienes vinculan la docencia a la investigación, escriben los reportes científicos, gestionan nuevos espacios de conocimiento, transfieren conocimientos para el desarrollo de la sociedad y orientan a la opinión pública. Renuevan el sentido de pertenencia a la institución y, en esa medida, generan identidad y cohesión en la comunidad universitaria, indispensable para la buena marcha institucional.

Hay un sinnúmero de cuestiones que la política rectoral necesita atender para contar con una comunidad académica más sólida. Sin duda, una primera cuestión tiene relación con mejorar las condiciones de trabajo y características de los profesores del bachillerato, por la importancia que se viene concediendo a este nivel de estudios, por un lado.

Por el otro, porque se ha reconocido que la educación que se imparte en el bachillerato es fundamental para la orientación profesional y para la formación del carácter y la personalidad de los alumnos. En este nivel de estudios hay que reforzar la capacidad docente, la imagen del profesor y la atención que dedica a los alumnos.

Pero también, es vital superar la calidad de los docentes para que los alumnos que llegan a la licenciatura por la vía del pase reglamentado tengan mejores condiciones académicas para hacer su carrera. Está en la mira de la universidad avanzar en la integración de los niveles de estudios que imparte.

La UNAM es una universidad de investigación. Por ello, es de primer orden apoyar al personal de carrera que se dedica o puede dedicarse a hacer investigación en las facultades. Todos los académicos de carrera deben volcar nuevos conocimientos en el cumplimiento de las tareas docentes.

Al mismo tiempo, la universidad puede aprovechar más los conocimientos prácticos y la capacidad profesional de los profesores de asignatura en beneficio de los alumnos. Y evaluar a quienes tienen más de veinte horas contratadas y, si procede, cambiarlos de figura.

Otro punto, en el que insistiré reiteradamente, es el de la necesidad de hacer una evaluación de la evaluación. La UNAM, desde la creación de la Dirección de Asuntos del Personal Académico (DGAPA), ha establecido distintos programas para formar, superar y actualizar a sus académicos. Los resultados han sido positivos. Por su concurso se han logrado avances muy relevantes para que profesores e investigadores tuvieran la oportunidad de hacer posgrados y obtener doctorados.

Hoy, en muchos sitios de la UNAM se exige posdoctorado para ingresar como profesor o investigador de carrera. El credencialismo ha estado vinculado más a la falta de plazas que al exceso en la oferta de doctores. La realidad ha ido más allá de lo que marca la ley en el caso del ingreso.

También, se ha ido más allá de la norma al imponer un sistema que impide reconocer que un académico debe dejar de ser evaluado a partir de un punto de su trayectoria. Cuando se alcanza el máximo nivel en la academia y se mantiene esa posición por un determinado tiempo, no se justifica seguir evaluando a los profesores e investigadores. Al final de su trayectoria, por vocación, es importante que se dediquen a formar nuevos cuadros académicos, al menos en los tiempos que corren, para que el envejecimiento no nos alcance desprevenidos.

La evaluación debería servir para orientar los programas institucionales de superación del cuerpo académico, en lugar de entorpecerla por la "productivitis". Es urgente que se retomen estudios, que hay bastantes y variados, y hacer análisis para ver cuáles han sido los impactos de los programas al desempeño.

Hay un mundo de asuntos y problemas que emergen para conducir los cambios en la UNAM, particularmente de aquellos que se refieren a la comunidad de profesores, investigadores y técnicos académicos. De ahí la importancia de los trabajos que realiza el Claustro Académico, encargado de proponer una reforma al Estatuto del Personal Académico. Para desahogar su objetivo necesita hacer un análisis del sistema de pago por méritos y de cómo se han modificado en la práctica los procesos de ingreso, promoción y definitividad.

El Claustro ha realizado hasta ahora una tarea enorme, con espíritu universitario y pluralidad. Desde mi punto de vista, habrá que colaborar con sus iniciativas, pues creo que llevará a nuestra casa de estudios a una transformación de fondo para adecuarla a lo que viene en el país. La nuestra es una de las instituciones que, sin duda, auxiliará a los mexicanos a transitar por la sociedad del riesgo.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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