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AMC y Conacyt
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 272 [2008-05-15]
 

La asociación civil de científicos más importante en México, la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), tiene un nuevo comité directivo. La semana anterior concluyó su período como presidente Juan Pedro Laclette, investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, y ahora comienza el de Rosaura Ruiz, directora de Desarrollo Institucional de la misma universidad.

El cambio en la AMC no es inesperado ni sorprendente. La normatividad de la asociación establece con claridad los procedimientos de su funcionamiento. Por una parte, como la mayoría de organizaciones gremiales, cuida la integración de nuevos miembros, los cuales pueden ingresar a propuesta de quienes ya pertenecen a la asociación. Por otra, los integrantes del comité directivo (presidente, vicepresidente, dos secretarios y un tesorero), duran en el cargo dos años y al término quien ocupaba la vicepresidencia pasa a ser presidente. De este modo, se anticipa la titularidad del período siguiente y se garantiza que la presidencia tenga un período previo de contacto con el órgano de decisión de la asociación. Así fue con Rosaura Ruiz y así será con Arturo Menchaca, investigador del Instituto de Física de la UNAM, quien ahora es vicepresidente y en dos años más será presidente.

Uno de los datos que desde hace dos años se destacó, anticipando el relevo de hoy de la AMC, es que por primera vez la presidencia de la asociación sería ocupada por una mujer. Es cierto, desde 1959, hace ya casi medio siglo, cuando se fundó lo que entonces se conoció como Academia de la Investigación Científica, la titularidad ha sido ocupada por destacados científicos, pero todos ellos hombres y particularmente de las áreas naturales y exactas.

No deja de tener importancia el dato de género, como también lo fue cuando asumió el cargo la primera gobernadora en el país, la primera rectora en una universidad pública, una curul en el Congreso o la dirigencia en los partidos políticos. En este caso no se trata de un cargo en la administración pública o una posición en los poderes del Estado, es la presidencia de la asociación civil que aglutina al mayor número de científicos en México.

Sin embargo, tal vez lo más importante, con independencia de quien ocupa la titularidad de la asociación, es el papel que desempeñará la AMC en los próximos dos años y el tipo de relación que sostendrá con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el organismo encargado de formular las políticas públicas en materia de ciencia y tecnología.

La AMC no solamente es una organización gremial que representa a científicos, también opera e impulsa diferentes programas, particularmente desde mediados de la década pasada. Los más destacados han sido las olimpiadas del conocimiento y las becas para jóvenes para el “Verano de la investigación”. Además, en el pasado, como en este mismo espacio lo hemos comentado, la AMC ha jugado un papel relevante en la puesta en marcha de líneas de política que han modificado el sistema científico y tecnológico. Así fue con el Sistema Nacional de Investigadores en 1984, después con el amplio programa de infraestructura, los programas de repatriación de investigadores o las modificaciones al marco normativo, por ejemplo.

No todo ha sido miel sobre hojuelas. También ha jugado un papel de oposición y crítica a las iniciativas del gobierno federal. Un perfil que trascendió públicamente al comienzo de esta década, con el cambio de régimen de gobierno y especialmente con ciertas iniciativas. Así fue con lo montos de inversión en el sector, con el diseño o no de una política nacional, con la gestión sectorial y, prácticamente desde 2003, con la operación de los incentivos fiscales para empresas.

En cualquiera de los casos, la AMC ha sido un interlocutor importante del gobierno federal —recuérdese al Consejo Consultivo, al Consejo General o el Foro Consultivo— y especialmente de Conacyt para la formulación de los programas sectoriales de cada administración.

Es difícil saber si un nuevo comité directivo en la AMC es lo que estaba esperando la actual administración del Conacyt para afinar los detalles del programa de ciencia y tecnología de este sexenio (¿o será cuatrienio?). Lo que es cierto es que el titular de Conacyt señaló que en las “próximas semanas podría darse a conocer el plan sectorial de la política científica” (La Jornada, 09/05/08).

Por lo pronto, hace más de un mes que el director de Conacyt anunció que propondría a la junta de gobierno nuevos nombramientos de sus funcionarios de primer nivel. Públicamente no se ha informado que la ratificación haya ocurrido, así que seguramente las posiciones siguen en el limbo. Por el contrario, el comité directivo de la AMC ya tomó posesión y la nueva presidenta de la AMC anunció que presentará un plan nacional de investigación en energía, además anunció que insistirá en los niveles de inversión en ciencia que marca la ley y en evaluar el programa de incentivos fiscales para las empresas. Entonces, ¿qué tipo de relación sostendrán ambos organismos?


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