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París, mayo de 1968
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm 271 [2008-05-08]
 

De todos los años del siglo XX, el de 1968 es el único que se conmemora como tal. No es menos cierto, sin embargo, que hace tiempo transita el camino que va del símbolo al ritual. La interpretación del y los sesentayochos ha sido plasmada en multitud de ensayos y estudios académicos, así como en distintos géneros literarios, en memorias y entrevistas, en documentales y exposiciones; más ahora que se cumplen cuarenta años de aquellas jornadas.

Las protestas de universitarios de varios países en aquel año, si bien tenían diversos precedentes y respondían a coyunturas nacionales más bien específicas, alcanzaron a proyectar la imagen de un movimiento generacional, de alcance internacional, con ideas de ruptura frente al orden establecido, con propuestas de transformación social a menudo envueltas en el lenguaje de la utopía y la crítica radical.

El sesentayocho hizo patente la inconformidad de la generación joven con las instituciones y los valores de entonces, con el mundo de la guerra fría, los restos del imperialismo, la burocracia soviética, el corporativismo político, las reformas autoritarias, la ausencia de democracia, la ausencia de libertad. Para aquella generación, la del baby-boom, la de expansión de una clase media moderna e ilustrada, los rígidos controles del Estado representaban, sencillamente, una camisa de fuerza sofocante. Sin excepción, todos esos movimientos fueron acremente reprimidos, algunos con saña fuera de toda proporción.

En 1968 los movimientos fueron derrotados, no puede decirse de otro modo. Y, sin embargo, por las puertas que abrieron pasarían, años más tarde, una izquierda renovada, los demócratas, los ecologistas, las organizaciones civiles, los defensores de derechos humanos y, en fin, toda una oleada de renovación de la cultura política del siglo XX.

También la libertad sexual, la equidad de género, la renovación de la universidad, la tolerancia, la lucha por la paz. El sesentayocho fue, al mismo tiempo, una fiesta y una tragedia. Esa combinación tiene una implicación dramática. Quizá por ella, el sesentayocho no se olvida.

En el marco del aniversario, del seseintayocho mexicano se ha escrito y se continuarán publicando textos en este suplemento a lo largo del año. Por ello, nos pareció interesante recordar otro seseintayocho, aquel del verano en Francia, el de las barricadas de París y la huelga general. Para comenzar y fijar un antecedente vale la pena reproducir una cita, más o menos rara, de Jean Francois Lyotard, a la sazón profesor de filosofía en la Universidad de Nanterre:

“El punto de partida de nuestra lucha en Nanterre ha sido el rechazo de la reforma Fouchet (noviembre de 1967) y la afirmación práctica del derecho de expresión político en la facultad (22 de marzo de 1968 en adelante). De ahora en adelante, la realidad social, y la función que en relación con ella cumple la universidad, serán objeto de una crítica y contestación permanentes. Tendremos que cambiar todo lo posible toda la institución universitaria y las funciones que la clase dirigente y las represiones más interiorizadas le hacen cumplir, con el objeto de hacer de ella un lugar en el que se elaboren los medios de comprensión crítica y de expresión de la realidad. La reapertura del 68 en Nanterre no será una vuelta a la normalidad; lo normal era la opresión cultural. No queremos ´hacer funcionar la facultad´ simplemente. ¿Para qué?, ¿con qué fines? Sino que deseamos criticar, reconstruir la institución, determinar la orientación que queremos darle a nuestro trabajo, poner a punto un programa de este trabajo y realizarlo”. Texto publicado en Esprit (núm. 373, agosto-septiembre/1968).

La citada “reforma Fouchet”, promovida en 1966 por el entonces ministro de Educación de Charles de Gaulle, Christian Fouchet, proponía enfrentar la “saturación” de las carreras de ciencias sociales y humanidades mediante la creación de carreras técnicas y el encauzamiento de la demanda hacia éstas.

Además se establecía la creación de los Institutos Universitarios Tecnológicos (IUT) y la implantación del denominado “primer ciclo” o ciclo corto. Aunque la reforma buscaba una alternativa a un problema real —en apenas diez años las universidades francesas aumentaron su población escolar de 200 mil a más de 500 mil alumnos—, las medidas fueron interpretadas básicamente como tecnocráticas. Desde el punto de vista de los estudiantes la solución a la “masificación” debería partir de un aumento del presupuesto gubernamental en apoyo a las universidades, antes que en la creación de nuevos tipos institucionales.

El movimiento 22 de marzo: la contrapropuesta de reforma universitaria

Aunque el trasfondo de las protestas era la reforma universitaria gaullista, el movimiento 22 de marzo, que incubaría la movilización estudiantil, se originó con la toma de la oficina del decano universitario (ese día) como protesta por la detención de un grupo de estudiantes del Comité Nacional de Vietnam. Las clases fueron suspendidas hasta el primero de abril y los estudiantes obtuvieron permiso de ocupar auditorios y salones para celebrar debates y conferencias. En abril, con el intermedio de las vacaciones de Pascua, los debates sobre la “crisis de la universidad” fueron animándose, además se abrió el espacio para otras discusiones y planteamientos, algunos de contenido político, otros filosófico y otros más de índole cultural.

Al cabo, a finales de abril, se elaboró, por varias organizaciones participantes en tales debates, un programa alternativo al Plan Fouchet, en el cual se proponían cuatro “principios fundamentales”:

a) Independencia y contestación, el cual planteaba la absoluta independencia de las universidades de cualquier poder político; b) autogestión, principio que incluía demandas de gratuidad, acceso sin restricciones, participación estudiantil decisoria en los órganos de gobierno universitario, y presupuestos gubernamentales multianuales para las universidades; c) autodefinición, que en lo fundamental alude al contenido de la autonomía universitaria, y d) autoperpetuación, que hace referencia a la necesidad de un desarrollo constante de la universidad mediante la integración de las funciones de investigación y docencia, la formación permanente y el establecimiento de oportunidades de formación continua de profesores y trabajadores universitarios.

La propuesta finalizaba con la indicación de que tales principios, así como su contenido programático, “se propondrán a las autoridades gubernamentales y serán adoptados o rechazados en su totalidad”. Como se puede ver desde una lectura contemporánea, las propuestas de las organizaciones universitarias eran más que razonables y, es más, anticipaban la mayor parte de los cambios que en las décadas siguientes adoptarían las reformas universitarias en el mundo.

No obstante estar dadas las condiciones para un debate racional entre proyectos, la capacidad de movilización estudiantil cambió el escenario por completo: por un lado, los universitarios, conscientes de su capacidad potencial para confrontar a los poderes públicos, ampliaron los objetivos de la protesta y, por otro, el Estado entendió los riesgos de la interlocución directa frente a un adversario que crecía en fuerza, presencia y posibilidades de articulación con otros sectores sociales, y al cabo optaría por la represión. Ese fue el escenario de mayo de 1968.

Mayo en París

En el breve espacio de un mes, mayo de 1968, el movimiento de los universitarios alcanza el cenit de presencia política —nacional, europea, mundial— consigue una momentánea alianza con el movimiento obrero y logra prácticamente paralizar el país por dos semanas. El mismo mes las fuerzas policiacas del gobierno entran en la confrontación, detienen, encarcelan, reprimen. Al cabo, De Gaulle pacta con los trabajadores un incremento salarial y otros beneficios.

El movimiento estudiantil, golpeado por la policía y desvanecida la posibilidad de alianza con otros partidos y con los trabajadores, termina sucumbiendo. En junio del mismo año se celebran elecciones parlamentarias, triunfan por abrumadora mayoría los partidos apoyados por De Gaulle. La cronología de mayo es elocuente por sí sola:

3 de mayo. Cierre de la Sorbona y manifestaciones violentas en el Barrio Latino de París, con más de 596 arrestados.

4 de mayo. Se suspenden las clases en la Sorbona.

6 de mayo. El movimiento de protesta estudiantil se extiende a las provincias. El presidente Charles de Gaulle recomienda firmeza, mientras prosiguen los enfrentamientos en el Barrio Latino, con 422 arrestados, y alrededor de mil heridos (354 policías y casi 600 estudiantes).

10 de mayo. Tiene lugar la "noche de las barricadas". Los estudiantes se enfrentan a las fuerzas del orden en las calles de París, con 376 heridos, de los cuales 251 son policías, y 468 detenciones.

11 de mayo. Alocución televisada del primer ministro, George Pompidou, donde anuncia la reapertura de la Sorbona.

13 de mayo. Los sindicatos obreros CGT y CFDT declaran una huelga general junto con los estudiantes, por primera vez. La huelga se extiende a todo el país, afectando a unos diez millones de trabajadores, que paralizan Francia durante casi dos semanas. Ese mismo día, casi un millón de personas se manifiesta en París bajo el grito "Diez años es suficiente" (refiriéndose a los años de De Gaulle en el poder). La oposición política, por boca de Mitterrand, se suma a la consigna.

15 de mayo. Cerca de 2 mil 500 estudiantes ocupan el Teatro del Odeón de París.

18 de mayo. Profesionales del cine ocupan el Festival de Cannes, los principales directores franceses retiran sus filmes de la competición y el jurado renuncia, suspendiéndose el certamen.

20 de mayo. Se raciona la gasolina y no hay correo, trenes, aviones ni metro.

22 de mayo. Protestas en París contra la retirada del permiso de residencia en Francia a Daniel Cohn-Bendit, que es deportado a Alemania.

24 de mayo. De Gaulle anuncia en televisión que el orden será mantenido y que se procederá a un referéndum sobre la participación en la universidad y las empresas. Su alocución no tiene efecto y cientos de miles de personas se manifiestan en todo el país. En París, 50 mil trabajadores salen a la calle, levantan barricadas y lanzan cócteles molotov contra el edificio de la Bolsa.

25 de mayo. Huelga en la radio televisión estatal, con la suspensión del telediario de las 20.00 horas. Ese mismo día se abren negociaciones entre el gobierno, los sindicatos obreros y la patronal francesa en el ministerio de Asuntos Sociales.

27 de mayo. Firma de los acuerdos de Grenelle, que recogen la reducción de horas de trabajo, la rebaja de la edad de jubilación o el derecho a organizarse. Los obreros deciden, sin embargo, continuar la huelga.

28 de mayo. Francois Mitterrand anuncia su candidatura a la Presidencia de la República y el primer ministro Pompidou acepta la dimisión del ministro de Educación.

30 de mayo. Desde el Eliseo, De Gaulle disuelve las Cortes. "Hoy disuelvo la Asamblea. La República no abdicará. El pueblo se recobrará. El progreso, la independencia y la paz triunfarán junto a la libertad".

31 de mayo. Manifestaciones en favor de De Gaulle en todas las grandes ciudades de Francia. Se remodela el gobierno.

4-6 de junio. El país recupera la calma, con la vuelta al trabajo de los empleados de servicios públicos y las empresas.

11 de junio. Última gran jornada de tumultos estudiantiles en París.

23-30 de junio. Primera y segunda vuelta de las elecciones legislativas, en las cuales los partidos próximos a De Gaulle (UDR, Unión para la Defensa de la República, y RI, Republicanos Independientes), consiguen 362 escaños de 485 en disputa.

Los muros tienen la palabra

Síntesis de las imágenes, ideas, deseos y esperanzas de los jóvenes en aquel verano emblemático, los grafitti plasmados por cientos en los muros de París. Un mínimo botón de muestra:

“Desear la realidad, qué bien. Realizar los deseos, mejor”
“La emancipación del hombre será total o no será”
“Ser libre en 1968 es participar”
“Exámenes = servilismo, promoción social, sociedad jerarquizada”
“Un hombre no es estúpido o inteligente: es libre o no es”
“No es la hora de pensamientos revolucionarios. Es la hora de actos revolucionarios”
“Las jóvenes rojas son las más bellas”
“Tu también puedes volar”
No puede faltar el archiconocido: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”.

Tomado de “Des slogans de Mai 68“, http://users.skynet.be/ddz/mai68/slogans-68.html.


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