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La agenda nacional en la UNAM
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 259 [2008-02-07]
 

La UNAM es el principal centro de investigación en México. Está inmersa en un país con un sinnúmero de problemas, siendo los más importantes los de carácter social, económico, político y cultural. Forma parte de una nación en la que los jóvenes, independientemente de su educación, buscan emigrar hacia el norte, porque en el país ni hay trabajo ni se ha entendido que el principal capital para acumular y desenvolver está en las personas con educación superior.

Ésta es sólo una de las tantas cosas que nos aquejan. Hay muchas otras que bien valdría la pena poner en una agenda nacional dentro de la UNAM. Una agenda atendida por la investigación y la docencia, para que se colabore decididamente para que exista desarrollo y se eviten, hasta donde sea posible, los muy nefastos efectos de las crisis recurrentes.

En todas nuestras áreas académicas encuentran eco los asuntos nacionales. En la medicina, el derecho, la ingeniería, las ciencias y las humanidades. De siempre, en todas ellas, ha habido el compromiso de investigadores y profesores por contribuir al desarrollo social. Hoy, en virtud de la complejidad del momento, necesitamos darle a la sociedad un impulso extraordinario con conocimiento y personas formadas con instrumental científico para enfrentar los retos colectivos.

Por lo anterior, y desde mi punto de vista, es necesario que hagamos explícito dónde concentrar una parte de nuestra energía académica. Y que dicha energía esté dispuesta a ponerse en juego por quienes la poseen.

La agenda debe surgir directamente de los académicos; que en un vínculo de ida y vuelta con las autoridades vaya decantándose todo aquello que es lo más urgente, hasta llegar a una propuesta en que cada temática a ser abordada tenga un carácter interdisciplinario.

Se trata, sí, de definir algunas prioridades, de ponernos en el centro del debate nacional e intervenir con conocimiento original, con nuevas ideas. Se trata de llegar a una agenda que nos brinde una visión indicativa para hacer un balance de qué sabemos, en qué concentrarnos y qué nos hace falta investigar.

Explicitar una agenda desde la comunidad ayuda a orientar la política académica y a refrendar la pertinencia de lo que hacemos. Auxilia a transmitirle a la sociedad la idea de que seguimos a su servicio en cuestiones que le importan. En el entendido de que toda agenda tiene su temporalidad, de que es necesario revisarla constantemente. Entre otras causas, porque su origen y posibilidades dependen de intereses de conocimiento reales, siempre variables, y de la sensibilidad analítica de los grupos académicos de lo que acontece en el entorno.

Así las cosas, una agenda auxilia a plantearnos nuevas formas de organización, a canalizar los recursos más adecuadamente y a decirles "a quienes se interesan por nuestros resultados" que emprendemos el estudio de cuestiones trascendentes con imaginación y capacidad. ¿Se refrenda el prestigio de la UNAM procediendo de esta manera? Mi respuesta es afirmativa. Y, además, ganamos influencia en la construcción de la sociedad, lo que por ahora me parece fundamental.

Parte sustancial de una agenda de investigación para atender la problemática del país requiere considerar la formulación de teorías e interpretaciones de la realidad social. Que las ideas y resultados de investigación circulen entre los académicos, para que se elaboren proyectos novedosos que lleven a nuevos descubrimientos, posibles de ser vertidos a distintas instancias sociales. Y esto supone aceptar que siempre hay más de una interpretación posible y que la confrontación y crítica puede llevarnos a tener que llegar a una agenda por consenso. Y para eso se requiere habilidad política.

Por lo demás, hay que estar pendientes de las agendas internacionales y de las que tienen otros centros educativos en México. Darle tiempo y condiciones a los académicos para que se involucren en proyectos, individuales o en equipo, de largo aliento intelectual. Para que organicen grupos de investigación, u otras formas colectivas del quehacer académico, entrenen a nuevos investigadores, y para que puedan estar actualizándose teórica y metodológicamente, que no todo es publicar papers.

Considero que los profesores e investigadores de la UNAM tenemos la madurez suficiente para transitar a estadios más desarrollados en el manejo del conocimiento. Mis preguntas son sí las autoridades de la institución pueden responder con oportunidad a nuestras iniciativas y cómo crear condiciones para reorganizarnos y ser mejores en estos años de escasez por venir.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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