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La comparecencia: equilibrar ciencia y tecnología
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 148 [2005-10-06]
 

En los medios quedó la imagen de un encuentro ríspido, sumamente crítico y con escasa recepción de las posiciones contrarias. Pero no, no fue el caso. La comparecencia del secretario de educación, Reyes Tamez, ante comisiones unidas de legisladores, para detallar información del quinto informe de gobierno, mostró un amplio intercambio en el que se expresaron opiniones divergentes, sí, pero también posiciones relevantes para la política científica, lo mismo que acuerdos en temas sustantivos y cierta disposición al trabajo conjunto.

Como seguramente recordará el lector, el discurso que presentó el ejecutivo federal el pasado primero de septiembre, con motivo de su quinto informe de gobierno, fue relativamente breve y con escasa referencia al estado que guarda la administración pública. No obstante, como todos los años y como lo prescribe la constitución, el ejecutivo federal entregó un informe escrito en el que se precisan los datos y se abunda en información de las diferentes áreas de la administración pública. Además, los funcionarios titulares de cada área, una vez iniciado el periodo de sesiones ordinarias en el Congreso y como también lo marca la constitución, están obligados a dar "cuenta al Congreso del estado que guarden sus respectivos ramos" (artículo 93) y los legisladores tienen la facultad de citarlos ante comisiones para mayor información (artículo 45 de la Ley Orgánica del Congreso). Es lo que se conoce, en el ámbito legislativo, como la comparecencia de funcionarios para la glosa del informe.

La comparecencia de funcionarios ante comisiones del Congreso es una oportunidad relevante para realizar un verdadero examen del desempeño de la administración pública. Es el momento --no las ridículas interpelaciones de las sesiones plenarias-- para demandar explicaciones, justificar lo realizado, precisar los datos, argumentar posiciones y aclarar los equívocos. Por esta razón, la imagen que resulta de lo que se discute y lo que no, las posiciones que se asumen, lo que se cuestiona y lo que se soslaya es un indicador clave tanto de funcionarios como de legisladores.

La comparecencia del secretario de educación, el pasado 27 de septiembre, no fue solamente ante la comisión de educación, también lo fue ante la de cultura y la de ciencia y tecnología. De hecho, también estuvo presente, en calidad de invitado, el titular del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). En el terreno educativo los temas dominantes fueron el financiamiento, los programas relevantes de esta administración (escuelas de calidad, el programa nacional de becas, enciclomedia, o el de bibliotecas), pero también temas coyunturales como el de la huelga del colegio de bachilleres, la escuela de invidentes, la biblioteca José Vasconcelos o la reforma integral de la secundaria.

Por ejemplo, en lo que concierne al tema del financiamiento, el secretario de educación aceptó que pese al esfuerzo de gasto que hace el gobierno federal (un gasto como porcentaje del PIB por encima del promedio actual de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE; 27 centavos de cada peso de gasto va para educación), el nivel de gasto por alumno está por debajo de lo que gastan los países miembros de esa organización. Pero tal vez lo más importante es que, al cuestionar al secretario por qué anualmente se envía al Congreso una propuesta de gasto que disminuye los recursos para educación, contestó que en realidad se debe a que se hacen comparaciones inexactas. Esto es, existen tres diferentes montos de presupuesto: el que propone el gobierno federal, el que autorizan los legisladores y el que ejercen efectivamente las dependencias. Este último, dijo el secretario, es el de mayor volumen. De forma que si se compara el que se ejerció este año con el propuesto o autorizado, estos últimos siempre serán menores. En estos términos, dijo, se debe comparar lo que se propone para el año próximo con lo que se propuso para el año que corre, lo mismo para el autorizado y el ejercido. Así, señaló el secretario, se verá que el presupuesto siempre ha sido creciente en esta administración. Correcto. Sin embargo, por un lado, el problema es que el volumen de gasto, sea propuesto, autorizado o ejercido, tanto para educación como para ciencia y tecnología, sigue siendo menor a los requerimientos y a los compromisos asumidos por el propio gobierno federal. Por otro, el alza ha corrido a cargo de los legisladores.

En lo que concierne a ciencia y tecnología los temas a discusión se refirieron al bajo nivel de gasto en la materia, el manejo de estímulos fiscales que han beneficiado en gran medida a las empresas transnacionales, un cuestionable papel del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y los programas recortados del Programa Integral de Fortalecimiento del Posgrado. Un dato relevante que recordó Reyes Tamez es que Conacyt no está más sectorizado a la secretaría de educación (ya no es una dependencia de la SEP), aunque señaló que se ha buscado apoyarlo de forma decidida y enumeró algunos cifras que dan cuenta de lo alcanzado: el volumen de inversión en la materia, el incremento en el número de becas, el aumento de miembros del SNI y su distribución geográfica.

Sin embargo, el secretario reconoció, y esto es algo sorprendente, que el esfuerzo de Conacyt se concentró en la tecnología y no se apoyó lo suficiente a la ciencia. Se entiende que la referencia es a la gestión del exdirector de Conacyt, Jaime Parada, el periodo que va de enero de 2001 hasta el pasado 6 de septiembre. Incluso, el secretario añadió: "se debe buscar un equilibrio. Es importante la tecnología pero es más importante el desarrollo de la ciencia, porque sin ciencia no hay tecnología". Además, anunció que junto con el ahora director de Conacyt haría un esfuerzo "para buscar que haya mayor apoyo a la investigación, particularmente a la investigación básica, que es donde tenemos la demanda más importante".

La declaración es sobresaliente porque se trata de un tema sensible y sobre el que se han expresado posiciones encontradas. La discusión sobre los apoyos para ciencia básica, en contraposición al impulso tecnológico, ha sido recurrente en las grandes orientaciones de la política científica en los últimos años. Así, tal vez estemos ante un nuevo ajuste en la política científica. Pero quedan otros temas, sobre los que volveremos la semana próxima.


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