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La polémica con las células troncales
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 159 [2006-01-05]
 

El año no terminó bien en el campo de la ciencia. La conferencia de prensa de la comisión interna de la Universidad Nacional de Seúl, en Corea del Sur, fue contundente: "el equipo del profesor Hwang no posee los datos científicos que prueben que ellos crearon células troncales específicas de pacientes". (http://ciencenow.sciencemag.org). El reporte completo será dado a conocer a mediados de este mes, pero desde ahora ya se tiene por cierto que el equipo del doctor Woo Suk Hwang falseó datos o por lo menos ha sido poco ético al conducir su trabajo científico. El hecho tiene importancia no solamente por las repercusiones en el área de la investigación genética o por lo que implica para Corea del Sur, país que se había convertido en una referencia prometedora en el campo de la clonación terapéutica. Interesa también por lo que implica para las normas que rigen el trabajo científico y el cambio que se ha operado en la producción científica.

La revista Science es una de las principales revistas científicas mundiales y también es parte central del suceso. En ella aparecieron los dos artículos del equipo del doctor Hwang que ahora están en cuestión. En ambos aparece Woo Suk Hwang como investigador responsable. El primero fue publicado en internet el 12 de febrero del 2004 (Evidence of a Pluripoten Human Embryonic Stem Cell Line Derived from a Cloned Blastocyst) y está firmado por 15 investigadores, todos ellos coreanos, con excepción de un profesor de la Universidad Estatal de Michigan.

Según la propia revista, el texto del 2004 describió por primera vez el desarrollo de versátiles células troncales embrionarias humanas pluripotentes. Esto es, células potencialmente capaces de convertirse en cualquier célula en el cuerpo a partir de un blastocito humano clonado. En ese momento se indicó que era un paso importante, aunque incipiente, en la llamada clonación terapéutica. Además, en la parte metodológica se señaló que la línea de células troncales se desarrolló tras reunir 242 óvulos de 16 personas, a partir de lo cual habían logrado cultivar 30 blastocitos para obtener, al final, una sola línea célula troncal embrionaria humana. Lo relevante es que, reportó el equipo, lo óvulos provenían de donadoras voluntarias que no recibieron pago alguno y había firmado su consentimiento para fungir como tales. Ahora se sabe, como lo aceptó públicamente el científico coreano el pasado 24 de noviembre, que dos colaboradoras del equipo habían sido donadoras de los óvulos y él había omitido esa información. A pesar que el proceder era éticamente cuestionable y por ello Hwang pidió una disculpa pública, el hecho no parecía invalidar los resultados fundamentales del equipo.

El segundo artículo, Patient-Specific Embryonic Stem Cells Derived from Human SCNT Blastocysts, fue publicado el 15 de mayo del 2005, cuando todavía no se sabía lo de las donadoras de óvulos del mismo equipo, y firmado ahora por 25 científicos, otra vez la mayoría coreanos y un estadounidense, pero ahora de la Universidad de Pittsburg, Gerald Schatten, también personaje central en el suceso.

En el artículo se reportaba que el equipo a cargo de Hwang había logrado aislar las primeras líneas embrionarias humanas de la célula troncal adaptadas específicamente para igualar el DNA de pacientes que padecían o tenían una lesión en la médula espinal. Esto es, se abría la posibilidad de que esas líneas de células pudieran facilitar el estudio de enfermedades humanas en células en el laboratorio y, en un futuro que parecía muy cercano, llegar a la meta de poder trasplantar células sanas en humanos para reemplazar a las células dañadas por enfermedades como la diabetes o el mal de Parkinson. Al mismo tiempo, el equipo reportó que poseía 11 nuevas líneas de células troncales embrionarias humanas, mismas que fueron creadas mediante la transferencia de material genético nuclear de una célula no reproductiva de un paciente en óvulo donado. Un adelanto notable y muy esperado. Pero unos meses después las cosas se complicaron.

Según la cronología de la revista Science, todo comenzó el 10 de noviembre del 2005 cuando fue alertada por Gerald Schatten, el colaborador estadounidense en el segundo artículo del equipo de Hwang, sobre reportes de la prensa coreana que señalaban que uno de los colaboradores del equipo coreano había negociado ilegalmente la compra de óvulos. Al día siguiente el mismo científico estadounidense le informaba a la revista que "él creía que el doctor Hwang había falsificado hechos acerca del consentimiento clave en el artículo del 2004, por lo que no sería capaz de trabajar con él en el futuro". Lo curioso es que el investigador estadounidense no había sido coautor en ese artículo sino en el del 2005.

La sospecha sobre los resultados del equipo del doctor Woo Suk Hwang fue en aumento. A la omisión sobre las donantes de óvulos en el primer artículo, se añadió la alteración de imágenes en el segundo artículo para mostrar que se trataba de líneas diferentes cuando en realidad eran las mismas y la acusación de que no existen las 11 líneas de células madre que se reportan, denunciado esto último por otro de sus ex colaboradores clave (Sung II Roh). Al final, el investigador sudcoreano ha renunciado a la Universidad Nacional de Seúl, aunque sigue reivindicando la tecnología de las células troncales embrionarias, y también es inminente el retiro del artículo de la revista Science. Según comunicado de la revista en su página web, no tiene ninguna duda de que el artículo debe ser retirado, pero está esperando una comunicación formal de la comisión investigadora de la Universidad Nacional de Seúl y la retractación de los 25 autores del artículo.

Este no es el primer caso controvertido que se presenta en el campo científico y seguramente habrá otros más. Sin embargo, a la desesperanza por lo que parecía un avance notable en la clonación terapéutica y ahora se ve que tal vez no lo será, cabría añadir, por un lado, el hecho cada vez frecuente de los problemas éticos en la actividad científica, espoleado en buena medida por la competencia individual, entre grupos o naciones, la presión por obtener resultados y la puja por mejorar la productividad. Por otro lado, el control de las revistas en la publicación de trabajos. A este último tema nos dedicaremos en a próxima entrega.


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