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Tristísima y lamentable inestabilidad
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 912, pp. [2021-08-19]
 

El testimonio de Daniela Guzmán (@Kerrigan21) en Twitter es elocuente y exhibe los preocupantes rasgos en la gestión del sistema científico y tecnológico: improvisación, enojo e inestabilidad. Ella es integrante del programa Cátedras Conacyt y el pasado 12 de agosto anotó en esa red social: —Hace unos días, me enviaron un fragmento de los «nuevos estatutos académicos» donde decía algo muy fuerte, pero pensé, no, debo ir a la fuente oficial, escribí un correo de cátedras… solicitando dichos documentos, y me acaban de responder, con los estatutos académicos y ¿Cuál es mi enojo?, que los cambiaron abismalmente, ahora te exigen estar en cierto nivel del SNI.

El documento al que se refiere Daniela es el nuevo Estatuto del Personal Académico del Conacyt. Una norma que fue actualizada y aprobada por el Comité Directivo del programa Cátedras en su sesión del pasado 29 de junio, según se aclara en el mismo estatuto. Sin embargo, la existencia de ese documento permanecía en el anonimato. ¿Quién integra el Comité Directivo? Un órgano interno del organismo, lo preside la dirección del Conacyt y cuatro titulares que le siguen en el organigrama (dos direcciones adjuntas, la Unidad de Articulación Sectorial y Regional, así como la Coordinación de Apoyo a Becarios e Investigadores).

La queja de Guzmán era porque, cuando se integró como catedrática, el estatuto indicaba que debía participar al menos a nivel de candidato al SNI, máximo dos años después de ingresar a la Cátedra, y después tendría que permanecer de forma continua en el Sistema. Ahora, sin embargo, el estatuto no solamente solicita ingresar y permanecer, también subir de nivel cada determinado tiempo: nivel I después de seis años y nivel II después de una década.

En fin, el enojo y la tristeza, dijo Guzmán, no era por un asunto de capacidades personales, sino por “sentir que estás en un lugar donde sientes que no quieren que estés, entonces cada vez te la ponen más difícil. Tristísimo”. La manifestación pública sobre lo que estaba ocurriendo generó múltiples adhesiones y comentarios en redes sociales.

Al día siguiente de su inconformidad, según volvió a expresar Daniela en Twitter, fue convocada por el maestro Carlos Martínez, subdirector de Evaluación y Seguimiento de Cátedras, a una reunión en la que le explicó que los nuevos estatutos no aplicarán para las personas que ya están activas, solamente serán para las nuevas plazas de las Cátedras. Fin de la historia.

El problema, sin embargo, no está resuelto, porque no hay ninguna certeza de que así serán las cosas. Para empezar, la directora de Conacyt había dicho, al comienzo de su gestión, que suprimiría el programa de Cátedras, luego de las protestas dio marcha atrás, pero también advirtió que no crecería más el programa. Y sí, en lo que va del periodo, no se han emitido nuevas convocatorias. Entonces, ¿para qué los nuevos estatutos si no habrá incorporaciones nuevas? Además, a la par está en marcha la negociación de un Contrato Colectivo de Trabajo.

En segundo lugar, una y otra vez, las declaraciones van por un lado y los hechos en sentido opuesto. ¿Usted recuerda las acusaciones del inicio del periodo? ¿La enorme suma de transferencias de recursos públicos a entidades privadas del sector que serían motivo de denuncias y responsabilidades? ¿Conservar el presupuesto a la par o por arriba de la inflación? A la fecha no hay nada.

Tampoco están, más de un año después, las aclaraciones sobre corrupción y manejo opaco de los fideicomisos en el sector. Lo mismo con el sí, pero después no, para preservar los fideicomisos imprescindibles que habían acordado Hacienda, Función Pública y el Conacyt. Ni siquiera salvar de afectaciones a instituciones, proyectos y becarios, como lo han expresado los Centros Públicos de Investigación, los becarios del fondo Sener-Conacyt o los proyectos de fondos sectoriales y mixtos.

En tercer lugar, la inestabilidad y laxitud de las normas. La nueva ley general del sector debió aprobarse, a más tardar, en diciembre del año pasado, pero todavía ni siquiera proyecto existe. Sin embargo, eso no ha impedido que se modifiquen y apliquen ordenamientos secundarios del sector.

Nada menos, cambios en el estatuto orgánico del Conacyt han implicado modificaciones importantes en la composición de los órganos de dirección y consulta. ¿No tienen importancia? O bien, la modificación al reglamento del SNI con efectos retroactivos porque un día establece que los cambios en los criterios de evaluación entrarán en vigor después de un año, luego emite la convocatoria de ingreso, al día siguiente del cierre, deroga el artículo y avisa que los cambios tendrán vigencia inmediata. ¿Tampoco tiene importancia?

Ni hablar de las oscilaciones para entregar incentivos económicos a los investigadores de instituciones particulares, con independencia de lo que dice el ordenamiento. En fin, para acabar pronto, a la fecha, el Peciti no existe, es el programa que por normatividad debe guiar desde el comienzo las acciones y la planeación del sector. Total, no parece un asunto relevante.

Pues sí, no solamente es un tema de comunicación, hay motivos para la tristeza, el enojo y la frustración.

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