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Conacyt: ¿nada para celebrar?
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 883, pp. [2021-01-14]
 

Difícil, muy difícil saber cuáles fueron las razones, pero lo cierto es que el reciente aniversario del Conacyt pasó de largo para la actual administración. Los primeros 50 años del organismo no merecieron una conmemoración, ni siquiera un balance nacional de los avances científicos y tecnológicos que ha propiciado o lo que falta por hacer. Nada.

Precisamente ahora cuando la ciencia, después de ser acosada por la proliferación de hechos alternativos y noticias falsas, retornó, a escala mundial, como la tabla de salvación ante la pandemia. ¿El 2020 podría ser calificado como el año de la ciencia? Sí, definitivamente. Aquí no aplica.

En México, tal vez por el recelo con el pasado y porque se piensa que la historia comienza a partir de hoy, el tiempo no da para distraerse en celebraciones menores. O quizás debido a que el aniversario cayó precisamente en este fin de año atípico, cuando sigue la amenaza de un virus altamente contagioso, la responsabilidad pública está concentrada en atender la contingencia y no puede eludir su grave responsabilidad. O bien, en definitiva, no hay nada qué presumir ni celebrar. En todo caso, mal por el lado que se le vea.

El Conacyt no es una institución irrelevante. Es el organismo rector de las políticas científicas y tecnológicas en México, responsable de comandar las actividades en la materia y se le pueden atribuir tanto logros como deficiencias.

Por ejemplo, a pesar de los altibajos en el programa de becas, los errores en sus bases de datos o las fluctuaciones del respaldo financiero, es una iniciativa que ha sostenido consistentemente a lo largo del tiempo la formación de maestros y doctores en este país. El papel que ha desempeñado en la acumulación de recursos humanos de alto nivel en México, y en otras naciones de la región, ha sido fundamental e invaluable.

También la instauración del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) desde 1984, aunque tiene una escasa movilidad entre sus niveles de reconocimiento, son inocultables los sesgos de sus evaluaciones e impide la posibilidad de un salario académico decoroso para todos, ha sido un programa clave para apoyar la actividad de investigación en la geografía nacional y la integración de circuitos y grupos de investigación altamente competitivos.

Otro tanto se puede decir de las acciones que ha puesto en marcha Conacyt para descentralizar, regional e institucionalmente, las actividades científicas y tecnológicas. Desde sus primeros años se propuso apoyar los esfuerzos de las entidades federativas y respaldar la creación de instituciones científicas. La cantidad de centros de investigación que hoy existen en el país, los equipos de trabajo y las tareas que realizan, no tiene punto de comparación con lo que había hace medio siglo.

El decreto de creación del organismo es del 29 de diciembre de 1970, en ese entonces quedó sectorizado a la SEP, era el periodo de Luis Echeverría Álvarez, los años posteriores a los trágicos acontecimientos del movimiento estudiantil de aquella época. También ahí arrancaban los grandes planes y las perspectivas de un mejor desarrollo nacional basado en la ciencia y la tecnología.

Desde entonces, el Conacyt asumió la función de asesoría del Ejecutivo federal en la materia, lo mismo que ser un órgano de consulta obligado para las diferentes dependencias gubernamentales. Funciones que a la fecha persisten, junto con otra veintena más de tareas que se han añadido conforme su normatividad se ha modificado.

A lo largo del tiempo, el organismo fue fortaleciendo su autonomía y sus capacidades. Después de depender de SEP, estuvo sectorizado a otra secretaría —ahora ya inexistente—, luego regresó a SEP, consiguió su autonomía técnica, posteriormente se hizo de un renglón de gasto propio en el Presupuesto de Egresos de la Federación (el ramo 38), ya no dependió administrativamente de ninguna secretaría, planteó la conveniencia de contar con un Programa Especial (en lugar de uno sectorial) y múltiples instancias para respaldar y tomar decisiones.

El organismo no es el único responsable del estado que guarda el sistema científico y tecnológico, también están el Congreso, los diferentes órdenes de gobierno, las asociaciones académicas y científicas, becarios, investigadores, profesores, entre otros. Sin embargo, sí lo es de las políticas públicas en la materia, por ese motivo el aniversario debió aprovecharse para un corte de caja.

No obstante, salvo un pequeño aviso de celebración en la página web del Conacyt y media docena de tuits en la cuenta institucional, el aniversario pasó de noche. Ningún comunicado oficial. Si usted no tiene Twitter ni se enteró.

Hoy, sin un Programa Especial, con un presupuesto menguante y con una ley en ciernes que debió estar aprobada el mes pasado, pero cuyo proyecto ni siquiera se ha presentado oficialmente al Congreso, mucho menos discutido de forma colectiva, parece que hay poco que celebrar.

Pie de página: La Red Procienciamx ha fijado su posición sobre el anteproyecto de nueva ley general para el sector e indica una decena de puntos polémicos. No pueden ser soslayados.


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