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Ciencia y tecnología: Fallas de origen en el 2020
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 881, pp. [2020-12-24]
 

El 2020 quedará marcado como el año de la pandemia en todo el mundo. En México, a punto de concluir el año, aunque a la Covid-19 todavía no se le ve el fin, quedarán para el registro tres graves deficiencias en el terreno de la política científica y tecnológica. Fallas que acaso muestran que no todo se puede atribuir a la alteración que causó el coronavirus.

Una de ellas, lo hemos dicho una y otra vez, es la inexistencia del Programa Especial de Ciencia y Tecnología 2020 – 2024 (Peciti). No es un programa cualquiera, es el documento norte que conduce a todo el sector, porque ahí deben estar los grandes objetivos para el periodo de gestión, las propuestas estratégicas de cada administración y, más importante, las acciones a poner marcha para alcanzar sí o sí metas autoimpuestas. Legalmente no existe.

Aunque, podría aventurarse, para qué elaborar un programa si la contingencia sanitaria necesariamente cambia cualquier plan o programa. No es el caso. El Peciti debió estar publicado en enero de este año, cuando todavía no teníamos noticia del coronavirus, ni siquiera imaginábamos lo que vendría después, así que ni cómo trasladarle la responsabilidad a la pandemia.

¿Entonces por qué no hay Peciti? La directora del Conacyt, Elena Álvarez Buylla, ha dicho que el programa fue aprobado por los órganos de gobierno del propio Conacyt, la misma titular del organismo realizó presentaciones con legisladores y organizaciones de su supuesto contenido, pero nunca fue presentado ningún documento y menos publicado. Inexplicable.

Transparencia dice que el Peciti está en la Secretaría de Hacienda, así que ni siquiera está en la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria, la instancia previa a su publicación en el Diario Oficial de la Federación. El programa no solamente es el documento rector de la política científica y tecnológica, también es el instrumento para distribuir los recursos entre Conacyt (ramo 38) y todas las secretarías que también realizan actividades en el sector. Un año después no existe.

Una segunda falla es la norma del sector. La reforma del artículo 3º constitucional de mayo de 2019 estableció en artículo transitorio que debía emitirse una nueva Ley General de Ciencia, Tecnología e Innovación a más tardar en diciembre de este año. El problema es que, a punto de vencer el plazo, no hay ley y tampoco un proyecto registrado.

Aquí mismo, hace algunas semanas, dijimos que tal vez lo mejor sería aplazar la aprobación de la nueva ley, en lugar de improvisar o imponer una norma insatisfactoria. Lo raro es que, justo el penúltimo día del periodo ordinario de sesiones en el Congreso de la Unión, la directora del Conacyt anunció un anteproyecto de ley aprobado por el Consejo General.

No obstante, como si nada hubiera ocurrido, porque oficialmente no se presentó ningún documento y mucho menos se ingresó proyecto alguno en el Congreso. Tampoco estuvo a disposición pública ni se habilitó ningún sitio electrónico de consulta. Lo más sorprendente es que circula ampliamente un anteproyecto de ley sin firma pero con logotipos oficiales, el cual presuntamente fue elaborado por Conacyt. El organismo no ha dicho ese documento es mío.

Lo único cierto es que, oficialmente, no hay un anteproyecto de ley y la falla más grave es el incumplimiento con lo indicado en la Constitución. No será la primera vez, pero es perturbador que no fue suficiente un año y medio para cumplir la encomienda y tal parece que las omisiones legales se están volviendo costumbre. Y pues no, la pandemia tampoco tuvo qué ver.

Por el contrario, la pandemia sí tuvo intervención en la tercera falla. ¿Recuerdan el compromiso de Conacyt sobre los ventiladores y la cúspide de la pandemia? El 24 de abril, la directora de Conacyt en la conferencia de prensa sobre el informe diario del coronavirus dijo: “El reto concreto que nos planteó el presidente de la República es lograr tener al menos la producción de 700 equipos de ventiladores mecánicos para el 15 de mayo”. Era la fecha prevista de los picos epidémicos y por ese entonces no imaginábamos que llegaríamos a los números que tenemos hoy.

Una vez transcurrido el plazo, nuevamente en conferencia de prensa, Hugo López Gattel, el subsecretario de salud, reconocía que no se contaban con los ventiladores y tampoco sabía cuando estarían listos. Y puntualizó: “la necesidad aguda que estos ventiladores iban a cubrir quedó cubierta antes por la adquisición de otros varios ventiladores que hemos estado anunciando y que se han comprado no solamente en China” (17.05.2020).

Los primeros ventiladores estuvieron listos dos meses después de lo previsto. Actualmente no hay información disponible sobre su número y distribución en hospitales, pero ya estamos ahora sí ante una emergencia sanitaria de proporciones mayúsculas, así que el tema retornará a la opinión pública y las fallas serán inocultables.

En última instancia, el mayor problema con las distintas fallas no es el incumplimiento o los retrasos, lo lamentable es la evidente desorientación entre el punto de partida y el de llegada, la revelación de improvisaciones para planear y obtener resultados. Claro, si no existen coordenadas para conducir el sistema científico y tecnológico, las fallas serán lo recurrente. ¿El año próximo será distinto? No, desafortunadamente.

Pie de página: Ya, que se acabe el 2020.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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