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El noveno, dos años después
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 878, pp. [2020-12-03]
 

El primero de diciembre de 2018, cuando todavía no asomaban los barruntos de la actual pandemia y todo era expectativa con el inicio de la actual administración, en la principal plaza pública de México, el presidente López Obrador enumeró 100 compromisos de su gobierno. Ahora, una vez transcurrido el primer tercio de su periodo y con el inescrutable coronavirus a cuestas, el panorama es algo distinto.

Al menos el recorrido de las actividades científicas y tecnológicas no siguen una carta de navegación legible. Aquel primer día de gobierno, el ejecutivo federal anunció como noveno compromiso: “Se promoverá la investigación científica y tecnológica; se apoyará a estudiantes y académicos con becas y otros estímulos en bien del conocimiento. El CONAHCYT coordinará el Plan Nacional para la Innovación en beneficio de la sociedad y del desarrollo nacional con la participación de universidades, pueblos, científicos y empresas”.

¿Se ha promovido la investigación científica y tecnológica? Los instrumentos que permitían el desarrollo de proyectos entre las diferentes dependencias gubernamentales y los distintos órdenes de gobierno ya no existen más. Al eliminar los fideicomisos también quedaron sin materia los fondos sectoriales, mixtos e institucionales. El presupuesto para Conacyt, a pesar de la promesa del ejecutivo federal de agosto de 2018, de que no habría un presupuesto por abajo de la inflación, para 2019 y 2020 sido inferior y también lo será para el año próximo.

En el ámbito de la investigación básica, de frontera ahora le llaman, las autoridades del sector informaron que decidieron financiar proyectos que fueron aprobados por la administración anterior, pero que no recibieron recursos. La suma de lo asignado en este rubro en los dos primeros años de gestión (2 mil 136 millones), dice la directora del Conacyt, Álvarez Buylla, ya casi es equivalente a lo que destinó el gobierno anterior en los seis años de su periodo (2 mil 936). Al final, los montos y su distribución serán inocultables.

Sin embargo, lo que ha ocurrido con la investigación tecnológica no es nada claro. La dirección del Conacyt no tiene ningún interés en alentar el desarrollo tecnológico como se venía haciendo. Lo grave es que el planteamiento alternativo de una “tecnología disruptiva, avanzada e intermedia”, lo mismo que el rescate de “tecnologías ancestrales”, tampoco ofrecen ninguna certeza.

También ha sido evidente la reticencia a la vinculación con el sector privado para fomentar el desarrollo tecnológico. Seguramente, como en las diversas áreas de la administración pública, el gobierno actual busca diferenciarse de gobiernos anteriores. No está mal. El problema es que no está a la vista qué estrategia sustituye lo anterior y muy difícilmente habrá buenos resultados sin desarrollo tecnológico.

¿Se apoya a estudiantes y académicos con becas y otros estímulos en bien del conocimiento? No especial ni destacadamente. A trancas y barrancas, como pueden dar testimonio los becarios de movilidad y los de posgrado en el extranjero, los apoyos casi arañan lo alcanzado en 2018 (ahora son unas 800 becas menos). Los incentivos para los investigadores del SNI se sostienen para las instituciones públicas, pero no para las del sector privado. Y, precisamente, para los primeros el depósito mensual correspondiente se demoró unos días la semana pasada.

Sin embargo, en su discurso del pasado 1 de diciembre, el presidente López Obrador dijo que habían “aumentado en siete mil 200 las becas de posgrado e investigadores”. No está claro en qué proporción unos y otros, pero no se corresponden con las cifras de su segundo informe de gobierno. Habrá que esperar las cifras definitivas.

¿El “Conahcyt” coordina un Plan Nacional para la Innovación? En primer lugar, todavía no existe un organismo con ese nombre, la ley general que debería normar la denominación del organismo no está lista y ni siquiera se conoce su proyecto. A más tardar el último día del año debe aprobarse. No obstante, un año y medio no ha sido suficiente para diseñarla y seguramente tampoco los será este mes de diciembre.

El Plan Nacional para la Innovación (PNI), dice el Conacyt en su programa institucional, parte de un ecosistema que evoluciona de un modelo de triple hélice (academia, industria y gobierno) a otro de pentahélice que añade a la sociedad y al ambiente. Un PNI que impulsará el bienestar, el desarrollo sustentable, la horizontalidad y la equidad, dicen las autoridades. No obstante, más allá de los efectos retóricos del plan que se planteó en el programa institucional en este año, no se aprecian las estrategias y menos sus resultados.

El presidente López Obrador, en su discurso del segundo informe de gobierno, sobre el centenar de compromisos formulados, dijo que 95 ya se han cumplido, así que asume que ya logró lo fundamental, poco queda por definir y pendientes por cumplir.

En materia científica y tecnológica, es al contrario, casi todo está por definirse. El primer tercio de gobierno no ha sido el mejor para este sector. Esperemos que, en el tiempo restante, otros sean los resultados para el noveno compromiso.

Pie de página: La reforma en marcha del artículo 81 de la Ley General de Salud para facultar exclusivamente a la SEP para la expedición de cédulas de especialidad médica tendrá efectos notables en la formación de estos profesionales. Ya está aprobada por los Senadores, faltan los diputados. Pendientes.


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