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¡Clases a cuadro!
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 863, pp. [2020-08-20]
 

La autoridad educativa ha dicho que el próximo lunes 24 iniciará el ciclo escolar para educación básica y media superior. También ha dicho que, por la pandemia en curso, la educación presencial por ahora no es una opción, y no lo será hasta que Salubridad diga lo contrario, así que el regreso a clases será fundamentalmente frente a pantallas de televisores.

No será nada sencillo retornar a clases por televisión frente al volumen de la población estudiantil. La educación básica y media superior en México suman poco más de 30 millones de alumnos, o sea alrededor de una cuarta parte de la población total. A la cantidad, añadamos la complejidad del cambio en la duración, lugar y condiciones para llevar a efecto eso que llamamos educación escolar. Porque, efectivamente, las coordenadas de tiempo y espacio fueron otras para el cierre del ciclo escolar anterior y otras más serán para el que está por comenzar.

La decisión de continuar la actividad escolar a través de la televisión ha sido controvertida y se le han enderezado muchos señalamientos críticos. Uno de los más elementales, punto y aparte de los rasgos peculiares de la televisión mexicana, hace notar que estamos intentando resolver un problema del siglo XXI con una tecnología del siglo XX. Como es obvio, en la respuesta rápidamente aflora el insoslayable componente de la desigualdad y la inveterada deuda de las políticas públicas: no todos los hogares ni todas las personas tienen acceso en igual medida a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

Según la encuesta del año pasado de Inegi, la televisión sigue siendo el dispositivo tecnológico más común en los hogares mexicanos (92 por ciento y solamente 46 es televisión de paga). Luego, con 75 por ciento, le sigue el teléfono celular en la población mayor de seis años. En cambio, poco menos de la mitad tiene computadora en el hogar (44 por ciento) y levemente por arriba de la mitad tienen conexión a Internet (56 por ciento).

La opción sería echar mano de tecnologías y dispositivos más potentes para las clases, como conexión, computadoras y plataformas digitales. La alternativa tendría que ser homogeneizar hacia arriba y garantizar dispositivos y acceso a las TIC de la población que está al margen. Por supuesto, no es suficiente con las buenas intenciones, menos improvisar, pero una estrategia bien pensada y una fuerte erogación de dinero público para estos fines seguramente tendría un respaldo mayoritario. Lamentablemente está claro que ese no será el camino.

No es difícil anticipar que los sectores más desfavorecidos y hogares con niños y adolescentes enfrentan las mayores dificultades. De hecho, los datos así lo muestran. El secretario de Educación Pública expresó la semana pasada que la estrategia “Aprende en casa” ensayada en el ciclo escolar anterior había tenido 71 por ciento de aceptación (Boletín SEP 220).

La fuente del dato que indicó el secretario es la “Encuesta de seguimiento de los efectos del Covid-19 en el bienestar de las niñas, niños y adolescentes”, realizada a una muestra representativa (1,680 personas por selección de números telefónicos aleatorios), llevada a cabo por el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (Equide) de la Ibero, Unicef México y la OEI. Pero esa misma encuesta destaca que el 62 por ciento de las personas que trabajan en hogares con niños y adolescentes están en el sector informal y una de sus conclusiones es que “las medidas implementadas por el gobierno federal son limitadas y no están focalizadas a los hogares que más están sufriendo”.

En fin, sea procurar condiciones materiales, computadoras, Internet, plataformas digitales, o la televisión misma, apenas constituyen la línea base de la cual partir, lo más elemental, porque está demostrado que los dispositivos tecnológicos por sí mismos no garantizan nada. Falta la calidad de los materiales educativos, la mediación de los profesores y, en la actual contingencia, la importante intervención de la familia.

En medio de la pandemia, en México y en todo el mundo, se han seguido los lineamientos generales de la autoridad educativa para continuar los ciclos escolares, pero dado que cambió el tiempo y el espacio de la actividad escolar, también ha dado margen para formular diferentes propuestas a nivel micro que permitan sortear la contingencia y obtener el mayor provecho educativo.

Hasta ahora lo único claro es que la televisión ocupará el lugar central, los contenidos educativos se transmitirán por ese medio, aunque el escenario y la responsabilidad se traslada a los hogares. En este contexto, cobra mayor importancia la disposición y acceso a herramientas educativas en los hogares para complementar las actividades escolares.

En educación primaria, una buena opción para la ciencia es el material producido por un colectivo de profesores españoles: “Experimentos para los días de cole a distancia. Experimentos y aprende en casa” (teachersforfuturespain.org/experimentos). Libros bajo la coordinación de Camilo Ruiz Méndez, elaborados por profesores en formación de educación primaria (2do grado) de la Universidad de Salamanca y están a disposición pública. El material es para los seis grados de primaria, contiene experimentos para cada grado y cada uno con un respectiva ficha técnica, instrucciones y el video correspondiente. Interesante.

En fin, las clases a cuadro serán inevitables, pero se pueden complementar con otras estrategias. Lo lamentable es que no todos los niños y adolescentes tendrán la misma oportunidad.

Pie de página: ¿Avance del anteproyecto de Ley General de Ciencia, Tecnología e Innovación? Sí, eso presentó la titular del Conacyt al Consejo de Anuies esta semana.


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