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Sociedad y universidad. ¿Qué sigue después de la pandemia?
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 848, pp. 5 [2020-05-07]
 

Los sociólogos producimos conocimiento de la realidad, a la que están conectados los problemas sociales que nos afectan. Los relacionamos con los procesos estructurales, con los acontecimientos históricos, que ocurren en la sociedad. Buscamos comprender y explicar el hecho social. Hoy, la humanidad enfrenta una crisis profunda, mayor que las que se experimentaron en el Siglo XX. Necesitamos investigar qué consecuencias traerá la pandemia, reflexionar hacia dónde nos dirigimos y, fortalecer nuestras instituciones para salir mejor librados.

La crisis presente es extraordinariamente compleja. Imposible de analizar en pocas palabras, porque involucra la interacción de lo económico, con lo político, lo social y lo cultural. Ni más ni menos. Se requiere hacer análisis multidisciplinarios, en equipo, para encontrar la intersección de los factores, en este caso causas y consecuencias sociales de la pandemia, en una sociedad como la nuestra. Y de ahí, tomar experiencia e imaginar qué puede pasar y cómo actuar en otras pandemias, que puedan venir en este Siglo XXI.

La crisis actual nos ha afectado muy fuerte. ¿En qué sentido? En ver el mundo a través de una pantalla, en tiempo real: p.e., movilización de tropas, migrantes, mujeres, indignados, reclamos de empresarios, con la intención de golpear al poder ejecutivo, líderes autoritarios, emocionados por el control político que hoy permiten las tecnologías digitales. Las crisis agudizan lo descompuesto, se acompañan de conflictos e inconformidades, disuelven las relaciones sociales preexistentes. Al mismo tiempo, abren la posibilidad de pensar salidas, de elegir caminos que lleven la historia a otra parte, a fundar nuevas relaciones.

La crisis ha roto muchos valores. ¿Viene un mundo diferente? Después de estar encerrados, teniendo como límite del mundo las paredes de casa, habremos de esforzarnos por recobrar la cohesión, compasión, cooperación, colaboración, dignidad, humildad, solidaridad, transparencia, franqueza, el respeto y la unión. Volver a dar contenido y sentido a estos valores y sobre todo, practicarlos. Después de la pandemia, hay que luchar por un mundo sin desigualdad y discriminación, sin miedos políticos y sin la explotación salvaje del hombre y la naturaleza. No puede existir una sociedad con un grado de concentración de la riqueza como el que existe. Esta crisis nos ha puesto en un lugar desde el cual podemos ver lo mal que estamos. Tenemos mucho que ganar para vivir mejor y gozar de buena salud.

¿La universidad pública quedará en ruinas? No. La universidad después de la pandemia existirá como antaño, pero retomará su valía de siempre para la sociedad. Formar personas de alto nivel intelectual, científicos y cuadros directivos. Crear excelentes ciudadanos, que se empoderen para jugar un papel sustancial en el cambio social. Actuar para que el curriculum oculto sirva, realmente, para socializar en los valores democráticos. En lo que sigue, enseñará a depositar confianza en los conciudadanos, en las instituciones y en los gobernantes, para salir adelante. Y, desde luego, la universidad seguirá produciendo ciencia, arte y cultura para todos. Deberá tener responsabilidad para atender lo global, lo nacional y lo local. Actuar bien y rápido para que la crisis no se prolongue.

Más allá de lo estructural, los universitarios tendremos la tarea de generar una cultura que permita extender, sólo en su debida dimensión, el aprendizaje con la tecnología, diseñar programas híbridos, presenciales y a distancia, lo cual supone: que exista equidad en el acceso a internet, que los estudiantes cuenten con equipos electrónicos, y capacitar a los profesores, ya en funciones, para que puedan tener las habilidades de enseñar con el uso de tecnologías, y las capacidades metodológicas para diseñar lecciones en línea. Los estudiantes entenderán y sabrán usar mejor la tecnología que las generaciones de mayor edad. Estando muchas veces separados, la conexión de los profesores con los estudiantes, habrá de hacer sentir e identificarse con la comunidad universitaria. La educación en línea nos ha servido, ahora, para transitar la coyuntura de unos meses, pero no podrá sustituir al aula presencial, por la riqueza de la interacción social entre generaciones, la sociabilidad de los jóvenes y el aprendizaje político.

La apertura de la vida universitaria mediante la tecnología tendrá en cuenta que, en la sociedad, hay públicos diversos que desean acercarse a la universidad, como los adultos mayores y los egresados que quieren regresar al alma mater a ponerse al día, o a estudiar un posgrado. La universidad cambiará y el cambio comenzará dando una magnífica recepción a todos los jóvenes que se fueron a casa, y revisando las normas para que sientan seguridad en el Campus. Vamos en pos de la nueva universidad, a reconstruir la institucionalidad, a actuar con razonabilidad, a otorgar mejores condiciones de trabajo, a producir ciencia para la nación, a estimular la interacción entre estudiantes y profesores, a refrendar lo público y lo autónomo, a ligarla más a la sociedad.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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