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Ciencia neoliberal en tiempo real
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 847, pp. 4 [2020-04-30]
 

La exposición de María Elena Álvarez Buylla, directora de Conacyt, transmitida en vivo la semana pasada desde Palacio Nacional, no era sobre el ancla o los resortes que nos tienen en donde estamos en materia de innovación tecnológica. El punto era más sencillo: explicar qué están haciendo instituciones científicas mexicanas para resolver la construcción de ventiladores mecánicos y enfrentar el coronovirus a nivel nacional.

El contexto era ese informe diario a cargo de Hugo López Gattel, el subsecretario de salud, en donde actualiza las cifras del covid-19. Él es el personaje del momento y su reporte cotidiano es ampliamente esperado, tanto que mucha gente lo llama la telenovela de la 7. No es fortuito. Ahí también nos vamos enterando sobre las nuevas disposiciones para sortear la epidemia.

En la transmisión de ese 23 de abril, el subsecretario López Gattel dijo: “tenemos el privilegio de tener a Álvarez-Buylla para hablarnos sobre estas iniciativas o el conjunto de iniciativas relacionadas con el desarrollo de ventiladores”. Sí, esos dispositivos de uso médico hospitalario, ahora muy cotizados en el mercado internacional, porque son uno de los mecanismos que pueden hacer la diferencia entre vivir o fallecer por el ataque del virus.

La directora de Conacyt, al iniciar su exposición, señaló que el presidente de la República le encargó coordinar la estrategia para construir ventiladores. Sin embargo, su primera diapositiva era sobre la “ciencia neoliberal”, así que mirándola dijo: “estas son las características de la ciencia neoliberal que nos encontramos y que imponen retos muy grandes”.

Los puntos que estaban anotados en la lámina correspondiente eran: dependencia tecnológica; capacidades de articulación muy limitadas; baja eficiencia en innovación; transferencias millonarias al sector privado; abandono de la ciencia básica de frontera; y un sector privado que hasta ahora ha aportado una proporción muy baja al presupuesto de ciencia y tecnología.

O sea, una mención a la ciencia neoliberal no venía muy al caso, tampoco parecía necesaria la enumeración de los rasgos. Además, en contraposición a “ciencia neoliberal”, en la misma primera diapositiva, estaba anotada la meta que se había propuesto: soberanía tecnológica para enfrentar la pandemia.

Esto es, la construcción de 700 ventiladores mecánicos nacionales a más tardar para el 15 de mayo. Equipos que, dijo la directora del Conacyt, tenían como características ser invasivos, de tecnología 100 por ciento mexicana, más económicos que los del mercado internacional, de alta calidad y con seguridad biomédica.

La exposición de la directora siguió con los tipos de ventiladores, el modelo liberado por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), el equipo de centros que están colaborando, la asociación con empresas nacionales para la fabricación y finalizó con el paradójico desempeño de la administración anterior, las transferencias millonarias a empresas privadas y la escasa participación del sector privado en la inversión científica y tecnológica (“alrededor del 18 por ciento”).

El episodio de Palacio Nacional muestra varios aspectos importantes. En primer lugar, a la fecha, después de casi un año y medio de ejercicio, no contamos con un diagnóstico del sector, tenemos jirones de declaraciones y discursos que reiteran elementos, pero no existe un documento técnico que muestre la línea base y el punto de llegada del sector. Ni hablar de un plan o del programa sectorial. Así que nos enteramos en tiempo real de la ciencia neoliberal.

En segundo lugar, es claro que la personalidad y contundencia del ejecutivo federal que día con día utiliza y distribuye frases y conceptos ante los medios, no se traslada con las misma cualidad a los miembros de su equipo. No son lo mismo. Los titulares de las dependencias realizan un trabajo técnico y político que debiera exhibir su pericia y conocimiento en su conducción, no lo opuesto. Por ejemplo, ¿recuerda usted las declaraciones del titular de la Semarnat cuando dijo que los generadores eólicos eran aspas gigantescas “para atrapar el aire de los territorios indígenas”?<

Otro aspecto que resulta paradójico es la deseable búsqueda de soberanía tecnológica pero que, para iniciar, inevitablemente requiere de un modelo abierto, liberado, de otra nación. Pues sí, una dimensión de la actividad científica y tecnológica es la colaboración. No menos paradójico es la exhibición del limitado interés del sector privado en el desarrollo tecnológico nacional y, al mismo tiempo, el reconocimiento de su participación (aunque sea solidaria) para la imperativa construcción de los ventiladores.

Finalmente, desde administraciones anteriores se ha destacado la baja inversión de los particulares en el sector y el consecuente atraso que nos ha ocasionado. Pero, ¿esa misma condición no tendría que impulsar un mayor esfuerzo del sector público? Sí. No obstante, parece ocurrir lo contrario y tal parece que lo vemos en tiempo real.

Pie de página: La revisión de fideicomisos está causando estragos en los Centros Públicos de Investigación, como la suspensión que sufren los becarios del Instituto Mora o el corte de servicios en el Centro de Investigación y Desarrollo en Agrobiotecnología Alimentaria en Pachuca, Hidalgo.


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