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La problemática social de la educación superior
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 823, pp. 4 [2019-10-24]
 

Hoy se debate acerca del comportamiento de la economía, que ha crecido muy poco, está experimentando desaceleración, y se hacen esfuerzos para no caer en recesión. Difícil situación, a lo que se suma la política de austeridad republicana y la falta de gasto público en infraestructura, que es lo que impulsa una mayor inversión privada. Y a ello se agrega la dependencia con Estados Unidos, cuya economía también se está desacelerando.

El problema mayor, sin embargo, es social. Asociado a lo que ocurre en la economía, se aprecia desconfianza, un gran nivel de pobreza y que la movilidad social ascendente es muy pequeña. Sólo el 3 por ciento de la población del estrato más bajo logra llegar al quintil más alto. (CEEY,2019). La inmovilidad se liga con la incertidumbre, pérdida de reconocimiento del trabajo especializado y de la educación superior pública.

Por lo pronto, se requiere analizar cómo ha evolucionado el sistema de educación superior y sus potencialidades frente al crecimiento de la cobertura a futuro. Una forma de ilustrar los cambios es con el personal académico, del cual depende, en gran medida, los conocimientos que se imparten y la calidad de la educación. Lograr impulsar el país, implica aumentar el gasto educativo en el nivel superior, para alcanzar las metas de cobertura con buena educación, una redistribución del gasto educativo por regiones, contar con un mercado laboral que ofrezca empleos decentes, menos discriminación, y una reforma fiscal progresiva que le brinde más recursos al Estado.

El sistema de educación superior ha crecido en los últimos tiempos. Entre 2011 y 2017 el número de académicos aumentó en un 26 por ciento para llegar a la cifra de 431, 863 (ECUM-UNAM). Así, con el aumento de la matrícula (de 3.3 a 4.3 millones de estudiantes) se mantuvo la relación alumno-profesor, aproximadamente, en 10/1. El profesorado de tiempo completo también creció en números absolutos, pero en la última fecha representaba una menor proporción del total de académicos (23 por ciento) con respecto a 2011 (24.4 por ciento). El personal contratado por horas siguió siendo la enorme mayoría de los docentes (70 por ciento en 2017).

Recientemente, el mercado de trabajo universitario ha dado cabida a nuevos miembros en las instituciones académicas, aunque es conocido el hecho de que ha habido un control de plazas de tiempo completo y que, cuando hay un concurso por una plaza, el número de personas que entra rebasa los límites esperados. Son plazas muy peleadas, como se dice. Dado el crecimiento de la matrícula, los docentes de tiempo completo tienen que atender a un mayor número de estudiantes (43.7) de lo que atendían en 2011 (39.8). Este dato hay que analizarlo más para establecer sus efectos sobre la calidad de la enseñanza y sobre la carga de trabajo de los académicos de carrera.

En la planta de carrera, el número de doctores se elevó significativamente. En el período que cubrimos en este texto, entre los de tiempo completo, los doctores representaban el 38 por ciento en el 2011, mientras que en el 2017 representaron el 55 por ciento. Entre ambas fechas los de tiempo completo crecieron el 18.7 por ciento (de 83164 a 99113). Actualmente, es muy difícil entrar o permanecer en la academia sin doctorado, particularmente en el sector de investigación.

Los miembros del Sistema Nacional de Investigadores representaban en el 2017 el 19 por ciento de los académicos de tiempo completo, 2 por ciento menos que en 2011. Y el punto interesante es que doctores y miembros del SNI se concentran en seis entidades federativas del país, donde los doctores representaban el 47 por ciento y había 6 de cada 10 investigadores nacionales en el 2011. En el 2017 se había reducido a 55 por ciento la cantidad relativa de investigadores, mientras que los doctores, aumentaron a 50 por ciento. La concentración de académicos del más alto nivel está relacionada con una estructura institucional, que también es muy desigual en México, y que no cambia por la forma y contenido de las políticas educativas.

En los datos que acabamos de presentar aparecen algunas trabas que es importante apreciar e intervenir. Por ejemplo, hay una buena parte de doctores (35,435) que no están en el SNI y sería deseable saber sí hacen investigación o no. Las cargas de trabajo docente a los de carrera han aumentado, pero la docencia tiene un papel secundario en las evaluaciones. El personal de asignatura continúa como la base de la docencia, pero no hay una idea de cuánto podría disminuir a favor de una mayor planta de carrera, ante el aumento de la cobertura, etc.

Hay otras cosas que deberían comentarse. Lo aquí presentado es lo más general. Por ahora, reitero que lo social es lo más problemático. Los valores, la ética de la ciudadanía y las capacidades de la sociedad para elevar el crecimiento, el desarrollo y la equidad, están vinculados a tener muy buenas universidades públicas y un ambiente académico que estimule la creatividad.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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