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El rector Graue: autonomía y financiamiento
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 815, pp. 6 [2019-08-29]
 

El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México ha hecho declaraciones, recientemente, que deben retomarse para analizar, discutir y valorar en el marco de lo que ha venido sucediendo con la educación superior en el país y las estrategias para avanzar.

El Dr. Graue declaró que la autonomía le ha dado a los universitarios la posibilidad de pensar críticamente, de disentir, particularmente cuando los poderes de la sociedad intentan intervenir en la política académica de las casas de estudios, o cuando se quiere imponer en la sociedad el llamado pensamiento único. El sello distintivo de la universidad pública, en México, por el contrario, es la pluralidad de ideas, de enfoques, de disciplinas y de cuerpos colegiados.

Al hablar en un evento conmemorativo de los 90 años de la autonomía de la UNAM, el rector Graue señaló, con toda propiedad, que la autonomía nos da la condición de gobernar libremente las instituciones que gozan de ella, y de administrar sus recursos. Y mencionó el concepto de espacio académico, entendido como aquel donde “ se toman decisiones compartidas para enseñar, aprender, crear y formar ciudadanos con espíritu independiente” y comprometidos con la sociedad. El espacio académico es un espacio autónomo.

La autonomía es esencia de la universidad pública y, por ello, dijo, “la ejercemos, la defendemos y la recordamos”. Son ideas que, en este momento, son importantes de traer al diálogo público, para que se entienda que forman una postura frente a quienes quieren minimizar o limitar la autonomía universitaria. Porque la autonomía le da a las universidades la posibilidad de cambiar sin restricciones, para adecuarse a los requerimientos de la sociedad y cumplir mejor sus funciones, como es la de dar una buena educación a los estudiantes. Nada mejor que dejar a los universitarios ejercer las actividades para las que son competentes y conducir sus instituciones sin interferencias.

El conocimiento es la materia sobre la que trabajan las universidades y sigue una lógica de proliferación. En la sociedad emergen nuevas demandas de él, y los cambios en la actividad científica en el mundo, lo impulsan a desarrollarse, a expandirse y diversificarse. He ahí que la prosperidad y el progreso de la universidad exigen contar con recursos crecientes, para innovar en sus funciones sustantivas. Los recortes presupuestales, el mal uso de los recursos, o su desvío por razones políticas, estancan a las instituciones universitarias.

Sin la menor duda, el rector Graue ha exigido al Gobierno el rescate solidario de un grupo de universidades que tienen graves problemas financieros, toda vez que el conjunto de instituciones públicas se ha comprometido con la transparencia, y toda vez que las universidades estatales juegan un papel de primer orden en el desarrollo local del lugar donde están establecidas. Asimismo, es fundamental que la opinión pública tenga claro que los manejos fraudulentos por la llamada “estafa maestra”, fueron hechos por personas que fungían como funcionarios, a espaldas de las instituciones.

Las universidades públicas tienen problemas y no los esconden. Uno de ellos es el que se refiere al financiamiento. Que es un problema difícil de abordar porque intervienen múltiples variables, que guardan relaciones complejas. En ánimo de contribuir, mencionaré algunas de las cosas que me parece deben tenerse en cuenta.

Una buena educación universitaria pública, obligatoria y gratuita, financiada con fondos del gobierno, necesita basarse en un cálculo serio de su costo frente a las presiones de la demanda para aumentar la cobertura. Asimismo, la investigación universitaria, el cambio de tecnologías, la actualización de los egresados, la superación del personal académico y el agudo problema de las pensiones y jubilaciones, deberán tener peso al considerar el financiamiento. Lo mismo que la ampliación del personal académico.

Por otra parte, la demanda de educación superior es resultado, en parte, del creciente egreso de estudiantes del nivel medio superior. Hay que fijar tasas de cobertura por entidad federativa a ser alcanzadas en el futuro próximo y los recursos económicos que le acompañen a esta definición. Es necesario hacer un esfuerzo para evitar que los jóvenes abandonen sus estudios en este punto de sus vidas. El costo por alumno, al menos, hay que mantenerlo. Y propiciar la entrada de jóvenes de los sectores de menores ingresos a la educación terciaria.

Asimismo, es menester un acuerdo voluntario para que los directivos de las instituciones tomen medidas para hacer más eficiente la administración interna de los recursos monetarios. Un buen gobierno universitario y una administración volcada a apoyar las funciones universitarias, son fundamentales para el logro de propósitos académicos.

En fin, hay muchas más aristas a considerar cuando se tratan los problemas de la educación superior en México. Autonomía y financiamiento están en la estrategia para avanzar. Lo que puedo decir, para cerrar, es que, como investigador del acontecer universitario, aprecio en todo lo que vale el discurso del rector Graue en esta coyuntura histórica.


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