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Los cambios educativos
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 800, pp. 13 [2019-05-09]
 

1. En este tiempo de cambios educativos, hay cuestiones académicas que no pueden dejarse de lado en la discusión del nivel superior. Un primer punto es cómo alterar la división del trabajo de los académicos de carrera. La presión por publicar, ligada a las becas del desempeño, para redondear los ingresos, modificó la actividad en contra del tiempo dedicado a la docencia. Transformar la división del trabajo de los académicos significa que, profesores e investigadores de carrera, le resten esfuerzos al “publicar o perecer” y le pongan más atención a la docencia, a la formación de recursos intelectuales, dentro de las funciones sustantivas de las instituciones. Y hablo de la docencia, no sólo en el aula, sino de la enseñanza en el seminario, en el cubículo y en otros espacios institucionales. Esta modificación lleva a otros cambios en la organización institucional que son difíciles, pero no imposibles de lograr.

2. En lo venidero, la docencia habrá de renovarse. En la época del internet y el acceso a la información, la exposición verbal del profesor va a ser sólo una parte de la clase. Se va a privilegiar la interacción profesor alumno y entre los propios alumnos. La clase estará basada en información que el estudiante ya traerá revisada. El maestro será una especie de tutor que guíe al estudiante para analizar e interpretar lo leído. La idea es formarlo en el pensamiento crítico y, en la medida de lo posible, darle ejemplos de cómo vincular el conocimiento obtenido con las realidades materiales o sociales. El trabajo en clase y fuera del aula podrá ser llevado a cabo en equipo. La participación en clase y los trabajos de fin de curso serán los componentes de la calificación.

3. Conforme a los cambios jurídicos habidos recientemente, la educación superior será obligatoria y gratuita. Para cumplir con estos preceptos constitucionales y cubrir una cobertura de 50 por ciento en el 2024, habrá que definir el monto del crecimiento de la matrícula que, según los entendidos, será entre 170 y 250 mil nuevos estudiantes por año. Tal incremento supone lo que ya han dicho varios colegas: una enorme adición de recursos financieros, siendo que hasta este 2019, tales recursos públicos han resultado insuficientes. Su monto, cualquiera que sea, no invalida ni la obligatoriedad ni la gratuidad.

4. Varias instituciones, de las que salen en los primeros lugares de los ranking internacionales, comienzan a programar y a ejecutar planes de estudio que combinan la docencia presencial con la docencia en línea. Esta última se ha desarrollado, pero no lo suficiente, en algunas universidades públicas del país. Su desarrollo será importante, no sólo para ampliar la matrícula, sino también, para actualizar conocimientos de los egresados y para distribuir conocimiento a los públicos interesados en las tareas universitarias.

5. Para que las políticas de educación superior sean efectivas en su instrumentación se requerirá de acuerdos entre las fuerzas políticas, actuantes en este campo. Dos de tales acuerdos son: mantener el costo real por alumno, y dirigir el presupuesto federal, sobre todo, hacia las entidades federativas más rezagadas, digamos las diez que están por debajo del promedio nacional en cobertura, tesis que hemos sostenido en el SES de la UNAM, desde principios de siglo.

6. Habrá que tener cuidado para que los estudiantes que terminan el bachillerato con buenas calificaciones no abandonen el sistema educativo en el tránsito a la educación superior, por razones de tipo económico. Hay que estimular la educación de los jóvenes que provienen de familias de los sectores más vulnerables. Una medida es otorgar becas a quienes vienen de tales familias y han tenido buenos resultados escolares. Asimismo, darles algún tipo de seguimiento institucional, digamos en los primeros semestres de su carrera, en espera de que no la abandonen y tengan éxito en sus estudios, lo que también implica dotarlos del mayor capital cultural posible, capacidades de comunicación y trabajo en equipo.

7. La evaluación del trabajo académico debe realizarse tomando a las instituciones como unidad de análisis. Lo que consigue hacer un académico es resultado, en buena parte, de las condiciones laborales que le ofrezca su institución. La evaluación de las instituciones debe permitir corregir fallas, solucionar problemas y abrir posibilidades de plantear escenarios futuros de conveniencia, según necesidades académicas.

8. Los recursos de las plazas académicas que se liberan por retiro, hay que utilizarlos en una bolsa para renovar la planta. Es imperioso contar con fondos para la renovación de la planta académica de carrera, en aquellas instituciones que lo requieran. Las jubilaciones deben permitir que los académicos en retiro lleven una vida digna y puedan cubrir sus gastos médicos. Las instituciones, además, pueden ofrecer a los jubilados algunos servicios, como parte de su reconocimiento por los años de trabajo.

9. Es crucial fortalecer la investigación, particularmente en aquellas instituciones públicas que tienen proyectos e investigadores relevantes para el desarrollo local, regional o nacional, o dedicados a la innovación de tecnologías para enfrentar los retos del Siglo XXI. Difundir el conocimiento en línea será cada vez más común.

10. Desde hace años, los especialistas han señalado que el crecimiento del sistema de educación superior ha sido intenso y rápido. El sistema se ha diversificado, se ha vuelto complejo y heterogéneo, entre y dentro de sus subsistemas, que ya son doce. Hacia 2017, las instituciones públicas cubrían dos tercios de la matrícula. Los subsistemas en que se dividen deberían tener una coordinación basada en objetivos y principios comunes y, a la par, reglamentaciones para operar y organizar la vida académica, apropiadas a cada subsistema y sus características propias. Una especie de federación coordinada desde un órgano de gobierno central. El financiamiento estaría orientado por las condiciones y necesidades de las instituciones de cada conjunto y por las políticas del gobierno federal sobre cada subsistema. No ha funcionado tener criterios homogéneos para conducir algo tan diverso.

11. En particular, las universidades públicas van a sufrir una cantidad enorme de presiones de cambio por el contexto en el que están insertas. Habrá que flexibilizar su organización para hacer frente a los problemas socio-económicos y políticos que se presenten en los campos internacional, nacional y local. Tendrán que estar pendientes de cambiar sus planes de estudio y los curricula. A nivel global, vendrán procesos que tienden a la automatización del trabajo. Los directivos de las instituciones tendrán que estar pendientes de que los estudiantes salgan preparados para contender con nuevas realidades laborales. Este tema lo he escuchado en varias universidades estatales, que están en lugares del país ampliamente conectados con procesos internacionales. Las universidades públicas requerirán usar su experiencia y tener en cuenta las tendencias centrales del mercado laboral en el país. Pero al mismo tiempo, claridad de que la relación con el mundo laboral es uno entre los muchos retos y posibilidades de las instituciones.

12. Será imperativo contar con una agencia que produzca información oportuna sobre la educación superior y que la información sea accesible a la academia. Que se programen proyectos en los que colaboren los investigadores, especialistas en estos temas, que trabajan en las instituciones de educación superior del país. Nos beneficiaríamos todos.

13. Un punto aparte. La violencia en el campus es un problema contra el que debemos luchar todos. Está presente en universidades públicas de varias entidades del país y se ha tratado en distintas reuniones de rectores. Hay simulación, falta de una cultura de la denuncia, falta de compromiso de las autoridades de los gobiernos para resguardar las periferias de los planteles, y otras medidas que permitan vivir sin miedos crónicos a un orden social que no se entiende por qué es como es. Una realidad que no se quiere ver y menos pensar en cómo corregirla. A las autoridades universitarias, académicos, estudiantes y trabajadores nos toca hacer algo para acabar con la violencia en nuestras universidades. No es un problema fácil, no se elimina sólo mediante convenios entre las burocracias. Nos hace falta una metodología aplicable para prevenirnos contra la violencia.

La educación superior en cada país tiene su propia historia. Y la nuestra es, según creo, muy rica en contenido, en humanidades, en conocimiento científico, en cultura y en valores que fortalecen a la nación mexicana. También, creo que ya vamos retrasados para transformarnos. Hay que aprovechar la coyuntura y dedicarnos a cambiar la educación superior. Es la gran tarea por venir.


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