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Transformar la política del conocimiento
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 797, pp. 4 [2019-04-04]
 

1. Desde los años 70 del siglo pasado, recién creado el Conacyt, se escuchaba que el país avanzaría y se desarrollaría con base en la ciencia y la tecnología. El Consejo articularía los esfuerzos para producir conocimiento, vinculados a las políticas de desarrollo, con el propósito de enfrentar los principales retos de la nación y lograr un aumento en el bienestar de los mexicanos. Ahora, suponemos que, con más conocimiento socialmente valioso, podremos resolver los problemas arrastrados y los creados por los pasados gobiernos y trazarnos rutas de progreso que sigan una lógica redistributiva.

En los últimos 50 años han ocurrido muchos cambios en la política del conocimiento, y particularmente en el Conacyt, que ha sido orientado por diversas perspectivas sexenales. Llama la atención que, en un momento de transformación política, no se discuta ampliamente, qué y cómo hacer ciencia para enfrentar problemas super complejos, como el de la alimentación, el agua, la falta de vivienda, la migración y sus rodeos demográficos, con los jóvenes y los viejos, que se encuentran excluidos, con el acceso a la salud, el medio ambiente, la energía, la educación y la cultura, el mundo del trabajo, la violencia, todos ellos mencionados y vueltos a mencionar en estos primeros meses de la 4T.

Una sugerencia es, como al principio de la historia del Consejo, armar Programas Especiales de cada uno de los grandes temas que preocupan a políticos y académicos. En un plazo relativamente corto, si se integran equipos y se les proveen recursos, estarían dando resultados. En la UNAM, hemos experimentado nuevas formas de articulación del trabajo académico que han servido para profundizar el conocimiento, y lograr una mayor presencia intelectual y publica de la institución y de los investigadores.

Hace falta una discusión seria sobre cómo organizar la ciencia para los nuevos tiempos. Muchos hemos hablado de la investigación multi e interdisciplinaria, de la investigación de frontera, de la producción de conocimiento en su ámbito de aplicación, de la vinculación entre ciencias y ciencias sociales, de las intersecciones de saberes, de saberes híbridos, vernáculos. Fuera de calificar, sería muy interesante armar un buen foro de filosofía de la ciencia y política del conocimiento. En la UNAM, en la U. Veracruzana, en la BUAP y, en muchas otras universidades públicas, hay académicos que pueden comenzar la tarea de reflexión.

2. Sobre la inclusión de las humanidades en la sigla del Conacyt. En el programa de reforma del Consejo no se encuentra ningún argumento o la propuesta de que se realice un análisis de fondo sobre cuál es la relevancia de las humanidades en el quehacer científico. La inclusión no puede ser mecánica.

Para decirlo en breve, en el momento de cambio que vivimos en el país, su renovada presencia plantea nuevos retos en el cruce disciplinario, en la evaluación y en los propósitos del trabajo académico. Las humanidades son cruciales para la formación de las nuevas generaciones y para llegar a un sistema democrático de la vida en sociedad. La educación y la ciencia deben ser concebidas para el bienestar.

3. Por muchas razones, la llamada “comunidad científica” está fraccionada y cada porción juega con sus propios intereses y peso político. Las humanidades no pueden evaluarse con los criterios impuestos por los científicos. Además, un nuevo patrón para producir conocimiento implica eliminar la individualización del trabajo y acabar con un sistema de evaluación en el que unos académicos funcionan para castigar o negar ventajas a otros.

4. En algunas declaraciones, las y los responsables del Conacyt 4T, han ofrecido cambiar los criterios de dictaminación del trabajo académico incluyendo exámenes cualitativos de las obras del investigador. Y eso tiene relación con el funcionamiento de las dictaminadoras. El SNI ha crecido (28000 aprox.) y se dice que continuará aumentando. La evaluación anual de conjuntos de investigadores se está haciendo de manera mecánica, con criterios homogéneos, cuando los modos de investigar y de reportar resultados son completamente diferentes entre áreas del conocimiento.

5. Las capacidades científicas en el país están desigualmente distribuidas en el territorio, y eso condena a muchas entidades pobres a no producir conocimiento sustantivo para su desarrollo local. El esfuerzo por eliminar brechas es crucial. Necesitamos planes para fortalecer a las instituciones académicas

Además de lo anterior, sería bueno descentralizar la evaluación. Habría que analizar cómo están funcionando las comisiones y proponer replicarlas a nivel regional, con representación de investigadores provenientes de varias partes del país en cada una. Otorgar confianza a los investigadores.

Colofón. Transformar la política del conocimiento, al Conacyt, es un asunto de primer orden para México, en el cual deberíamos participar los investigadores.


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