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UNAM: Estudiantes y Recursos
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 781, pp. 23 [2018-11-29]
 

La UNAM, surgida en 1910, se ha transformado con los cambios experimentados por la sociedad mexicana. Entrado el Siglo XXI, la UNAM muestra una energía institucional única, en el contexto de un panorama nacional complejo en lo económico, lo demográfico, lo cultural y lo político, que hace más difícil la integración de voluntades hacia un fin, que lleve a la cohesión social.

Queremos que nuestra institución coadyuve a que en Mexico se viva mejor, a medida que avance la ciencia, el conocimiento, y la transmisión del mismo de la universidad a su entorno. Queremos una UNAM ligada a la nación y a sus problemas.

La sociedad mexicana, en la que se encuentra asentada la UNAM, ha sido testigo, desde el Siglo pasado, del aumento de una franja muy grande de personas que vive en la pobreza, frente a una descomunal concentración de la riqueza.

En este mundo que la rodea, en lo inmediato, la UNAM ha tenido que examinarse, analizar las condiciones en las que se desarrolla y buscar salidas que le permitan mantener su estatus de primerísima institución educativa, recibir más estudiantes, y manejarse con los recursos que recibe del gobierno y los propios.

Nuevo ingreso. La demanda de educación superior se ha elevado constantemente y lo que se aprecia, cada año, es que decenas de miles de jóvenes buscan, como primera opción ingresar a las aulas de la UNAM. Los datos ilustran que el número de estudiantes de primer ingreso, en todos los niveles, se incrementó un 12 por ciento entre 2011 y 2017. En la última fecha, la UNAM recibió 95617 nuevos estudiantes, para alcanzar una matrícula de 349 515, una cifra cercana a 100 mil estudiantes más de los que tuvo en el año 2000.

Cabe especificar tres cosas con respecto a este punto. El primero es que la UNAM acepta sólo una proporción pequeña de estudiantes entre los miles y miles de aspirantes cada año, porque ya no le queda espacio.Por ejemplo, en 2018 entraron cerca de 47000 a licenciatura, que representan casi el 17 por ciento del total que aspiraron a ingresar.

En segundo lugar, puede anotarse que entre los de primer ingreso, las mujeres representaban el 52 por ciento. En tercer lugar, en la encuesta de estudiantes de licenciatura en la UNAM, 42 por ciento venía de hogares donde el padre tiene estudios profesionales.

La UNAM ha venido adaptándose a una creciente demanda y, dentro de un nuevo contexto político de la educación superior, tendrá que insistir en que se abran espacios en otras instituciones públicas de prestigio.

Por lo pronto, la demanda por ingresar a la UNAM es insistente. Según la encuesta de estudiantes, un poco más de la mitad que ingresaron por examen (50.2 por ciento), lo presentaron más de una vez. De los que provienen del propio bachillerato de la Universidad (74 por ciento), el 34 por ciento estudio en la Nacional Preparatoria y el 40 por ciento en el CCH. 9 de cada 10 entró a la carrera de su primera opción y es interesante señalar que el 46 por ciento de los estudiantes de licenciatura declararon en la encuesta que su principal motivo para estudiar una carrera es la superación personal.

Movilidad. La movilidad de los estudiantes de la UNAM hacia otras instituciones del país, y de alumnos de estas últimas a la UNAM, es demasiado pequeña.Algo semejante se registra con la presencia de estudiantes de la UNAM en el extranjero y de extranjeros que vienen a estudiar a la UNAM. Son varias las fuentes que registran la movilidad estudiantil y, las que fueron revisadas, coinciden en que la movilidad es minúscula; además, tienen cifras diferentes.

Tal parece que a la movilidad debería ponérsele más atención, porque posibilita insertar a los jóvenes en contextos donde pueden apreciar las diferencias culturales dentro del país o en otras naciones. La movilidad permite adquirir conocimientos especializados, o de mayor profundidad analítica, pero también capital social e intelectual y, en ocasiones, aprender el dominio de otro idioma. Sabemos que los estudiantes de la UNAM no se enganchan para irse al extranjero por la falta de una segunda lengua y dinero.

Recursos. Para que la UNAM pudiera lanzarse a las metas que ha alcanzado, necesitaba recursos económicos que, desde mi punto de vista, no han sido correspondientes al esfuerzo institucional. Y, no obstante, dentro de las lógicas distributivas del presupuesto educativo hemos contado con recursos que se han utilizado bien, para atender algunas necesidades de las que ha traído el crecimiento reciente (e.g. 53 carreras nuevas entre 2000 y 2018).

En general, el presupuesto de egresos de las universidades publicas, en términos reales, ha aumentado en los últimos cuatro años. Actualmente, ninguna institución pública espera un subsidio menor, en 2019, del que ha tenido antes. Ademas, es deseable que se resuelva la crisis financiera de una decena de universidades. El Consejo Universitario de la UNAM ya ha hecho un exhorto al nuevo gobierno para que se otorgue un crecimiento significativo en el presupuesto de 2019 al sistema de educación superior.

En la UNAM, también se ha fortalecido la gestión de los recursos para obtener ingresos extraordinarios, que son muy importantes para ayudar a financiar ciencia básica, nuevos proyectos docentes que proponen los académicos e imprevistos. Ademas, es relevante dar a conocer que entre 2015 y 2018, hubo una reducción de los gastos en la parte administrativa, de 5 a 4.6 por ciento del total del presupuesto.

Recibir más recursos permitiría una mejora sustancial de las instalaciones, más tecnologías en el aula y mejor atención a los estudiantes. Cabe mencionar que los recursos que gasta la Universidad son auditados interna y externamente, como parte de la política de rendición de cuentas.

Finalmente, los universitarios esperamos que se avance académicamente, porque la demanda por conocimiento científico va a aumentar considerablemente, que se avance en la equidad de género y en el combate a la violencia.

También, estamos expectantes de que el próximo gobierno ponga una nueva agenda financiera, y que se eleven los recursos para las universidades públicas, que son las que atienden a una parte mayoritaria de estudiantes. Son las que dotan de sentido a los jóvenes para el futuro, las que imbuyen el “hábito de la utopía”.


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