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Tensiones y rumbo de la universidad
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 773, pp. 6 [2018-10-04]
 

1.Las universidades públicas tienen una gran importancia académica. Su oferta educativa es diversa para cubrir los intereses vocacionales de muchos jóvenes que desean estudiar. Asimismo, en estas instituciones se lleva a cabo la mayor parte de la investigación en el país, son un recinto para el arte y preservan el patrimonio cultural de México. Es parte de su praxis discutir cómo preparar mejor a los estudiantes y cómo deben auxiliar las humanidades y las ciencias al desarrollo de la sociedad. También, enriquecer el capital cultural y social de quienes estudian, para que a su egreso puedan realizarse en su actividad.

Las autoridades federales y estatales tienen pruebas de los esfuerzos realizados por estas universidades para aumentar la matrícula y el profesorado. También, son testigos del compromiso de los académicos para superarse intelectualmente y para apoyar los procesos de cambio de su entorno social.

No todo es armonía. En las universidades hay tensiones externas e internas. Cuando operan al mismo tiempo pueden generar protestas, movilizaciones, o conflictos que siempre tienen costos políticos para las instituciones. Las externas, en parte, vienen de los nexos con los gobiernos (federal y estatal) por las políticas de evaluación con base en indicadores que no miden lo sustantivo, pero cuyos resultados tienen implicaciones sobre sus recursos económicos. En este momento, hay universidades públicas que tienen problemas financieros, como es el caso de la de Morelos, que está en huelga por falta de pago a sus trabajadores y golpeada en sus edificios por el temblor.

Hay tensiones internas que aparecen por falta de atención a problemas que viven cotidianamente los principales actores del campus. Por ejemplo, los estudiantes sienten malestar cuando hay descuidos en las instalaciones. Se quejan cuando en sus escuelas o facultades no existen condiciones de estudio adecuadas, cuando no se recoje la basura o no se limpian bien los baños. También, por la falta de locales apropiados para recreación y alimentación, o cuando los servicios de apoyo a la docencia son ineficientes.

Hacen falta programas para atender a compañeros que llegan a la licenciatura mal preparados y retardan la docencia en el aula. Interviene en las tensiones la falta de recursos económicos para sostener el estatus de estudiante o el hecho de tener que trabajar para costear la carrera. Además, los estudiantes viven en un entorno inseguro, no sienten confianza en los trabajadores de base sindicalizados, y se sienten amenazados por personas que no son estudiantes, que asisten a sus planteles y los agreden.

Una buena parte de los estudiantes no sabe que hay órganos colegiados donde están representados y/o no conocen a sus representantes para plantearles sus problemas, como tampoco lo que dice la ley sobre sus derechos y obligaciones. Es evidente la falta de cultura cívica, la indiferencia por las labores de los cuerpos colegiados, la carencia de estímulos para que exista una praxis política que pueda construir tejido social e identidad con las instituciones.

Falta de recursos a la investigación. En esta materia, como dijo el rector Enrique Graue, la inversión (del gobierno en este sexenio) ha sido escasa e incierta. El rector destacó su preocupación para que se eleve el número de becarios de posgrado apoyados por el Conacyt, a partir del próximo gobierno. En la academia existen tensiones porque, desde los primeros años de este siglo, se ha discutido los efectos negativos que tiene la evaluación al desempeño de los investigadores, cuyos criterios cada vez son más estrechos y sesgados para algunos campos del conocimiento. Debemos estar preparados para organizar la investigación de otra forma, y con ello desechar el método de evaluación que nos aplican, que iba a ser temporal y se volvió permanente.

2. Lo que sigue. La demanda de conocimiento por venir va a dirigirse al análisis y propuestas de solución a problemas concretos del país y del ámbito local. Habrá que proceder a armar equipos multidisciplinarios, producir en colectivo, con lo cual se abrirán las fronteras del conocimiento para un entendimiento más amplio y profundo de los fenómenos a ser investigados, y para lograr soluciones que en efecto permitan transformar la realidad conocida. Los productos de la investigación se difundirán por distintos medios y no podrán seguir siendo evaluados como hasta ahora.

En lo que viene para las universidades habrá que resaltar su carácter humanista, reconocer y valorar la importancia extraordinaria de las humanidades, particularmente por el quiebre moral de la sociedad mexicana, tan llena de violencia y grupos vulnerables. Las humanidades permiten que las personas piensen con claridad, busquen explicaciones y encuentren significado para tener una vida reflexiva, enriquecedora, para que las diferencias se resuelvan en propósitos comunes, participen en la discusión y el debate de los asuntos sociales y políticos, y respondan a ellos de una manera razonable. Para la universidad, el conocimiento, la enseñanza y la investigación en humanidades son cruciales, en este tiempo tan lleno de riesgos.


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