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Tercer debate: Las coaliciones políticas y la agenda científica
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 758, pp. 5 [2018-06-14]
 

Al momento de escribir este texto todavía no se celebraba el tercer y último debate de los candidatos a la presidencia; precisamente el de la agenda social, donde se incluye la educación, la ciencia y la tecnología. Siempre, sin duda, resultan relevantes las posiciones públicas de los políticos en un contexto de incertidumbre y de amplia exposición mediática. Ahí están los registros de nombres de políticos que se quedaron asociados indisolublemente a lo que dijeron o hicieron ante los reflectores en unos cuantos segundos, fue su momento de franca obnubilación o de plena lucidez.

Sin embargo, cuando faltan poco más de dos semanas para las elecciones, con independencia del evanescente episodio del debate, ya están relativamente claras las propuestas que los candidatos podrían poner en marcha en el área educativa y en el terreno científico y tecnológico. Aunque, en realidad, cuando menos en este último caso, no se debe tanto a lo que han dicho en campaña, lo cual ha sido prácticamente nulo en estos temas, sino más bien a lo que quedó anotado en sus plataformas electorales. Veamos algunos factores que sobresalen en esta elección.

Notemos una vez más una obviedad: los tres principales contendientes están propuestos por coaliciones de partidos y no por un partido político único. Esto es relevante porque, al menos aparentemente, las plataformas electorales concilian principios o posiciones ideológicas de naturaleza distinta. La pregunta es si el vínculo se sostiene aunque se trate de temas altamente controvertidos —como los dilemas éticos ante evidencias o avances científicos— o qué línea política predominará.

Después de todo, en esta elección, están coaligados partidos que han sostenido posiciones ideológicas aparentemente antagónicas. La coalición “Por México al Frente” (PAN-PRD y MC), dice en su plataforma: “Los partidos políticos que integramos la Coalición no pretendemos mimetizarnos, ni renunciar a nuestra historia y principios, es decir, a nuestra identidad como organizaciones políticas autónomas. Pero sí estamos dispuestos, ante la situación de urgencia que vive el país, a poner por delante aquello que nos une” (pág. 4). Seguramente sea lo que fuere.

Por su parte, la coalición “Juntos haremos historia” (Morena, PES y PT), en su “Proyecto de Nación 2018 – 2024”, abre su apartado de educación, no con el grave problema de la desigualdad educativa, la inocultable realidad del rezago o la imperativa ampliación de oportunidades educativas, como cabría esperar. No, sin más ni más, inicia con un amplio documento de justificación de los beneficios que habría si se otorga autonomía a las instituciones de educación superior particulares. Si este contenido es el primero en aparición, revela lo que podría ser la prioridad del proyecto en el sector y acaso lo que coaliga a las fuerzas políticas que están agrupadas.

En esta contienda electoral, se ha dicho, la dinámica y coalición de fuerzas políticas se rige por un pragmatismo pavoroso. Si asumimos que así es ¿qué importancia tiene para los problemas de la ciencia y la tecnología? Pongamos por caso la baja inversión en el sector. Todas las plataformas electorales (incluida la del folclórico e impresentable candidato independiente) sostienen que se debe invertir más. No obstante, lo que estaría por resolverse es si el mayor esfuerzo debiera ser del sector público, del sector privado, de ambos y si fuera esto último en qué proporción participarían. ¿Qué posición prevalecerá o sostendrán?

Otro asunto es que en las plataformas electorales de las coaliciones predominan las posiciones de los principales partidos que las proponen. Esto es, en la coalición “Por México al Frente” las propuestas de la plataforma son casi idénticas a las que también registró el PAN ante el Instituto Nacional Electoral, sólo que recortadas; en la de “Todos por México”, predominan los planteamientos del PRI; y en la de “Juntos haremos historia” lo que es notable son los contenidos de Morena, los que aparecen en el “Proyecto de Nación 2018-2014”. ¿Esto quiere decir que, más bien, se impondrán los principios del partido principal o cómo?

Por último, también conviene destacar que, al menos por los contenidos que han pronunciado públicamente los candidatos, así como por la extensión y planteamientos que aparecen en sus plataformas electorales, el tema de la ciencia y la tecnología no es de ninguna forma sobresaliente; tampoco se aprecian propuestas desagregadas y precisas, menos un proyecto claro. Solamente atisbos de lo que podría ser.

Si el tema de la educación no es exactamente una prioridad y lo ha acaparado principalmente la reforma educativa de esta administración, el de la ciencia y la tecnología, en términos generales, es todavía menos sobresaliente.

En la próxima entrega veremos el detalle de lo que dijeron los candidatos a la presidencia y lo que está en la agenda de la ciencia y la tecnología. Pero hoy, como desde hace casi cuarenta años, lo que encabeza la lista es la inversión en el sector. En el Plan Global de Desarrollo de 1980 fue la primera vez que se planteó la meta de destinar el 1 por ciento del PIB para ciencia y tecnología.


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