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La universidad y la restricción de lo público
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 754, pp. 6 [2018-05-17]
 

La perdida del espacio público se dio a medida que la relación del mercado con el Estado fue transformándose en favor del primero. En el modo de relación que se estableció entre estas dos instancias, el Estado brindó al mercado las condiciones y posibilidades, jurídicas y políticas, para desarrollarse en la sociedad, una de cuyas consecuencias fue crear desconfianza en lo público. En los años ochenta del siglo pasado hubo una andanada muy fuerte en contra de la universidad pública a raíz del ajuste estructural y un menor apoyo del gobierno a las instituciones educativas, en el contexto de la renovación moral. La transformación del Estado, de educador a supervisor, orientó el sistema educativo del nivel universitario para dar paso a la universidad privada y considerar a la educación como un servicio y no como un derecho.

Aún más, se comenzó a introducir la lógica del mercado en el espacio público de las universidades por la vía de nuevas formas de gestión, el incremento de la competencia por fondos para proyectos académicos institucionales y la contabilidad para medir la eficiencia y la eficacia de los resultados de la educación superior.

El mercado se introdujo, igualmente, por la vía de becas al desempeño para los académicos, que instauró una disputa desmedida entre ellos por las transferencias de dinero internas y externas, con lo cual se modificaron las pautas de la vida académica, se crearon grupos de evaluadores que adquirieron poder, por medio del juicio sobre los curriculums; se modificó el sentido de la autoridad académica.

La alianza del gobierno con las fuerzas del mercado significó un cambio de visión en las políticas educativas. Desde la óptica del mercado, el acceso a la educación superior es una cuestión de equilibrio entre la oferta y la demanda educativa, cuando en realidad es una cuestión política. Pero, la mercantilización de la educación superior fue más allá, porque también atendió aspectos cualitativos en torno a valores que resaltan el individualismo.

La restricción de lo público ha significado daños a los jóvenes. Miles son los que perciben un futuro sombrío; hay desintegración del tejido social, carencias de identidad, falta de pertenencia a una comunidad y una violencia inadmisible que resulta, en parte, del mal funcionamiento de las instituciones públicas. El Estado-gobierno dejó de cuidar el espacio público y con él descuidó sus soportes en la sociedad.

Es hora de generar un cambio sustancial para atender las exigencias de más grupos sociales por acceder a la educación superior. Por tal motivo, se requiere fortalecer a las instituciones educativas y acentuar su carácter público. Le toca al próximo gobierno recrear el espacio público en la sociedad, resolver los problemas financieros de un grupo de universidades, aumentar las capacidades de realización académica de las instituciones más desprotegidas porque en ellas va a cifrarse el futuro desarrollo territorial.

Las restricciones en el espacio público no permiten que la educación superior y la cultura cumplan para conducir de otra forma el rumbo de la sociedad. Elevar la cobertura es tarea de gobierno. En las circunstancias actuales son las universidades públicas las que pueden impulsar una nueva forma de arreglo del orden social sí consiguen, ellas también, transformarse para lidiar con los rezagos sociales y estar pendientes de lo que se viene con la digitalización en la vida social.

Hacia adelante el Estado tiene que determinar el contorno de lo público, creando posibilidades para reconstruirlo y ampliarlo, como parte de una sociedad que vive en democracia. Y en esa tarea, una más, tendrán que estar presentes todas las instituciones de educación superior públicas. Vamos a acentuar la importancia de la universidad pública y autónoma. Como parte del Estado, las universidades públicas están destinadas a impulsar el conocimiento y contenidos ético-democráticos para los ciudadanos.

El carácter público de la universidad, y cómo lo valoran los estudiantes, se aprecia en la encuesta que se hizo en la UNAM con los de licenciatura. En ese momento, casi el total de los estudiantes (97.5 por ciento) señalaron que la institución es importante por su carácter público, y más de dos terceras partes indicaron que lo público le brinda a la institución tener responsabilidad para aceptar a estudiantes de todos los niveles socioeconómicos. Un rasgo fundamental porque en la universidad pública los estudiantes conviven y se aceptan en lo diverso, en un espacio común con el cual se identifican plenamente.

El carácter público de la universidad le garantiza que sea un lugar para debatir los grandes problemas nacionales en libertad. Su aparición en el campo social y político es crucial para ampliar lo público y, por su prestigio y su rigor, para formar opinión pública. Esta es la riqueza de los universitarios de México para recuperar lo público en todo su sentido.


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