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Sobre la brecha digital entre estudiantes y profesores
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 709, pp. 6 [2017-06-15]
 

Desde el siglo pasado, los cambios en la sociedad han traído avances tecnológicos que han impactado de frente la realidad universitaria. Hoy, los académicos tienen que confrontar un mundo desconocido de plataformas y reglas para publicar sus trabajos y rendir sus informes, lo cual ha venido a dificultarles la vida en el campus.

Más todavía, tienen que responder a nuevas generaciones de estudiantes que nacieron en la época digital, que se extiende hasta hoy. En esta época, los profesores, hasta los de menor antigüedad, pueden sentirse desconectados de su auditorio. Al menos en algún grado, existen diferencias en el manejo de tecnologías entre quien enseña y quien aprende en el aula.

Los profesores hemos atestiguado la evolución del internet, de las computadoras móviles, de los teléfonos inteligentes, whats app, facebook, google, tabletas, y un mundo más de instrumentos, que muchos de nosotros todavía no sabemos manejar del todo. Más, menos, nos ha costado esfuerzo socializar en esta realidad. El envejecimiento de la planta académica termina de complicar el paisaje.

Quienes somos investigadores hemos tenido que entrar, hasta por sobrevivencia académica, al espacio social denominado el tercer entorno, que es aquel resultado de las TICS, las tecnologías que han modificado las relaciones sociales y culturales. Pero en el campo docente, esta entrada ha sido menos pronunciada. Hoy, las clases se siguen impartiendo de una manera tradicional, de forma oral, expositiva, mediante lecturas. A los escuchas, quienes aparecieron en este mundo con el tercer entorno, no les llama la atención estos métodos de enseñanza.

Evitar la desconexión entre profesores y alumnos es la tarea que tenemos por delante en las universidades públicas, e ir renovando la planta académica, a pesar de todos los problemas que hay con la mayor oferta de doctores y con el financiamiento de retiros y pensiones, que en ocasiones son críticos.

Los estudiantes de hoy prefieren clases más activas, aprendizaje visual, recibir conocimientos que les sean relevantes y de aplicación útil, interacciones más divertidas, entre los estudiantes, y entre ellos y los profesores. No se trata de usar Power point, y leer lo que dicen los acetatos. Se trata que los estudiantes vayan descubriendo, encontrando lo que está detrás de las cosas, explorar, y sobre todo colaborar, formar equipos para investigar lo relativo a los contenidos del curso. Reflexionar sobre sus puntos de interés. Combatir el individualismo y el separatismo que estimulan algunas tecnologías. Usar mayéutica, hacer que reflexionen, que salgan de la clase con algo novedoso. Las universidades tienen que hacer un esfuerzo para que el profesorado se prepare y capacite en el uso de tecnologías y programas orientados a la enseñanza en el aula en esta época digital. Y enseñarlos a que enseñen de otra manera.

Hay que poner en claro que los instrumentos tecnológicos requieren apoyo para la comprensión de la información que entregan, mostrar a los estudiantes lo efímero y la rapidez de circulación del conocimiento, su inestabilidad y obsolescencia. Además, hacerlos conscientes de que son instrumentos que abren a la globalidad cultural, al consumo de bienes materiales e inmateriales en línea, que no siempre son necesarios. Los maestros tenemos que entender y aceptar las nuevas tecnologías, y a las personas que los usan en clase con el fin de corregir o especificar lo que se discute.

Para muchos estudiantes, las tecnologías de la información influyen positivamente en sus vidas personales y escolares. Las usan sobre todo para obtener información que hace 30 ó 40 años era inaccesible. Lo que parece de cuidado es el uso excesivo del móvil en clase, porque puede provocar distracción o dispersión y, en ocasiones, falta de concentración para el estudio.

Un botón de muestra del uso de las tecnologías lo obtuvimos con la encuesta a estudiantes de licenciatura en la UNAM (Suárez, 2012). Más del 99 por ciento tenían acceso a correo electrónico y una mayoría tenían más de dos cuentas. El uso del internet no varía ni por género, nivel socioeconómico, área de estudios, semestre, ni por turno o campus. El 88 por ciento está registrado en redes sociales, y de esos, más del 97 por ciento participa en facebook. Casi la totalidad de los estudiantes usan las redes para comunicarse con sus amigos.

Total. Es tiempo de que pensemos en cómo cerrar la brecha en el uso de las tics entre profesores y alumnos. En cómo la mayoría de los profesores podemos innovar en la pedagogía que usamos para enseñar, en cómo adaptarnos a los estilos de aprendizaje de las nuevas generaciones en el entorno digital. Es tiempo de que los directivos universitarios hagan un esfuerzo por desburocratizar y flexibilizar la academia para que pueda haber tiempo de dedicación a los estudiantes y para que los profesores dediquen una parte de su jornada laboral a meterse en el mundo digital. Será para bien de todos.


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