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La movilidad efectiva.
(Escrito conjunto con Mery Hamui)
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 665, pp. 5 [2016-07-14]
 

Jóvenes inconformes con el volumen asignado de becas de movilidad cerraron el edificio principal de la Universidad Autónoma Metropolitana, luego tomaron las unidades y ahí se quedaron durante una semana hasta que apareció el rector general y recibieron una respuesta satisfactoria a sus peticiones. ¿Una semana fue poco o mucho tiempo? Sobre todo porque diferir los conflictos se estaba haciendo costumbre y porque los estándares de sensibilidad a las inconformidades han ido siempre a la zaga. Pero el caso de los jóvenes y las becas ilustra algo más que un simple reclamo para demandar mayor apoyo.

Lo obvio es que a la Ciudad de México y a la nación no le hacen falta más protestas y enconos. Mucho menos en las universidades y su propensión catalítica. En estas circunstancias, como ocurrió, la autoridad debía evitar una prolongación del paro de actividades, el escalamiento del conflicto y su probable convergencia con otros movimientos en marcha, como el de oposición a la reforma educativa. Así que lo que al comienzo fue una negativa a las peticiones, pronto fue una afirmación en todos los puntos.

Tampoco es ninguna novedad que los cauces normativos por los que debiera transcurrir la interlocución, la inconformidad o la deliberación, son probada y reiteradamente infructuosos para el ciudadano promedio. Nadie parece estar del otro lado de la ventanilla y si está, cuando más, tomará nota, ignorará lo escrito y pasará al turno siguiente. Por la misma razón, las posiciones de fuerza (como tomar la calle, cerrar un edifico público o enseñar el músculo), inquietantemente, se han convertido en el medio más efectivo para lograr los propósitos, incluso a costa de lo que sea.

La peculiaridad del reclamo de los jóvenes de la UAM fueron las becas. Y, como bien se sabe, uno de los asuntos más sensibles para cualquiera y desde luego también para los jóvenes, es el tema del dinero. Sin embargo, estas becas no eran de apoyo básico (manutención, colegiatura o transporte), sin el cual el estudiante corría el riesgo de abandonar sus estudios.

Las becas eran para movilidad. Esto es, un apoyo que la institución otorga a sus estudiantes de licenciatura o pregrado para que durante un semestre realicen una estancia en otra universidad, sea en el extranjero o en el mismo país. Es la cara más conocida de la movilidad y también de la internacionalización de las universidades.

En la mayoría de instituciones de educación superior nacionales, y especialmente desde los años 2000, se han instaurado diferentes programas para propiciar la movilidad. La UAM no ha sido la excepción e incluso en una de sus unidades, Cuajimalpa, fundada más recientemente, la movilidad es obligatoria para todos sus alumnos.

En la UAM, hace menos de una década, aparte de las becas Pronabes, comenzaron a otorgarse becas de movilidad, pero también de excelencia, titulación, servicio social y vinculación, respaldadas por el gobierno federal. El volumen de todas las becas que no eran Pronabes, para toda la UAM, no alcanzaba el millar y las de movilidad ni siquiera figuraban (Informe de labores, 2008: 18).

Al comienzo de la década actual, la misma institución aceptaba que no contaba con un programa institucional para promover la movilidad de sus estudiantes, menos con el respectivo sistema de evaluación y programa de seguimiento entre unidades (Plan de Desarrollo 2011-2014: 23). La proporción anual de sus estudiantes que participaban o habían participado en un programa de movilidad no llegaba a 4 por ciento del total de elegibles.

El asunto es que, y este fue el principal reclamo de los jóvenes para tomar el edificio de la rectoría general el pasado 5 de julio, en la víspera de iniciar la movilidad se enteraron de que no todos los que habían solicitado ese tipo de beca recibirían el apoyo prometido. Según las cifras de los propios estudiantes: solamente 85 estudiantes (16.3 por ciento) de un total de 520 solicitantes serían apoyados (Reforma. 08.07.2016). Por el contrario, las autoridades indicaron que se habían otorgado más bien 345 becas (66 por ciento). En cualquier caso, los jóvenes argumentaron que en el ciclo anterior se otorgaron becas a 96.5 por ciento de los solicitantes.

¿Esto quiere decir que la movilidad se está convirtiendo en un asunto de mayor interés para los estudiantes? Si así fuera, sabemos que la movilidad no funciona de forma generalizada ni está al alcance de todos. ¿Qué factores lo están impulsando? ¿Preocupaciones institucionales y personales por una experiencia que rebasa lo académico? ¿Un aventurerismo propio de los jóvenes?

¿Expectativas alimentadas institucionalmente que son incumplibles? A pesar de que la movilidad es el rasgo más experimentado de la internacionalización, todavía ignoramos más de lo que suponemos. Según las reglas de becas de movilidad internacional de la UAM, a quien cumple con los requisitos de la convocatoria, la institución le otorga apoyo para transportación hasta por 22 mil pesos y además 10 mil 500 pesos mensuales, máximo por cinco meses. Es el mismo tiempo para la movilidad nacional, pero la cantidad mensual baja a 8 mil pesos y el apoyo para trasporte terrestre es de 10 mil pesos. De todas formas, difícilmente se podría extender para todos los alumnos.

En el reciente conflicto, al comienzo, los estudiantes fueron atendidos por la segunda línea de mando de la institución (el abogado general, el secretario general, el coordinador de vinculación), tratando de convencerlos de que no había posibilidad presupuestal para un número mayor de becas.

Los jóvenes no desistieron, exigieron la presentación del retor general, los planteles se fueron sumando al paro de labores y las demandas comenzaron a expandirse (ciento por ciento de becas para todos los solicitantes; revisión presupuestal y transparencia en el manejo de los recursos de la institución o incluso, como planteaba el pliego petitorio de la unidad Azcapotzalco, la abrogación de la reforma educativa).

El fin de semana, el rector general, Salvador Vega y León, y los rectores de las cinco unidades académicas se presentaron a negociar con los estudiantes. Los acuerdos finales fueron: conceder el ciento por ciento de becas de movilidad para todos aquellos jóvenes que cumplieron con los requisitos (son poco más de 500 solicitantes; la UAM tiene poco más 53 mil alumnos de licenciatura); entregar el edificio de la rectoría; y continuar “con el diálogo público y abierto” sobre una agenda conjunta. De hecho, todavía este lunes 11 quedó en suspenso la reanudación de actividades en las unidades Azcapotzalco y Xochimilco.

Un último aspecto que vale la pena resaltar es que el conflicto sobre las becas también podría ser una de las primeras fisuras en los ajustes presupuestales realizados por la Secretaría de Hacienda. A lo largo de este año, la Secretaría de Hacienda ha aplicado dos recortes a Educación Pública, entidad de la que depende el subsidio de las universidades federales, le han restado un total de 10 mil 160 millones de pesos. Un volumen de disminución que ciertamente no puede pasar desapercibido, pero que públicamente no se ha especificado cómo se aplica institucionalmente y exactamente en qué se refleja. Seguramente pronto tendremos mayores evidencias.

En fin, parece que pese a la escasa información sistemática y a la adversidad, literal y metafóricamente, la movilidad sí se está realizando y tal vez habrá más.


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