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La dimensión internacional en la agenda de la educación superior
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 178 [2006-05-25]
 

El próximo fin de semana culminará la XXXVII asamblea de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies). Es un acto importante. Pero lo es no sólo por la presencia de los candidatos presidenciales en la reunión, por la exposición de sus visiones y por sus ofertas ante la asamblea. No. Lo relevante es que la mayor y más influyente asociación de rectores, como la ha hecho anteriormente en la coyuntura electoral, presenta su documento de propuestas para la educación superior para los próximos años y es una oportunidad para discutir la agenda de la educación superior.

La propuesta de Anuies no se convertirá automáticamente en el programa sectorial de la próxima administración. En todo caso habrá que aguardar los planes del presidente electo en julio próximo, la expresión de otros sectores y la capacidad de negociación del grupo de rectores. Sin embargo, no cabe duda que el documento de Anuies será una base importante para la discusión y para fijar prioridades.

A pesar de que los temas y los desafíos de la educación son muy variados, casi de forma inevitable aparecen en las primeras posiciones el reto de ampliar la cobertura para el grupo de edad, la redistribución de la matrícula, las dificultades para poner en marcha un esquema de financiamiento, la heterogeneidad de los niveles de formación de la planta académica, la complejidad de los modelos de evaluación, el inasible aseguramiento de la calidad educativa y la permanente tarea de gestión, entre otros. Esto es, a pesar de los avances, que los hay, y a pesar de los esfuerzos realizados -quizás no en la magnitud que fuera deseable-, tenemos enfrente, más o menos, los mismos problemas.

Lo grave es que no terminamos de solucionar los viejos problemas cuando ya están tocando a la puerta otros más. Podemos ignorarlos o, literalmente, cerrarles la puerta, pero eso no los desaparecerá. Estos tienen como escenario el orden internacional; una dimensión cada vez más apremiante y difícil de soslayar en la agenda nacional de la educación superior y en prácticamente todas las áreas.

Hace tiempo que se instaló la dimensión internacional en el enfoque de los problemas de la educación superior en el país. Pero ha sido de forma estrecha. Por un lado, ha sido más en el terreno del contexto y de la retórica para plantear las propuestas, como el prometido acceso a la sociedad del conocimiento, el mejoramiento del nivel de competitividad de la fuerza de trabajo calificada, la avasallante globalización en sus diferentes expresiones, el inescapable uso de las tecnologías de la información y la comunicación, y los veloces cambios científicos y tecnológicos, por ejemplo. Por otro lado, en una vertiente más bien reactiva por los procesos de integración comercial y la formación de bloques regionales, se advierte la influencia de las agencias internacionales; se destaca la necesidad de crear un marco normativo para la prestación de los servicios educativos en el país, ante la presencia de nuevos y numerosos proveedores; establecer y asegurar ciertos estándares de calidad educativa, para realizar comparaciones y permitir la competencia; flexibilizar las estructuras curriculares y abrir el sistema para permitir una mayor movilidad estudiantil.

En cualquiera de los casos, la incorporación de la dimensión internacional en la agenda ha sido ante hechos consumados: para sumarse al discurso en boga o para tratar de hacer frente a problemas crecientes. Tal vez nos ha llevado demasiado tiempo tratar de establecer una línea base -en atención a alumnos, en cuerpos académicos, en planeación, en gestión, en calidad- del sistema de educación superior y aún sin haberla alcanzado, ahora tenemos que sumarle el desafío que implica el entorno internacional.

Además, en términos regionales, las cosas no marchan mejor. Al dilema de mirar hacia el norte o hacia el sur y a las hostilidades entre países de la región latinoamericana, habría que agregarle la falta de acuerdos entre sí y con la Unión Europea. La declaración de la Cuarta Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe - Unión Europea, la que se llevó a cabo en Viena, Austria, hace un par de semanas, en materia de educación superior y de ciencia y tecnología, concluyó reiterando, una vez más, la prioridad de crear un Espacio Común de Educación Superior entre la Unión Europea y América Latina para la movilidad y la cooperación, lo mismo que la importancia de la cooperación científica y tecnológica para el desarrollo económico, social y sustentable de los países de la región. Sin embargo, no se plantearon acciones específicas ni tampoco compromisos explícitos.

La difusión del documento de Anuies será una oportunidad para discutir el futuro y las prioridades de la educación superior y, lo más importante, para planear acciones de largo plazo, con capacidad de anticipación y no solamente viendo hacia adentro.


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