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Dos años gratuitos de community college
Marion Lloyd
Campus Milenio Núm. 592 [2015-01-22]
 

Tras la derrota de los demócratas en el congreso estadunidense el pasado mes de noviembre, muchos pronosticaron un final gris de la presidencia Obama. Se equivocaron. En los últimos dos meses, el “pato cojo” de la Casa Blanca ha tomado algunas de las decisiones más audaces de su presidencia. Obama ha reestablecido relaciones diplomáticas con Cuba después de 54 años de hostilidades. Ha avanzado con una reforma migratoria que podría beneficiar a millones de mexicanos en Estados Unidos. Y ahora propone hacer gratuitos los primeros dos años de los community college—una iniciativa que busca hacer mucho más accesible la educación superior del país.

Actualmente, casi la mitad (45 por ciento) de los 24 millones de estudiantes universitarios del país asiste a instituciones de este tipo, que ofrecen títulos medios después del equivalente de dos años de estudios (Los estudiantes después pueden aplicar sus créditos hacia un título de licenciatura, con dos años más de estudios, o bien quedarse con el grado de asociado). La administración estima que la propuesta podría beneficiar a unos 9 millones de estudiantes de tiempo completo y animar a muchos más estudiantes pobres a cursar estudios universitarios.

Las colegiaturas en los community college son mucho más bajas que en las universidades públicas (sin hablar de las privadas): $3 mil 260 por año contra 8 mil 8890, según la American Association of Community Colleges. Pero ese precio resulta prohibitivo para muchos estudiantes, ya que no cubre libros, habitación y alimentos, entre otros gastos.

“En América, una educación de calidad no debe ser un privilegio que esté reservado para unos cuantos”, dijo Obama al anunciar su propuesta el 9 de enero, en un community college en el estado de Tennessee. Afirmó que un título universitario es “el boleto más seguro a la clase media”. Además, insistió, un diploma de la preparatoria ya no es suficiente para que los trabajadores estadunidenses compitan en la economía global.

Según los estimados de la Casa Blanca, el plan costaría unos 60 mil millones de dólares durante los próximos 10 años. El gobierno federal pagaría 75 por ciento del costo y los estados se encargarían del restante 25 por ciento. El programa solo aplicaría a los community college públicos, pero con más de mil instituciones en todo el país, estos tienen la mayor oferta en este nivel.

Por su gran tamaño y enfoque, muchos expertos en educación equipararon al plan de Obama con otros dos hitos en la historia de educación superior del país: la G.I. Bill (Ley G.I.) y las Becas Pell. La primera fue una ley aprobada a finales de la Segunda Guerra Mundial, que permitió a unos 8 millones de ex soldados a asistir a la universidad. Y la segunda es un programa de becas federales, aprobado por el Congreso en 1972 y aún vigente, que subsidia a millones de estudiantes universitarios de bajos recursos cada año.

No obstante, la propuesta de Obama está lejos de ser un hecho. El Partido Republicano, que suele oponerse a programas federales de este tipo, acaba de lograr su mayoría más abrumadora en el congreso desde la Segunda Guerra Mundial. Otras iniciativas de Obama en materia de educación superior enfrentaron fuerte oposición de los republicanos: cuando quitó a los bancos y los otros intermediarios del proceso de los préstamos estudiantiles federales, y cuando subió el monto de las becas federales para estudiantes pobres (las llamadas Pell Grants). Y varios legisladores republicanos ya han criticado la nueva propuesta del presidente, alegando que es demasiado cara y burocrática.

Aún así, no es imposible, ya que el alto costo de las colegiaturas universitarias, así como el estancamiento en la matrícula a nivel superior, se han vuelto temas prioritarios tanto para los demócratas como para los republicanos.

De hecho, la propuesta de Obama toma inspiración en una nueva ley introducida por el gobernador republicano de Tennessee, Bill Haslam. A partir de junio, el estado ofrece dos años de community college de forma gratuita para todos sus residentes. En septiembre, 22 mil nuevos estudiantes se inscribieron bajo el nueva esquema, que está financiado a través de la lotería estatal, según reportes de prensa.

Además, en la última década, unas 30 ciudades y condados han implementado programas de becas, conocidos como Programas Promesa (Promise Programs), que cubren el costo total o parcial de la universidad para egresados de escuelas públicas. Generalmente, los programas son pagados por donadores privados, que buscan aumentar el nivel de escolaridad de su comunidad y atraer a nuevos residentes con aspiraciones universitarias.

Tal es el caso de la ciudad de Kalamazoo, del estado Michigan, que implementó un Programa Promesa para estudiantes de sus escuelas públicas en 2005. Hubo mucha necesidad. Uno de cada tres estudiantes de la ciudad proviene de familias que están por debajo de la línea de pobreza, y uno en 12 no tenía hogar, según un reportaje del New York Times publicado en 2012. Sin embargo, la promesa de recibir apoyos para la universidad impactó notablemente en los estudiantes, ayudando a elevar su rendimiento escolar, según un estudio publicado en la revista EducationNext (El monto de la beca se incrementa, según el número de años cursados en las escuelas públicas de la ciudad).

El impacto fue especialmente notorio para estudiantes afroamericanos, quienes representan 44 por ciento de la población de la ciudad y que suelen acudir a la universidad en menor proporción que los estudiantes blancos o hispanos; el primer grupo mejoró su promedio escolar en .7 puntos (de una escala de 1 a 4), comparado con una mejoría de .21 puntos para el total de los estudiantes. Tal como sucedió en Tennessee, que empezó en algunas comunidades y después se amplió, el éxito del programa Promesa Kalamazoo llevó a la creación de otros siete programas promesa en el estado.

No obstante, hay un fuerte debate sobre si estos programas son replicables a nivel nacional. Muchos republicanos se oponen a que el gobierno federal dicte políticas de educación para los estados. Lamar Alexander, senador republicano y ex secretario de educación bajo el gobierno del George Bush papá, resumió ese sentimiento en entrevista con Inside Higher Ed. “Ésa es la diferencia entre demócratas y republicanos. Los republicanos ven un buen programa y lo quieren expandir de estado en estado. Los demócratas ven una buena idea y la quieren hacer federal, con control desde Washington”.

Sin embargo, Alexander ha dicho que quiere trabajar con Obama para lograr reformas en el sistema de educación superior. En particular, quiere elevar el número de becas federales y hacer menos engorroso el proceso. Actualmente hay que responder a más de 100 preguntas para solicitar una beca o un préstamo federal.

La propuesta de Obama forma parte de un nuevo énfasis por parte de su administración en la educación superior como motor de desarrollo. En 2009, el presidente anunció la Iniciativa Americana de Graduados (American Graduation Initiative), que buscaba recuperar el primer lugar para Estados Unidos como el país con mayor porcentaje de egresados universitarios en el mundo (En 2009, el país se ubicaba en el lugar 16 en el mundo en la proporción de la población entre 25 y 34 años con títulos de licenciatura, según la Organización de Cooperación y de Desarrollo Económicos (OCDE)).

Para lograr la meta, Obama propuso incrementar el número de egresados universitarios en 5 millones para 2020. Prometió una inversión de unos 12 mil millones de dólares adicionales durante 10 años en los community college para ampliar la oferta y mejorar la eficiencia terminal—meta que no se ha podido cumplir, en parte por oposición de los republicanos en el congreso. El sistema de community college, que incluye a más de 2 mil instituciones en todo el país, entre públicas y privadas, representa el primer paso hacia un título universitario para millones de estudiantes. Aún para los que no logren transitar hacia programas de licenciatura, un título de asociado les garantiza mayores ingresos y mejores oportunidades laborales, en áreas como la informática y la industria de la salud.

Sin embargo, el sistema enfrenta problemas mayores. Solo 11 por ciento de los estudiantes que ingresan logra titularse después de 2 años, y 28 por ciento después de 4 años (es decir, el doble del tiempo reglamentado), según un estudio del Departamento de Educación de 2010. Tampoco hay mucha movilidad hacia las universidades de cuatro años. Solo 15 por ciento de los estudiantes que empezaron en un community college logró acabar la licenciatura en seis años, según un estudio del National Students Clearinghouse de 2006 (Estudios más recientes muestran resultados encontrados, pero hay un consenso en torno a las dificultades que enfrentan los estudiantes en transitar hacia los niveles más altos del sistema terciario).

La poca eficiencia terminal se debe en gran medida al hecho de que la mayoría de los estudiantes trabajan mientras estudian. También, suelen contar con menor capital cultural y económico que los estudiantes que asisten a las universidades de cuatro años. Un 44 por ciento de los estudiantes de bajos ingresos acudieron a los community college como primera institución de educación superior, contra 15 por ciento de estudiantes de altos niveles de ingreso, según un estudio del Centro Nacional de Estudios de Políticas Públicas y Educación Superior, realizado entre 2002 y 2006. A su vez, 50 por ciento de estudiantes hispanos y 31 por ciento de afroamericanos empezaron en instituciones de dos años, contra 28 por ciento de estudiantes blancos, según el mismo estudio.

La propuesta de Obama busca incrementar el porcentaje de estudiantes pobres y de minorías raciales que acuden a la universidad, ya que los estudiantes podrían utilizar becas y préstamos gubernamentales para cubrir los demás costos de asistir a los community college. No obstante, reconoció que no sería fácil y que los estudiantes tienen que estar “dispuestos a trabajar”. Independientemente de que Obama logre convencer al congreso de su propuesta, marca un hito histórico en el país, que tiene las colegiaturas universitarias más altas del mundo. Como mínimo, el presidente ha abierto un debate nacional sobre la posibilidad de hacer gratuita la educación superior. Eso en un momento en que muchos gobiernos del mundo están yendo en la dirección opuesta.


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