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La Confianza
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 592 [2015-01-22]
 

La crisis de valores está presente en la vida nacional. Hay una profunda anomia, que se nota en la escasa reacción de los ciudadanos ante hechos tan terribles como los que genera la violencia y la corrupción. Perdimos la confianza en nosotros y en nuestras instituciones.

La confianza es un es un término tratado por bastantes estudiosos de la historia, la sociedad y la política. Se trata de un ingrediente fundamental para la existencia y funcionamiento de una sociedad. Grosso modo, la confianza es una creencia en que las respuestas que se obtienen en las relaciones interpersonales se comportan con algún grado de certeza.

Pero, además, la confianza puede estar referida a lo que hacen las instituciones, las cuales la ganan a partir de su capacidad para satisfacer las demandas que les hace la sociedad. En este sentido, tiene que ver con la evaluación de resultados, con percepciones y actitudes de las personas.

La confianza, entonces, brinda seguridad de que alguien o algo actuará de una cierta forma frente a una situación determinada. La confianza en los otros y en las instituciones está asociada a la cohesión social, produce redes sociales, sentido de cooperación, una mayor participación en tareas colectivas y en la vida pública.

Particularmente, cuando se refiere a la confianza que se tiene al sistema político, a sus actores y sus instituciones.

La confianza es básica para que se tenga credibilidad y, ambas, se vinculan a la legitimidad, la que remite al poder político, a la dominación y a los sistemas electorales. Así, una y otra vez, la referencia a Max Weber es obligada, porque la legitimidad surge de la tradición, de las creencias históricas, del pasado; también la legitimidad tiene que ver con el carisma del líder y con la existencia y obediencia del orden legal que provee libertad de elección y seguridad. Tengo la impresión de que las fuentes de legitimidad política, en México, quedaron agotadas por el comportamiento de la clase política y la ineficiencia de las instituciones para resolver la inseguridad y los problemas económicos. La desconfianza, ahora, es estructural.

Hay varios análisis de la confianza en las instituciones políticas de México. Uno de los estudiosos del problema, V.M. Durand (2010), muestra que la desconfianza en las instituciones políticas, a partir de las percepciones de su desempeño, viene de lejos en el país. Él analiza dos encuestas, una levantada en 1993 y otra en el año 2000. De manera muy breve, sus resultados muestran que las instituciones de justicia, el poder legislativo, los sindicatos y la policía son las que tienen menores índices de confianza y, en general, que a lo largo del tiempo han disminuido todavía más.

La falta de confianza en las instituciones políticas, entonces, no es tan nueva y puede estar relacionada con la pérdida de valores, estimulada desde el poder, para desgastar a la revolución mexicana. Así, la desconfianza se ha mantenido ya entrado el Siglo XXI. Una de las casas encuestadoras en México (Mitofsky), incluye una serie de tiempo con calificación de la confianza a las instituciones entre el 2004 y el 2014. Salvo la Suprema Corte de Justicia, las demás instituciones mencionadas arriba fueron las de más baja confianza en los 10 años. Se agregan a ellas los partidos políticos, que ganan a todas las demás instituciones por ser a los que se les tiene menor confianza.

Hay una adición a los datos anteriores: algo más de la mitad de la población, en una encuesta nacional, no está de acuerdo con el Presidente de la República. El dato es de Agosto de 2014. La pérdida de aceptación al Presidente aparece en casi todas las encuestas. Forma parte del escenario de la crisis de valores. Y, si nos fijamos más a detalle, son los de más alta escolaridad quienes tienen menos acuerdos con él y menor índice de confianza en las instituciones.

Estamos en un punto, en el que hay que crear confianza. Las universidades son una fuente muy valiosa para ello. Casualmente, la población del país, como la reflejan las encuestas, tiene altos niveles de confianza en las instituciones universitarias, que se conjuntan con la familia y la iglesia. Tres ámbitos desde los que se puede retomar la educación en valores, para y por una mejor ciudadanía en el futuro.

En la UNAM, que me sirve nuevamente de ejemplo, la encuesta de estudiantes de licenciatura mostró que los jóvenes tienen un muy alto nivel confianza en sus profesores, en sus compañeros estudiantes y en la figura del Rector. La confianza se construye día a día con quienes están más próximos.

Hay que insistir, entonces, que en las universidades públicas se refuerce la enseñanza de las humanidades, que el curriculum oculto enfatice la ética en la vida cotidiana y que las administraciones operen con trasparencia y eficiencia. El capital cultural y social que se crea en las universidades va a ayudar a superar la crisis política que hoy nos invade.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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