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¿Las plazas, novedad efímera para los jóvenes doctores?
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 584, pp.28 [2014-11-13]
 

Lo novedoso de esta administración no fue la propuesta de alcanzar uno por ciento respecto al PIB en investigación y desarrollo experimental. Tampoco plantear el impulso a la productividad y competitividad o la idea de crear nuevas instituciones de investigación; ni siquiera el establecimiento de temas y proyectos prioritarios en el sector. Estas medidas, más o menos, se ensayaron en el pasado.

La auténtica novedad fue la iniciativa de crear plazas para los jóvenes doctores, aunque hoy es incierto su alcance y continuidad. La propuesta se perfiló en noviembre de 2013, precisamente en el marco de las negociaciones y diseño del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para este año, ahí se reservaron los 550 millones de pesos que ahora se ejercen.

El programa se denominó “Cátedras Conacyt para jóvenes investigadores” y adquirió mayor precisión en febrero de este año, cuando se publicó la convocatoria correspondiente con requisitos y lineamientos a observar. En su momento dijimos que probablemente estábamos ante el inicio de un cambio profundo en el tipo de relación laboral de los académicos (Campus Milenio No. 548). Sí, por primera vez, el gobierno federal experimenta con una nueva figura laboral en el mercado académico: nombramientos de confianza expedidos por Conacyt a jóvenes investigadores y tecnólogos que se presentaron a la convocatoria de las cátedras. Una política similar a la aplicada por Argentina a través de su Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Según los lineamientos de las cátedras mexicanas, los jóvenes seleccionados son comisionados a instituciones públicas de investigación, pero son reconocidos como personal académico del organismo. Esto es, Conacyt funge como el patrón, no las instituciones receptoras. Incluso, para efectos legales, el lugar en el que están adscritos, no se considera un patrón sustituto, beneficiario final o solidario.

De hecho, en las normas expedidas claramente se indica que: La institución de adscripción no tendrá ninguna relación de carácter laboral con el personal académico comisionado, ni este estará subordinado a la institución de adscripción, por lo que no asumirá responsabilidad alguna en materia laboral y de seguridad social, las cuales correrán a cargo del Conacyt (artículo 8 de los lineamientos). Por supuesto, la institución de adscripción tiene derechos y obligaciones, pero se especifican en los convenios de asignación de recursos humanos que firma con Conacyt. Por ejemplo, algunas de las obligaciones de la institución son proporcionar a los jóvenes investigadores un espacio físico y servicios de apoyo como lo hace con el resto de su personal, lo mismo que hacerse cargo de los viáticos para su participación en seminarios, congresos y proyectos.

Uno de los aspectos más complicados es el de los derechos de propiedad y de autor que se generan por parte de los comisionados. Al respecto, en el convenio se establece que Conacyt no tiene interés jurídico en esos derechos, sino que serán de la persona física o moral, a quien conforme a derecho le correspondan, pero que la “institución de adscripción se obliga a compensar o estimular o participar” a los comisionados, en los mismos términos en que lo hace con su personal. Un probable punto de tensión.

Conacyt, como patrón, se hace cargo del salario y de las prestaciones laborales que establece la Secretaría de Hacienda. Desde el comienzo se anunció que seguramente el sueldo mensual para los comisionados sería de 37 mil pesos y un apoyo inicial, por única vez, de 500 mil pesos. La comisión sería por diez años y puede ser renovada tantas veces como sean necesarias, siempre con evaluaciones de por medio.

Los resultados de la convocatoria de la cátedras comenzaron a conocerse el pasado mes de agosto y poco a poco se está completando la información, aunque todavía es necesario desagregar más datos y conocer la recepción que tienen los jóvenes aceptados. Actualmente, tal parece que ya fueron asignadas las 574 plazas y un primer dato que muestra la importancia del tema es que alcanzaron lugar dos de cada diez, puesto que, según el diputado Rubén Benjamín Félix, presidente de la comisión de ciencia y tecnología de la Cámara de Diputados, se presentaron alrededor de 3 mil aspirantes.

En la convocatoria se especificaron siete temáticas que agrupaban una treintena de retos. Las instituciones interesadas debieron presentar un proyecto grupal (incluir entre tres y cinco jóvenes investigadores) y/o individual (solamente un investigador). A su vez, los aspirantes a las cátedras tenían que inscribirse en el Padrón de Jóvenes Investigadores del Conacyt, puesto que de ese listado serían seleccionados. Los temas fueron: a) ambiente; b) conocimiento del universo; c) desarrollo sustentable; d) desarrollo tecnológico; e) energía; f) salud y g) sociedad.

En total, Conacyt reporta que el programa de cátedras suma 333 proyectos (105 grupales y 228 individuales). En la distribución de proyectos por tema: desarrollo tecnológico: 93 (21 de grupo y 72 individuales); salud: 56 (18 y 38, respectivamente); ambiente 42 (13 y 29); desarrollo sustentable 42 (20 y 22); energía 38 (9 y 29); conocimiento del universo: 35 (9 y 26); y sociedad 27 (15 y 12). Según las cifras, en un extremo está el tema de desarrollo tecnológico con el mayor número de proyectos y en otro el de sociedad. El primero concentró más de una tercera parte de las 574 nuevas plazas. El Distrito Federal también concentró el mayor número de plazas asignadas: 89; le siguió Oaxaca con 35; luego Michoacán con 33; y al final Tabasco con 3 plazas.

Las universidades públicas, los centros públicos de investigación Conacyt y las instituciones de educación superior federales, como era de esperarse, concentraron el mayor volumen: 176, 151 y 121 plazas, respectivamente. Números más modestos, de 30 a 40 plazas, fueron para otros centros públicos de investigación, instituciones tecnológicas y de salud.

El total de 574 nuevas plazas es relativamente pequeño, comparado con los 3 mil nuevos doctores que egresan cada año en México y sobre todo frente a la demanda acumulada de la última década o quinquenio. Sin embargo, se trata de ese tipo de iniciativas estratégicas, muy localizadas y de gran efecto mediático, que pueden modificar al sistema en su conjunto, especialmente si se sostienen a lo largo del tiempo.

El asunto es que necesitamos una mayor desagregación de la información del programa, también requerimos saber cómo fue y qué resultará de la peculiar inserción de los comisionados, e incluso si tendrá continuidad el programa. Por lo pronto Conacyt, en el proyecto del PEF para el año próximo, en lugar de preveer un aumento de nuevas plazas-cátedra, respecto a las que se crearon en este año, las redujo a 225 (estrategia programática del PPEF 2015).

Es posible que, como dijo el presidente de la comisión de ciencia de la Cámara, Félix Hays, los diputados incrementen los recursos del PEF para crear 700 nuevas plazas-cátedra. O tal vez no. A más tardar este 15 de noviembre estaremos enterados. El caso es que está en suspenso la viabilidad y alcance de las cátedras; el Peciti ni las menciona. Lo cierto es que el tema de las finanzas públicas no pinta nada bien, el panorama político menos y el desánimo se acumula en miles de jóvenes.


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