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Estudiantes chinos y las realidades del mercado
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm 183, pp.5 [2006-06-29]
 

Acaba de aparecer en la sección internacional del New York Times (22/06/2006) un interesante artículo escrito por Joseph Kahn, acerca de un episodio ocurrido en una pequeña universidad privada, Shengda College, situada en la ciudad china de Zhengzhou, capital de la provincia de Henan. Se trata de una institución que cuenta con un currículo diversificado, profesores extranjeros para la enseñanza del inglés y un campus muy bien cuidado, que cuenta hasta con un pequeño lago. Los estudiantes pagan una colegiatura del equivalente a 2 mil 500 dólares al año por la obtención de un diploma que lleve el nombre de la Universidad de Zhengzhou, la universidad de más prestigio en la provincia. Así que cuando los graduados de la generación 2006 recibieron sus diplomas que decían "Universidad de Zhengzhou, Colegio Shengda de Economía, Comercio y Administración" en lugar de tener sólo el nombre de la Universidad, comenzaron a destruir los salones de clase y las oficinas, así como las ventanas de varios automóviles, riñieron con la policía y desataron una de las protestas estudiantiles más prolongadas desde las de 1989 en la plaza de Tiananmen, Beijing.

Este conflicto es un reflejo de la realidad que enfrenta la creciente población de estudiantes de enseñanza superior en China, expresada en actividades académicas fraudulentas, instrucción de baja calidad y un mercado de trabajo intensamente competitivo. La que alguna vez fue la llave mágica para ingresar a los altos puestos en el gobierno o los negocios, se ha convertido en una costosa apuesta para millones de familias de bajos recursos que encuentran que ni siquiera los más prestigiados diplomas y grados pueden garantizar el éxito en una economía de mercado. Los números son impresionantes, como lo son muchas de las cifras del gigante chino: el número de estudiantes de educación superior ha aumentado cinco veces en los últimos siete años, llegando a un estimado de 4.1 millones este año. Sin embargo, más de la mitad de ellos tiene problemas para encontrar trabajo, según datos oficiales.

Los estudiantes del Shengda Collage se sintieron agraviados porque se les aseguró cuando ingresaron que al graduarse obtendrían sus certificados de estudios idénticos a los de la Universidad de Zhengzhou, la mejor de la provincia. Muchos de los estudiantes en cuestión no obtuvieron el puntaje suficiente en el examen nacional para ingresar a universidades de prestigio como la Zhengzhou (que cobra el equivalente a 500 dólares al año). Así que la opción del Shengda Collage persuadió a los estudiantes y sus familias para pagar las altas colegiaturas a fin de ganar un espacio importante en el mercado laboral. Lo que no sabían era que, de acuerdo con las normas nacionales, a partir del 2003 Shengda e instituciones similares están obligadas a usar su propio nombre en los diplomas. "Es como si hubiéramos pagado por un Mercedes Benz y nos hubieran entregado un vocho", expresó uno de los indignados estudiantes.

El problema de Shengda se remonta a 1998, cuando el gobierno chino estimuló una amplia expansión de la enseñanza superior. En consecuencia, se crearon cientos de establecimientos casi de la noche a la mañana para recibir a millones de estudiantes que pensaban ser contratados como ingenieros, banqueros y expertos en mercadotecnia en una economía en rápido crecimiento. Bajo la normatividad, dichos establecimientos tendrían que afiliarse a otras instituciones a fin de ser supervisadas por éstas. Las nuevas instituciones cobraron mayores colegiaturas que aquellas a las que se asociaron, con el argumento de que daban a los estudiantes que no habían alcanzado puntajes altos, la oportunidad de estar afiliados a una universidad de prestigio. De modo que cuando las autoridades dejaron de permitir esa práctica, los estudiantes reaccionaron de manera violenta. También recientemente se supo a través de la prensa internacional que miles de estudiantes de la Universidad de Sichuan en Jiangan, lanzaron botellas y todo tipo de objetos de las ventanas de sus dormitorios para protestar por la falta de energía eléctrica en la madrugada. Aunque algunos argumentaban que necesitaban luz para preparar los exámenes finales, otras versiones indicaron que la necesitaban para ver en vivo los partidos de la Copa Mundial de futbol.

El artículo que aquí se comenta es una muestra más de instituciones privadas que son incapaces de cumplir sus promesas de otorgar prestigio y buenas oportunidades de empleo a sus egresados, cuando su oferta se basa en el lucro y no sobre la base de una sólida base académica. También ilustra los sacrificios a los que las familias recurren con tal de asegurar el mejor porvenir para sus integrantes. Aunque no se dice claramente, también es una muestra de lo volátil que son los mercados laborales en sus demandas de personal calificado a las instituciones de educación superior (IES). Para dar respuesta a ellas, las IES adecuan sus planes y programas de estudio, pero puede ocurrir que cuando egresen los estudiantes, las necesidades de dichos mercados ya sean otras. Por ello es necesario que la formación sea lo suficientemente sólida a fin de evitar que los egresados sean sorprendidos por las veleidades del mercado de empleo.


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