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La Universidad Abierta y a Distancia de México
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 569, pp.5 [2014-07-24]
 

La Universidad Abierta y a Distancia de México (Uadm) es un proyecto relativamente nuevo y en él se depositaron grandes expectativas para ampliar las oportunidades educativas no sólo para quienes precisan ciertas condiciones de estudio, también para el creciente número de jóvenes que no encuentra acomodo en las instituciones tradicionales.

Sin embargo, tal parece que su arranque, como el de casi todos los proyectos universitarios novedosos, todavía debe demostrar que su futuro es posible. Tal vez para muchos de los que se matricularon en ese espacio virtual, la Uadm no es la opción que esperaban y seguramente no lo será.

En 2009 comenzó la idea de ofrecer educación a distancia a gran escala, como programa universitario. Pero fue hasta enero de 2012, casi al final de la administración de Felipe Calderón, cuando se publicó el decreto de creación de la Uadm con la figura jurídica de “órgano administrativo desconcentrado de la Secretaría de Educación Pública, con autonomía técnica, académica y de gestión”.

Es decir, la nueva universidad como entidad no autónoma, cuyo rector es nombrado por el presidente de la República, a propuesta del secretario de Educación Pública; una universidad pública federal con un estatus similar al Instituto Politécnico o a la Universidad Pedagógica.

El decreto de creación establece que su oferta será no escolarizada y utilizando las tecnologías de la información y la comunicación. Pero tendrá una organización similar a la mayoría de instituciones de educación superior presenciales. Esto es, un rector, como máxima autoridad, un consejo universitario, una secretaría general un consejo académico, coordinaciones y divisiones académicas.

De hecho, apenas en noviembre del año pasado se celebró el primer consejo universitario, integrado por una decena de personas. Las opciones educativas que ofrece son tanto a nivel licenciatura (12 cuatrimestres) como de técnico superior universitario (siete cuatrimestres).

Las opciones están centradas en una docena de carreras, en su mayoría una mezcla de opciones tecnológicas orientadas a los servicios. Por ejemplo: administración de empresas turísticas; gestión y administración de PYMES; o mercadotecnia internacional. También biotecnología, energías renovables, tecnología ambiental, matemáticas o telemática.

Las cifras de la Uadm son relativamente imprecisas y están en construcción, tal vez por el poco tiempo que tiene en operación y por la naturaleza misma de la institución. Según los datos oficiales del informe de gobierno del año pasado su matrícula era de poco más de 50 mil alumnos (alrededor 1000 fuera de México, en 70 países).

En las mismas cifras oficiales se advierte que la mayor parte de la matrícula no corresponde al grupo de edad (jóvenes de 19 a 23 años de edad). Esto es, nueve de cada diez personas inscritas superan esa edad (p. 329). Aunque en este año la matrícula aumentó y tal vez las proporciones se han modificado.

Recientemente, el rector de la Uadm, Francisco Cervantes, destacó que solamente 746 alumnos concluirán en tiempo y forma sus estudios y habla que cerca de 38 mil son población flotante (La Jornada 19.07.2014).

Tal vez el tema de la edad sea uno de los factores que explique el alto nivel de abandono de los estudios. No solamente porque son personas poco familiarizadas con el manejo de tecnologías de información, sino también porque han perdido el hábito de la disciplina académica y piensan erróneamente que resultará más fácil la educación a distancia. ¿O es la oferta de contenidos? Hasta ahora, lo que se puede advertir es que la Uadm no la perciben los jóvenes como una opción relevante. Ahí se localiza su principal tarea y desafío.


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