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Predictibilidad de las pruebas de admisión. Algunas evidencias
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm. 567 [2014-07-10]
 

En México, la gran mayoría de los sistemas e instituciones públicas de educación media superior y superior hacen uso de exámenes de admisión basados en pruebas estandarizadas de conocimientos. En el caso de las universidades y otras IES públicas, los resultados que obtienen los estudiantes implican decisiones acerca de su admisión o rechazo. En el bachillerato, los resultados en las pruebas de selección determinan, generalmente, la distribución de estudiantes por tiposde institución y planteles.

En teoría, además de servir como filtro, criterio de admisión y criterio de distribución, los exámenes de admisión deberían proporcionar a las instituciones información acerca de la capacidad de los estudiantes y sus posibilidades de tránsito y éxito en los estudios que van a seguir. En caso contrario, es decir en la hipótesis de que dichas pruebas fueran inconsistentes con las probabilidades de logro académico futuro, convendría reflexionar si son o no el mejor mecanismo de selección estudiantil.

Por ello, una importante línea de análisis sobre las pruebas estandarizadas en procesos de selección estudiantil es aquella que busca determinar la capacidad predictiva de tales instrumentos. Se suele denominar “validez predictiva” a la correlación entre el puntaje de la prueba y los resultados que posteriormente obtienen los estudiantes en el programa en que fueron aceptados, y “validez concurrente” a la correlación entre la prueba de admisión y algunos indicadores de la trayectoria escolar previa, por ejemplo, el promedio de calificaciones obtenido en el ciclo académico precedente.

En la literatura internacional son muy abundantes los estudios de este tipo, y los resultados y conclusiones generales que se apuntan son del tipo: las pruebas de mayor calidad tienden a predecir los resultados futuros o previos en torno al nivel de cuarenta por ciento de la varianza explicada, que es una forma de expresar el grado de asociación entre dos variables métricas.

En la literatura nacional hay varios estudios enfocados a esta medición. Uno de los primeros fue publicado en 1997 por Felipe Tirado Segura, Eduardo Backhoff Escudero, Norma Larrazolo y Martín Rosas, “Validez predictiva del Examen de Habilidades y Conocimientos Básicos)”, Revista Mexicana de Investigación Educativa, vol. 2, núm. 3. Los autores evaluaron el EXHCOBA 1994 de la Universidad Autónoma de Baja California. Encontraron que la correlación directa entre la puntuación en el examen y los resultados al primer semestre de la carrera explicaban el 38 por ciento de la varianza. Sin embargo, al eliminar de la población estudiada a los estudiantes de tiempo parcial y tomar en cuenta las calificaciones de los dos primeros semestres obtuvieron niveles de varianza explicada superiores al 40 por ciento. Por último, encontraron que el promedio de bachillerato era un mejor predictor cuantitativo que el examen, ya que esta nota predecía más del 45 por ciento de la varianza de las calificaciones de los dos primeros semestres de licenciatura.

En 2003, Chain, R., Cruz Ramírez, N., Martínez Morales, M. y Jácome, N. publicaron “Examen de selección y probabilidades de éxito escolar en estudios superiores. Estudio en una universidad pública estatal mexicana”, en la Revista Electrónica de Investigación Educativa. En este estudio se tomó en cuenta a 6,937 estudiantes de primer ingreso a la Universidad Veracruzana (UV) en 1998 a quienes se aplicó el Examen Nacional de Conocimientos de Licenciatura (EXANI-II) diseñado por el CENEVAL.

Aunque el propósito del estudio consiste en ponderar la relación entre la prueba de admisión y la trayectoria escolar posterior, parte de los resultados se expresan en niveles de correlación comparables a los de otras investigaciones. Así, encuentran que el grado de asociación entre la prueba y el promedio obtenido en el primer semestre se ubica en un rango entre 25 y 30 por ciento de la varianza explicada. También corroboran que el promedio en el bachillerato es un mejor predictor que el examen, y que al combinar ambos indicadores (promedio y puntaje en la prueba) se consiguen datos de correlación en torno al 35 por ciento de la varianza explicada.

Por su parte, el trabajo de Roberto Ochoa Macías, titulado El College Board. Efectos sociales y académicos de los criterios de selección de alumnos en una Universidad pública, UDUAL y Universidad de Guadalajara, 2000, aunque no hace uso intensivo de métodos de regresión de datos, llega a la conclusión de que la prueba tiene una correlación más bien pobre con las trayectorias estudiantiles de los estudiantes en el tramo de licenciatura, y que “los certificados de estudio son más predictivos del rendimiento escolar que la prueba del College Board” (p. 224).

Por último, el reporte “Análisis multinivel de predictibilidad del EXANI-I”, elaborado por Agustín Tristán López (CENEVAL, 2009). Este trabajo, sin duda el más riguroso e innovador desde el punto de vista técnico y metodológico, llega no obstante a conclusiones casi equivalentes: “que intervienen de manera muy similar en el promedio del primer semestre de educación media superior, tanto el promedio de secundaria como el puntaje en la prueba objetiva del CENEVAL”.

En resumen, los autores coinciden en que la predictibilidad de las pruebas más utilizadas para procesos de admisión en el bachillerato y la educación superior pública es más bien relativa, aunque no difiere tanto de estándares internacionales en la materia. La cuestión que se apunta, por lo pronto, es cómo mejorar estos instrumentos para obtener de ellos un mayor provecho.


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