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Votación dividida, ¿país dividido?
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm 184 [2006-07-06]
 

Los resultados dados a conocer por el Programa de Resultados Preliminares (PREP) del Instituto Federal Electoral durante el 3 de julio dan testimonio de un empate de fuerzas entre las dos formaciones políticas que concentraron las preferencias del electorado. Al cierre del PREP los resultados favorecían, en la contienda por la presidencia, al candidato del PAN por el estrecho margen de 1.04 por ciento, unos cuatrocientos mil votos en un universo de más de cuarenta millones de votantes efectivos.

La corta diferencia entre el PAN y el PRD sin duda prolongará la disputa por los votos más allá de las instancias bajo control del IFE, prosiguiendo mediante recursos de impugnación que serán juzgados por el Tribunal Federal Electoral en el periodo de julio a septiembre. La postura expresada por el PRI, de reconocer su derrota en la elección presidencial sin pronunciarse sobre el resultado final de la contienda, a querer y no favorece al candidato del partido en el poder, porque ratifica la confianza de esa fuerza política en el arbitraje de los órganos electorales.

Por ello, a menos que el PRD consiga comprobar irregularidades en el proceso electoral que cambien los resultados preliminares, todo lleva a pensar que tarde o temprano se oficializará la victoria del candidato Felipe Calderón. El escenario de una convocatoria a la movilización de parte del partido de la izquierda presupone, asimismo, una demostración convincente de fraude electoral, la cual, por ahora, no aparece a la vista.

Es obvio que el factor tiempo corre del lado del candidato del PAN. No sólo por una previsible pérdida de atención pública en el trámite de revisión y calificación de las elecciones, sino por el también previsible alineamiento de otros actores y fuerzas políticas en torno al candidato con mayores posibilidades de éxito. Excepto que ocurra algo espectacular en estos días, la ventaja de Calderón irá pasando, en el terreno político, de una tercera parte a mucho más, conforme consiga negociar posiciones y alianzas con tales fuerzas y actores.

Por lo visto hasta ahora, al PRI no parece incomodarle la oferta de Calderón de un gobierno de "unidad nacional", lo que permitiría a ese partido obtener algunas posiciones en el gobierno a cambio de alianzas coyunturales en el Congreso. A esta eventual coalición se suman otras posibles, la del partido Nueva Alianza y hasta la del Verde Ecologista. El camino para preparar un bloque político de tal alcance es todavía incierto, pero abre un escenario sumamente adverso a la disputa del PRD por los resultados finales de la elección.

Si esto es así, el PRD tiene ante sí un abanico de opciones bastante complicado. La primera disyuntiva radica en reconocer o no el conteo electoral definitivo en caso que éste favorezca al PAN. Si lo hace, tendría que decidir entre participar o no en la convocatoria del gobierno de unidad propuesto por Calderón. Si no reconociera tal resultado, confrontaría la alternativa de movilizar para disputar o bien sostener una oposición militante al nuevo gobierno. En el mejor de los casos, el PRD representa una tercera parte de la escena política nacional, lo que evidentemente resta posibilidades a una eventual convocatoria de movimiento social, o por lo menos la acota a las zonas de mayor fuerza del partido.

Por último, pero no menos importante, está el respaldo del actual equipo gobernante al candidato del PAN. Al ser declarado presidente electo, por supuesto en caso que ello ocurra, Felipe Calderón tendrá tras de sí, formalmente, toda la fuerza del Estado para proteger el resultado. Aún antes, porque sería ingenuo pensar que el Ejecutivo federal prescinda de sus poderes para apoyar una candidatura que lo favorece en todos los aspectos.

No cabe duda que los resultados electorales muestran un país políticamente dividido. Es debatible si esta división es principalmente ideológica o si trasciende a la estructura social de la nación en el presente. Aunque es un simplismo proponer que los partidos representan, como tales, a los estratos sociales del país, también es simplista dejar de advertir los reflejos políticos de un México cortado, social, cultural, económica y geográficamente, por severas desigualdades.

En suma, sea cual fuere el desenlace de las elecciones de este año, el reto número uno consiste en abordar consistentemente esa problemática. Más allá de la retórica, el desafío de la cohesión social se impone como la tarea prioritaria del próximo sexenio.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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