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La norma del SNI en las instituciones particulares: ¿incremento al GIDE?
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 545, pp.4 [2014-01-30]
 

El titular del Conacyt, Enrique Cabrero, anunció la firma de un convenio con instituciones particulares de educación superior, mediante el cual el organismo asumirá la responsabilidad de otorgar los incentivos económicos al personal de instituciones particulares que pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores (Comunicado 02/14).

En realidad, Conacyt ya reconocía a investigadores de instituciones particulares desde marzo de1988, pero no les otorgaba los estímulos económicos. En ese entonces, se reformó el Acuerdo de creación del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), para abrirlo a los investigadores del sector privado, porque desde su creación, el Sistema solamente había sido diseñado y pensado para el sector público.

La reforma agregó una fracción II al artículo 2 del Acuerdo para permitir que “los investigadores de las instituciones de educación superior y de investigación del sector privado”, con las modalidades y convenios correspondientes pudieran ingresar al SNI y sujetarse a las mismas bases y normas (Diario Oficial de la Federación. 24.03.1988).

En aquellos años, casi el final de la década perdida y también de la presidencia de Miguel de la Madrid, pero todavía con las huellas de las crisis recurrentes y la estrechez de los recursos financieros, fue la primera vez que se cuestionó la participación de investigadores del sector privado en el SNI. Sin embargo, seguramente en previsión del contexto y de los recursos escasos, un párrafo en la misma fracción II de aquella reforma, precisaba que las instituciones y organismos particulares: “deberán proporcionar los recursos económicos para financiar el desarrollo de las investigaciones que realicen sus investigadores y la entrega de estímulos económicos a los mismos”.

Al menos durante la siguiente década (1988-1999), el Acuerdo Presidencial sobre el SNI conservó el mismo párrafo que obligaba a las instituciones particulares a aportar los recursos para su personal de investigación. Solamente recibían, por parte de Conacyt, la distinción de Investigadores Nacionales. La reforma al Acuerdo de abril de 1999 dejó vigente el párrafo.

No obstante, tal parece que al final de la década pasada el asunto cambió sin que se modificara el Acuerdo de creación: no cambió el Acuerdo, solamente el reglamento. Según indica el propio Conacyt, el organismo desde el 2008 aceptó contribuir con el 30 por ciento del incentivo económico que se otorga a los investigadores de instituciones particulares, aunque el convenio no se conoció públicamente.

Ahora, Enrique Cabrero precisó que el organismo, a través de otro convenio, aportará el 100 por ciento de los estímulos económicos para el personal perteneciente al SNI de las instituciones. Pero ¿de qué volumen estamos hablando?

Las cifras oficiales estimadas para el 2013 calculan que el total de miembros del SNI suman 19 mil 769 integrantes. De ese total, laboran en instituciones particulares 634 investigadores. Es decir el 3.2 por ciento del total. Una cifra relativamente pequeña.

El presupuesto que tiene autorizado Conacyt (el ramo 38) es de 31 mil 100 millones de pesos (mmdp) para este año. Del presupuesto total, tiene proyectado gastar 3,722 mmdp en el sostenimiento del SNI. Es decir, alrededor del 12 por ciento del total de sus recursos centrales.

En una cálculo muy simple, la aportación de Conacyt a las instituciones particulares, en el arreglo anterior del 30 por ciento, era de alrededor de 36 millones de pesos. Ahora, con el nuevo convenio, el volumen será de aproximadamente 120 millones de pesos. Una cantidad más o menos modesta. Sin embargo, como lo hemos reiterado en diferentes oportunidades, la actual administración se ha propuesto alcanzar el uno por ciento del PIB en gasto para investigación y desarrollo experimental (GIDE) en el 2018, lo cual implicará más que duplicar el volumen actual en ese rubro.

Desde la estrategia programática del actual Presupuesto de Egresos de la Federación, en el gasto para ciencia y tecnología (ramo 38), se planteó que Conacyt reorganizaría su gasto para impactar el indicador del GIDE y destinaría alrededor del 70 por ciento del gasto de su ramo para ello. Entonces, tal parece que el nuevo arreglo sobre el SNI se inscribe en un doble movimiento: un ajuste más a la formalización del desplazamiento público-privado del sector y encaminarse a la meta del GIDE, sobre todo porque como parte del convenio, las instituciones particulares se comprometieron a destinar una cantidad equivalente a la recibida para desarrollar investigación en sus instalaciones.


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