MOTOR DE BÚSQUEDA PARA ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS

Autor  Periódico  Año 
Mostrar Introducción

Cultura y revisión del modelo educativo
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 544 [2014-01-23]
 

El proyecto de la Revolución Mexicana ha sido dejado atrás. También mitos y tabús, según dijo el Presidente de la República, hace unos días. En los últimos 30 años, los gobiernos priistas y panistas, desmontaron toda una cultura emanada y cristalizada históricamente en la nación.

Esta proposición merece una exploración académica más profunda, porque la cultura prevaleciente es crucial para entender las relaciones de poder en una sociedad. Así, es indispensable analizar el proceso mediante el cual los valores y símbolos de una época dan paso a otros nuevos; ¿Cómo se sustituye esa parte de la realidad compuesta por ideas, representaciones, usos, costumbres y creencias, que se integran a la ética, para construir la vida en sociedad y todas sus manifestaciones prácticas y políticas?

Entre nosotros los mexicanos, se ha dado una fragmentación de la sociedad y una ruptura de la antigua cultura. El costo de la ruptura cultural está siendo mayúsculo. Ha permitido que se gesten otros valores ligados al individualismo, egoísmo, incertidumbre, violencia, falta de civilidad, agresiones verbales, falta de respeto a los derechos cívicos, impunidad. Los mexicanos de hoy vivimos dándonos codazos, porque los bienes no alcanzan para todos, porque hay sectores privilegiados que tienen ambición de conseguir más de lo que necesitan, frente a muchos otros que necesitan de todo. La necesidad y la subordinación van de la mano y obstaculizan que arraiguen valores apropiados al cambio social. La inexistencia de cohesión y falta de solidaridad son otros obstáculos que van ligados.

La cultura nacionalista ha sido reemplazada, en estos tiempos, por este tipo de valores, cuando lo deseable es que exista una cultura fincada en valores democráticos. Pero no. El TLC, la globalización, la dependencia económica y el alejamiento de América Latina nos trajeron, a lo más, el american way of life, the american dream, que muchos compatriotas van a buscar al norte. Hemos dejado de lado la producción cultural propia.

Lo que llegó ha contribuido para rechazar la preservación de nuestros símbolos históricos. El rechazo aparece, sin decirlo, en discursos prometedores, vacíos de soluciones posibles. Tal vez lo que nos ha ocurrido es que perdimos el sentido de identidad nacional, de pertenencia frente a la patria. Pasó el tiempo de la unidad nacional, y de una cierta homogeneidad en aquello que nos identificaba en la mexicanidad; pasamos a la diversidad moral, a lo que varios intelectuales han denominado como “mosaico cultural”, con toda la vaguedad que supone este término.

Hoy se busca establecer, sin conseguir, algo que solucione la crisis moral. Un corpus ético en el que se articule la diversidad cultural (a veces se habla de multiculturalismo o de subculturas, o hasta de culturas varias como en el caso de los jóvenes). Hay culturas locales y regionales, de clase, de la pobreza (Los hijos de Sánchez, que ya tienen nietos), la cultura narco, la popular, la artística, la alta cultura. De cada una se puede hacer un tratado.

Lo cierto es que en el ciclo largo, el sistema neoliberal ha estado acompañado por una visión de país, emanada desde el poder, que no ha conseguido ser compartida por todos. Esta visión, frente a la fragmentación de la cultura y el desmoronamiento de la ética, lleva al grupo en el poder a buscar los medios para que su visión permee en la sociedad, consiga hegemonía. Que, en medio de las diferencias valorativas, produzca sentimientos de pertenencia e identidad a esta sociedad, y permita, al mismo tiempo, una mejor inserción en el mundo global.

Es aquí que interviene la educación; se cree que, en ella y con ella, se pueden crear los contenidos ideológicos y nuevos símbolos que logren cierta uniformidad cultural propia y mantener las diferencias específicas. La revisión del modelo educativo no sólo es por cuestiones de calidad, inclusión y equidad. También por eso, se requiere una revisión del modelo educativo. La reforma educativa tiene en su centro, conscientemente o no para la población, un propósito político de primer orden: reordenar la cultura y la estructura de la sociedad para darle hegemonía a un nuevo pacto de dominación. ¿Lo va a conseguir el grupo gobernante?

Habría que comenzar por discutir hasta dónde la educación puede cumplir esa tarea. Pero suponiendo que sí, entonces, habría que sortear una enorme cantidad de problemas comenzando por todos aquellos de carácter pedagógico y curricular, actualizar métodos de enseñanza, controlar la deserción, poner más atención en la educación ética y en el civismo, en las artes y las humanidades, promover una orientación que estimule el esfuerzo, la crítica y la cooperación, darle espacio a la expresión intelectual y a la reflexión en la escuela: historia, filosofía y matemáticas. Resolver toda la problemática magisterial es imperativo.

En la cultura está la calidad de la educación. Está en fincar creencias, usos y costumbres que sostengan los cambios por venir, en pos de un mayor crecimiento económico y una sociedad más sana y democrática, donde los ciudadanos se sientan ciudadanos de su país.


Instituto de Investigaciones Económicas
Seminario de Educación Superior
TEL: 56650210, FAX: 56230116
webmaster@ses.unam.mx
Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

Free Blog Counter