La educación media superior fue durante décadas el nivel que menos atención recibió, tanto por parte de la autoridad educativa como por la academia o los organismos internacionales. A partir de los años 2000 la situación comenzó a cambiar; las reformas de hoy están respaldadas por la banca internacional.
En el año 2000, el propio diagnóstico de la autoridad educativa reconocía las fallas y los problemas del nivel: carece de una identidad y perfil propio; expulsa más que retiene a los jóvenes; los diferentes planteles no integran un subsistema; las condiciones del personal no son las adecuadas, etcétera.
Por principio de cuentas, el gobierno federal planteó crear, al interior de la SEP, una estructura administrativa responsable del nivel. Una ausencia que quizás explique parcialmente las omisiones cometidas con la media superior. Hacia el final del sexenio de Vicente Fox se creó la Subsecretaría correspondiente.
Después, en el 2007, comenzó la denominada Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS). El diagnóstico se afinó y se planteó lo que entonces parecía una iniciativa poco viable: crear un verdadero Sistema Nacional de Bachillerato.
La RIEMS, como se sabe, tiene cierto grado de complejidad y está integrada por cuatro ejes: un marco curricular común con base en competencias; la definición y regulación de las distintas modalidades del nivel; la instauración de mecanismos de gestión que definan estándares y procesos comunes; y un modelo de certificación nacional.
En el último quinquenio, en el Presupuesto de Egresos de la Federación, la educación media superior, a la vista de la reforma en curso, ha contado con incrementos moderados aunque no de forma consistente. Sin embargo, más que de los fondos nacionales, la RIEMS ha contado con el respaldo de los créditos contratados con el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En junio de 2010 quedó aprobado el primero de tres préstamos que hizo el BM a México para impulsar la RIEMS. El primer préstamo, por un total de 700 millones de dólares, específicamente fue para tres áreas: apoyar la flexibilidad del todavía incipiente Sistema Nacional de Bachillerato; mejorar la calidad y relevancia a través del curriculum basado en competencias; y una reducción del costo de oportunidad del nivel a través de un programa de becas (Préstamo 7887-MX).
En marzo del año pasado, quedó aprobado el segundo préstamo del BM y cubrió hasta noviembre de este año. Los componentes anunciados en la primera entrega estaban en su fase de implementación, de forma que el proyecto se concentró en la aprobación de los programas técnicos, así como en la operación del sistema de evaluación y en el sistema de acreditación de las escuelas.
Nuevamente, al final del mes de diciembre del año anterior, fue anunciado el tercer préstamo del BM a México por 300 millones de dólares. Ahora, para las medidas de reconocimiento de equivalencias para las transferencias entre planteles, el establecimiento de una agencia de evaluación y una nueva política de formación de profesores (Reporte AB7386).
Además, alineó otro componente que venía trabajando desde el 2005 en formación para el trabajo, en el marco del Programa de Formación de Recursos Humanos Basada en Competencias (Proforhcom) con el BID.
A través de un nuevo préstamo del BID de 170 millones de dólares (y una aportación nacional de 70 millones de dólares), impulsará un proyecto para mejorar la calidad y pertinencia de la media superior técnica, la formación profesional y la capacitación para el trabajo, así como la reorientación y fortalecimiento del Sistema Nacional de Competencias (SNC).
El objetivo, se indica en el proyecto con el BID, es mejorar la competencia de los egresados de estas modalidades (ME-L1142). Algunos de los componentes que plantea es fortalecer la vinculación con los sectores productivos, la evaluación estandarizada de las competencias de los jóvenes; y el fortalecimiento de la infraestructura de los planteles, entre otros.
Como se podrá advertir, la reforma de la media superior no solamente ha contado con los recursos federales, también ha dependido del respaldo de préstamos importantes para implementarse. Sin embargo, hasta ahora, la integración de un Sistema Nacional de Bachillerato está en ciernes: solamente un 4 por ciento del total de planteles están acreditados como tales (representan alrededor del 10 por ciento del total de la matrícula de ese nivel). Y todavía queda el reto mayúsculo de cumplir con la obligatoriedad para el 2021-2022.
En el actual sexenio se decidirá el avance o estancamiento para la media superior, tanto en lo que concierne a la ampliación de la cobertura como el destino de los préstamos de la banca internacional para la reforma del nivel.