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Carrera académica, salarios y política
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 502 [2013-03-14]
 

En este artículo voy a tocar tres temas relevantes en el campo de la educación superior. Procedo de esta manera porque es necesario transmitir puntos de vista e información a los colegas y a los tomadores de decisiones sobre aspectos que pueden ser significantes para la vida institucional.

1. Las universidades públicas necesitan ofrecer las mejores condiciones de trabajo posibles a sus académicos. ¿A qué me refiero? Al establecimiento de un régimen de confianza que permita a profesores e investigadores ejercer su oficio en plena libertad académica. Supone bajar la presión y el estrés para que su trabajo pueda ser creativo e innovador.

El trabajo académico requiere tiempo para leer, experimentar, recolectar información, interpretar y escribir. Tiempo para interactuar con los estudiantes y formarlos, para preparar las clases. Los productos académicos salen de mayor calidad sí se les da tiempo de maduración. Tiempo y confianza para los académicos son parte de una organización académica ocupada en su buen funcionamiento y la creación de capital social.

En la literatura se dice que una universidad de calidad tiene estructuras de soporte a la carrera académica. En el caso de las universidades públicas de México, la carrera académica dejó de operar con una sola escala de estratificación, que daba certeza sobre cómo promoverse, mediante concurso, según cumplimiento de las funciones sustantivas.

Hoy, al menos existen dos escalas, llenas de requisitos que exigen papeles, aparte de la del Sistema Nacional de Investigadores. Así, la carrera académica se volvió un galimatías, donde las recompensas a la creatividad y a la productividad pueden ser diferentes, y hasta contradictorias, según la evaluación que se aplique. Es un régimen de incertidumbre permanente contrario a la estabilidad y a la disciplina que exige la academia.

La definitividad es garantía de calidad académica, la forma rigurosa, basada en concurso de méritos, que se dio la academia para funcionar dentro de un patrón de carrera con estabilidad. Las becas al desempeño, cuyo pago supera al sueldo del académico, vinieron a romper el espíritu de la definitividad. Y hoy, existe una corriente que desearía acabar con ella. Mientras, los académicos no se dan cuenta de amenazas; se desgastan en la competencia por lograr niveles de estímulos más altos para completar su ingreso monetario.

La simulación, la desconfianza, la incertidumbre y la incomunicación resultan disfuncionales a la carrera académica, a la atracción de nuevos académicos y a la calidad de las universidades. Tenemos que repensar el rumbo y reforzar la carrera académica ligada a una vida intelectual. Ojo. Estamos frente a la posibilidad de una expansión debido a las metas de cobertura, lo que nos obliga a poner en marcha mecanismos de resistencia y defensa de la definitividad, por sí se trata de dañar a la academia en las instituciones públicas.

2. Me hicieron llegar un texto en el que se compara el salario de los académicos en universidades públicas de 28 países. Obviamente, se hicieron los ajustes según el poder de compra de la moneda, mediante un índice de paridad (Scott Jaschik, 2012). México ocupa el lugar 22, uno de los más bajos en pago a la academia. Los académicos al comenzar tienen un ingreso promedio de 1336 dólares; los de más alto nivel reciben en promedio 2730, o sea más del doble. Diferencia que es más grande que en otros países, pero no la mayor. En cuanto al promedio general, aparecemos por debajo de los países desarrollados, desde luego, pero también de Argentina, Brasil y Colombia.

Como bien se sabe, el mantenimiento de ingresos inadecuados para ejercer el oficio académico resulta negativo en el desempeño personal e institucional, lo mismo que hacer casi de todo para recibir estímulos.

3. Política y más política. En este año se renueva una buena parte de los rectorados de las universidades públicas. Es momento para hacer un análisis sobre cómo se renuevan las élites universitarias y los mecanismos de elección. Un repaso rápido indica que las universidades tienen particularidades en sus sistemas políticos, toda vez que el registro de candidatos, “las campañas” y las fuentes de elección son diferentes entre las instituciones.

La elección se hace por la vía de un cuerpo colegiado, que puede ser el Consejo Universitario o su equivalente, o una Junta de Gobierno o su equivalente. En otros casos se hace por votación universal, directa y secreta. El resultado de todo este proceso será crucial para analizar las peculiaridades políticas de las instituciones, cómo se relacionan, individual y colectivamente, con el gobierno federal y local. También, para medir las distancias entre representación y representatividad de los académicos y estudiantes en los cuerpos colegiados y para calibrar el método de la auscultación.


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