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Educación y nuevo modelo de desarrollo
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 478 [2012-09-13]
 

Este sexenio que termina deja al país sumido en una crisis profunda. No hay otra forma de expresarlo. La cuestión no sólo radica en el mal desempeño de la economía. En la esfera política deja frustración a muchos jóvenes. En la sociedad campea una inseguridad que provoca pánico. Pocas esperanzas de que vayamos a mejorar. Hay depresión colectiva, un entusiasmo escaso en grandes sectores de la población.

Vivimos en un país de alto riesgo, donde no hay para todos, para los más. Difícil alcanzar un empleo decente y una retribución adecuada por el trabajo, ni con doctorado en el extranjero. Los menos se empujan para no perder sus canonjías. Los de abajo se dan codazos para que les toque un pedazo del pastel. Los mexicanos estamos estresados e impacientes. En los últimos tres decenios, los gobernantes y los poderosos llevaron a México por la ruta de la desigualdad y la exclusión social. Este es, ahora, el punto de partida.

La sociedad está deteriorada de tal forma que no se puede continuar con el modelo de desarrollo vigente. A seguir requerimos que haya un mayor crecimiento económico, desarrollo del mercado interno, disminuir la pobreza, políticas redistributivas, acceso a la información y el conocimiento, ampliación y uso de nuevas tecnologías, confianza en las instituciones, cohesión social, acabar con la violencia, federalismo, democratización y una inserción internacional que nos dé frutos y mejore la imagen y el prestigio de nuestra patria.

Así de sencillo, así de complejo. Una tarea muy ardua para varias generaciones. Necesitamos miras de largo plazo, dejar las prisas de lado, al tiempo que remontamos el conservadurismo y el conformismo. Un pacto político para que México subsista como una nación digna.

Un nuevo modelo de desarrollo tiene como sostén un sistema educativo mejor plantado. Un sistema educativo que tenga en cuenta que los cambios del entorno económico, demográfico, social, político y cultural están contenidos en una ecuación integral. Y para que el sistema educativo cumpla su función de soporte tendrá que cambiar con las directrices que marque el Estado, lo que a su vez implica la recuperación de la importancia de lo público, establecer relaciones positivas entre lo público y lo privado. El cambio del sistema educativo comienza con un pacto con la sociedad. La educación es tarea de todos y todos tendrán que participar.

Al Estado le corresponde actuar para que todos los mexicanos reciban una educación de alto nivel académico y científico, desde la niñez hasta la vida adulta. En los próximos años, habrá que disminuir sustancialmente el rezago y el analfabetismo, combatir el analfabetismo digital, terminar de reformar el bachillerato y construir un subsistema de educación superior muy sólido y consolidado.

La investigación educativa ha dado pruebas de que el logro académico de los estudiantes está correlacionado con la calidad de los profesores. Esta es una tesis general que orienta el cambio educativo. La calidad no resulta de hacer mediciones al desempeño del magisterio, sino de las condiciones de trabajo institucionales en que se realiza la docencia. Cada institución debe cumplir sus objetivos. Al Estado le corresponde conducir a las instituciones para que sus objetivos estén guiados por la responsabilidad, compromiso y pertinencia social. En este sentido, la educación ocupa un lugar prioritario en el proyecto de desarrollo y en la actividad del gobierno.

En el nuevo modelo de desarrollo debe quedar estipulado que el avance del país está íntimamente relacionado con el avance de la ciencia y la tecnología, con la cultura científica en la sociedad y con la demanda y el uso del conocimiento en la vida cotidiana.

Por otro lado, hay probadas evidencias de que una fuerza de trabajo bien y altamente educada es esencial para lograr el bienestar individual y la prosperidad de la economía nacional. El sector privado tiene el encargo de ampliar la oferta laboral con empleos decentes y capacitar al trabajador.

El sistema educativo, en todos sus niveles, transmitirá e incorporará en el educando valores que refuercen la ética social y hagan de la democracia un sistema de vida ciudadana con respeto a los otros, tolerancia y honestidad. En la escuela habrá que aprender la constancia en el trabajo y a ser creativo, a abstraer y reflexionar.

Obviamente, tener un nuevo sistema educativo implicará reformas sustanciales a la ley general y a las normas que rigen la educación en las entidades federativas. Asimismo, implicará nuevos esquemas financieros y entender que la inversión en educación es más grande al inicio. Una buena operación del sistema educativo y crecimiento económico con distribución de los beneficios son antídotos eficaces contra la anomia social.


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