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Otra postura política sobre educación superior y ciencia
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 191 [2006-08-31]
 

El país atraviesa por una crisis de su sistema político. Por ello es importante seguir hablando de política. En este caso específico, de la que se refiere a la educación superior, y a la ciencia y la tecnología.

La insistencia se debe a que en el futuro inmediato es menester que se cambien la visión y los mecanismos que guían estas dos esferas de la actividad. Los mexicanos no podemos darnos el lujo de arrastrar los problemas no resueltos y los errores que se han cometido en estos dos campos durante el foxismo.

Reiteraré que la educación superior y la investigación científica requieren una perspectiva en la cual se les trate de manera conjunta. Una orientación propia que tenga en cuenta las condiciones y caracterísiticas institucionales presentes, así como nuestra herencia histórica y potencialidades de crecimiento.

Poco avanzaremos si sólo replicamos, como en varios documentos que ya circulan, modelos de cambio institucional para la ciencia que han funcionado en los países avanzados; si el fundamento de la política educativa y científica se basa exclusivamente en la creación de una economía cimentada en el conocimiento, considerando que a partir de ella se resuelven otros problemas que aquejan a la sociedad.

Hay dos cuestiones que me parecen clave. La primera es que la política de educación superior, ciencia y tecnología, para que sea eficaz y eficiente en el país, requiere estar contenida en un proyecto nacional de desarrollo enfocado a disminuir la desigualdad social, aumentar la competitividad y crear valores democráticos.

La segunda es que al Estado le toca formularlo y conducirlo. En esta medida es el responsable de dirigir los esfuerzos de las instituciones académicas de carácter público en las que radican la enseñanza y la investigación.

En el porvenir próximo, al Estado le corresponde, en el marco de su reforma y de la autonomía, la obligación de financiar de manera suficiente y oportuna a la educación superior, a la ciencia y la tecnología que, junto con el software, es inversión en conocimiento. Es imperativo que este último sea distribuido al conjunto de la sociedad.

La iniciativa privada puede demandar y costear sus necesidades de conocimiento para el desarrollo tecnológico de sus empresas, lo cual sería estimulado y estaría considerado en la política del gasto en ciencia.

Por otra parte, la actividad científica se dsarrollaría más plenamente si se produjera una expansión de la educación superior. El problema de la ampliación de la cobertura con equidad será una cuestión toral a enfrentar. Al país le hace falta formar más científicos en un posgrado con más vigor.

La política oficial debe orientarse a fortalecer académicamente a las universidades públicas. Y éstas a crear capacidades que les permitan transformarse para que en su seno se combinen la enseñanza, la investigación y la innovación.

Instituciones públicas que se distingan por su consistencia intelectual para formar con altos estándares a sus estudiantes. Al mismo tiempo, que se dirijan a una vinculación más estrecha con los sectores de la sociedad interesados en usar los productos de la investigación.

La universidad, y el conocimiento que produce, es una pieza clave para alcanzar los fines del desarrollo comunitario, local y cultural del entorno social en el que está inmersa. Las experiencias de la Universidad Veracruzana y de la Universidad Autónoma de Yucatán son ejemplos diferentes de cómo avanzar en este renglón. En lo que viene, la universidad pública tiene el compromiso de colaborar decididamente en el aumento del bienestar material y cultural de la población.

Por lo anterior, bien procedería la política de la educación superior, la ciencia y la tecnología en dar pasos firmes para la descentralización de la enseñanza, la investigación y la creación cultural.

En estos tiempos de debate, de pluralismo, por lo pronto es indispensable sistematizar, en unos cuantos párrafos, al menos parte de una postura que contrasta con los argumentos centrales de las que ya circulan en el medio. Lo dicho representa mi punto de vista. Pero reconozco que se nutre día a día de las discusiones con muchos colegas, a quienes agradezco su enorme generosidad intelectual.


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