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Los intereses del Papa por la educación superior
María Herlinda Suárez Zozaya
Campus Milenio Núm 455 [2012-03-21]
 

La visita del papa Benedicto XVI a México es algo importante. Los mexicanos tenemos mucho que reflexionar respecto a ella y estar atentos a los efectos colaterales que tendrá. Es que, como lo puso bien claro Max Weber, la religión tiene importantes implicaciones sobre el desarrollo económico y político de los países y de las sociedades. Y, además, con todo y las antipatías que contra Karl Marx desató, y sigue desatando, la frase “la religión es el opio del pueblo” no hay que echarla en saco roto; las circunstancias de hoy nos exigen recordarla. Sería erróneo achacar la próxima venida del papa a México al hecho de que estamos gobernados por un gobierno panista. México ha recibido ya cinco visitas papales: 1979, 1990, 1993, 1999 y 2002. La primera de ellas fue durante el gobierno de José López Portillo y a Carlos Salinas le toco recibirlo dos veces. Por su parte, Zedillo y Fox también fueron anfitriones del sumo pontífice. En todos los casos, la presencia del “santo padre” en México hizo evidente que la influencia del Vaticano en nuestro país es muy fuerte, con todo y que el Estado mexicano, cuando menos legalmente, se declare laico.

Respecto de la visita del papa Benedicto XVI el presidente Calderón ha dicho que no tiene tintes políticos. Sin embargo, el viaje papal no sólo traerá grandes concentraciones de personas que se harán presentes en Guanajuato para ver al pontífice y tratar de recibir sus bendiciones, sino que esta acompañada de la propuesta de cambio al artículo 24 de la Constitución Nacional, que es el que apuntala al Estado laico y que fue gestado al calor de las históricas Leyes de Reforma.

A la Iglesia católica le preocupa que se transforme el artículo 24 constitucional porque quiere promover la libertad religiosa, en lugar de la libertad de culto, ya que su principal interés no está en los púlpitos ni en que la gente cumpla con ir a misa, sino en tener injerencia en la educación de los jóvenes.

Durante el gran Jubileo, que se realizó en el año 2000, se acordó que la Iglesia católica tendría que comprometerse con “darle a la educación un impulso misionero que redunde en la evangelización”. En tal ocasión también se dijo que “en prácticamente en todos los países del mundo, cada vez es más frecuente que los jóvenes sean faltos de la más mínima formación religiosa o moral. A esto se añade en muchos alumnos y en las familias, un sentimiento de apatía por la formación ética y religiosa, por lo que al fin aquello que interesa y se exige a la escuela es sólo un diploma o a lo más una instrucción de alto nivel y capacitación profesional”. Tomando como marco tal pensamiento y preocupación de la Iglesia católica, el papa Benedicto XVI, durante la visita que realizó a España en agosto del 2011, dirigiéndose a los jóvenes, dijo sobre la universidad: “En la actualidad cunde una visión utilitarista de la educación (…) y cuando la utilidad y el pragmatismo inmediato se exigen como criterio principal, las pérdidas pueden ser dramáticas: desde los abusos de una ciencia sin límites, más allá de ella misma, hasta el totalitarismo político (…). La universidad encarna un ideal que no debe desvirtuarse ni por ideologías cerradas al diálogo racional, ni por servilismos a una lógica utilitarista de simple mercado que ve al hombre como mero consumidor”. Algunos de los actos que el papa Benedicto XVI realizará en México estarán dirigidos a los jóvenes para “llevarles el mensaje del Evangelio e insistir en la validez de la doctrina de la Iglesia católica”. Es probable, que, como lo hizo en España, el papa toque el tema de la educación y de la universidad frente a los jóvenes mexicanos. Hay que estar atentos a su mensaje porque a quienes investigamos temas educativos podría aportarnos nuevos elementos para mostrar que incluso el papa piensa que las acciones tendientes a mercantilizar la educación superior tienen consecuencias perversas e incluso inmorales.

Pero, lo imprescindible es no olvidar que el papa no es el representante de Dios en la Tierra, sino que a quien representa es al Estado Vaticano el cual, al igual que todos los demás Estados imperiales del mundo, finca sus intereses en el dominio económico, político e ideológico. No hay que dejar pasar el hecho de que las propuestas de cambio al artículo 24 de la Constitución traen implícita la posibilidad de que las universidades, incluso las de régimen de sostenimiento público, se conviertan en “misioneras”.


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