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Calderón y los compromisos con la educación
María Herlinda Suárez Zozaya
Campus Milenio Núm 193 [2006-09-14]
 

Felipe Calderón es ya el mandatario electo para gobernar México los próximos seis años. Conciente de la necesidad que tiene de fortalecer su imagen ante tantos electores que el 2 de julio pasado no lo favorecieron con su voto, Calderón se ha comprometido a incorporar en su programa de gobierno "temas específicos" de los electores de la izquierda, a los que será receptivo, como el combate a la pobreza, a la desigualdad, la lucha por una educación de calidad y la cobertura médica universal.

Bien ha hecho Felipe Calderón en realizar compromisos con la izquierda, ya que de otra manera difícil será que su gobierno sea aceptado por los muchos mexicanos que al no votar por él mostraron su convencimiento de que el Estado no debe abandonar la responsabilidad de atender y asegurar los mínimos de bienestar para todos los mexicanos. De hecho, los millones de mexicanos que negaron su voto a Calderón lo hicieron, entre otras razones, debido al entendimiento de que México quiere y necesita es emprender un proceso de ampliación de las opciones de la gente y del nivel de bienestar que logran las personas, antes de prometer estabilidad a los capitales. Entonces, la primera lección aprendida por todos, y especialmente por Calderón, en la contienda electoral, es que las metas de estabilidad no pueden ponderarse por encima de las del desarrollo, aunque se deba aclarar que no se trata de regresar al viejo modelo planteado por los gobiernos "desarrollistas" que llevaron al país a una distribución del ingreso concentrada y tendencialmente regresiva, sino de asir los objetivos del desarrollo en México a la búsqueda de un proceso de "mejoría" comprometido con los grupos sociales hasta ahora menos favorecidos.

Con tal aprendizaje, lo propio ha sido que el presidente electo haya hecho suya la responsabilidad, que además le corresponde como jefe del Estado que será, de luchar por una educación de calidad, la que ciertamente es uno de los elementos más influyentes del desarrollo. Pero debe entenderse que el concepto de calidad educativa, además de atender los procesos educativos, tiene que asociarse ineludiblemente al principio de igualdad de oportunidades en el acceso, en el proceso y en los resultados. Esto se debe aclarar si es que realmente Calderón quiere ser receptivo a las demandas de los mexicanos que no lo eligieron a él como presidente.

El concepto de calidad proviene del ámbito económico y se encuentra ligado directamente a esquemas organizacionales vinculados a la competencia. Si bien han sido varios los autores que han abordado su tratamiento, en 1982, Edward Deming con la publicación del libro "Calidad , Productividad y Posición Competitiva" se convirtió en el gurú del tema. En esa obra se detallan claves para lograr la calidad y entre ellas destaca: "la calidad se mejora atendiendo al proceso más que al producto". Sin duda, los procesos de enseñanza-aprendizaje deben ser atendidos para incidir en su calidad, sin embargo en el terreno de la educación los principios de administración económica no pueden traspolarse así no más. Y es que en la educación el fin es la formación de los hombres y mujeres que han de habitar y recrear el mundo en el que se aspira vivir y, consecuentemente, la prioridad debe estar puesta en el componente humano, dando atención a los niños y niñas, jóvenes y adultos para que tengan, todos, las mismas oportunidades de ingreso, desempeño y egreso exitoso del proceso educativo. Entonces, Calderón al comprometerse con la calidad educativa se ha comprometido con la equidad, lo que significa que reconoce las diferencias y las diversidades sociales que hay en México y la necesidad de subsanarlas sin dejar de respetarlas. A su vez, esto implica desconocer los principios de la competencia que tienden a depositar en los niños y jóvenes con un bajo desempeño escolar la responsabilidad de su situación, identificándolos como perdedores. Asimismo, significa diluir el límite entre las políticas educativas y el resto de las políticas sociales para movilizar los recursos necesarios para asegurar que mejoren sustancialmente y de manera integral las condiciones de vida de los mexicanos más desfavorecidos.

Es probable que Calderón no lo haya percibido así cuando se comprometió con la calidad educativa pero, de manera conciente o no, como presidente electo, ya ha hecho un compromiso con los pobres. Esperemos y cuidemos que lo cumpla.


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