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Hidalgo: ¿aterrizaje del conocimiento?
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 444 [2011-12-15]
 

Apesar de su relativa cercanía con el Distrito Federal, el estado de Hidalgo ha tenido, por décadas, dificultades para mejorar de forma significativa sus indicadores sociales y económicos. Junto con Chiapas, Guerrero y Oaxaca, ha reunido las cifras más desalentadoras del bienestar y del progreso del país; la miseria, los contrastes sociales y el rezago han sido lo más distintivo.

En años más recientes, los grandes proyectos emprendidos en la entidad, como el aeropuerto alterno a la Ciudad de México en el Valle de Tizayuca o la nueva refinería en Tula, no terminan de cristalizar. Sin embargo, la urbanización de la entidad se ha incrementado, lo mismo que su infraestructura de comunicaciones, la industria manufacturera y el crecimiento de los servicios.

Ahora, tal parece que el estado intenta un proyecto más: concentrar planteles de instituciones de educación superior y sumarse a las entidades que dicen llamarse “ciudades del conocimiento”.

Hidalgo, con sus poco más de 20 mil kilómetros cuadrados de extensión territorial y sus 2.7 millones de habitantes que se reportaron en el censo más reciente de población, clasifica más bien en el conjunto de entidades pequeñas del país.

También su aportación al PIB nacional es relativamente modesta (alrededor de 1.5 por ciento), y la contribución de la industria manufacturera al PIB estatal es la más significativa (aproximadamente una cuarta parte).

La posibilidad de impulsar el crecimiento económico de la entidad se truncó con la cancelación de un nuevo aeropuerto internacional, pues se preveía todo un proyecto industrial, de comunicaciones y de infraestructura. En la administración de Vicente Fox el proyecto no prosperó; ni en el Estado de México ni en el Valle de Tizayuca.

La actual administración federal otorgó en 2007 la autorización para la construcción de un aeropuerto alterno a la Ciudad de México. El llamado proyecto Plath (Plataforma Logística Hidalgo) incluye, además de la terminal área en su parte central, la construcción de una base de ferrocarriles de conexión de norte a sur y del Golfo al Pacífico, y una proyección de actividad industrial.

El gobierno estatal tenía disponible el terreno (alrededor de 500 hectáreas en el Valle de Tizayuca) y una empresa presumiblemente española invertiría alrededor de 200 millones de dólares (Milenio, 04/07/09).

Sin embargo, el actual gobernador del estado, Francisco Olvera, quien asumió funciones en abril de este año, reconoció que está a la búsqueda de inversionistas para impulsar de nueva cuenta el proyecto, porque los empresarios españoles cancelaron su participación desde 2009 (Milenio, 24/11/11).

Más o menos ocurre lo mismo con la construcción de la nueva Refinería Bicentenario de Tula, en Hidalgo. La entidad resultó seleccionada para edificar el complejo petrolero en agosto de 2009 y, según los cálculos del gobierno federal, se trata de una obra que costará alrededor 9 mil millones de dólares y requeriría al menos 700 hectáreas.

Aunque desde el inicio se dijo que sería un proyecto a mediano plazo, se suponía que en este año debería iniciar la construcción, pero en parte por el clima de incertidumbre financiera y por las disputas partidarias y las dificultades legales, no ha sido el caso. El proyecto no camina.

En una escala menor, en agosto pasado, el gobernador de la entidad firmó un convenio con la directora del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Yoloxóchitl Bustamante, para la creación de una “Ciudad del Conocimiento en la Zona Metropolitana de Pachuca”. Al parecer, tal proyecto consiste, únicamente, en la instalación de una sede del IPN en la entidad y la posibilidad de atraer a otras instituciones, como la UNAM.

Hasta ahora, funcionarios estatales sólo han informado que cuentan con alrededor de 210 millones de pesos para iniciar el proyecto. Pero todavía no está claro dónde, cuándo y qué características tendrá el plan. Lo único que han indicado es que están considerando la posibilidad de “utilizar provisionalmente las instalaciones de la Universidad Politécnica Metropolitana de Hidalgo para iniciar en junio del próximo año”.

El volumen de recursos financieros previstos para el nuevo proyecto educativo y la posibilidad de que inicie funciones en las instalaciones de otra universidad, confirman que se trata de una idea de corto alcance. El rótulo de Ciudad del Conocimiento es solamente un ornamento mediático, como lo es también para la mayoría de las ciudades que así se han declarado en los años anteriores, desde Yucatán hasta Nayarit.

Tal vez se podría repensar el plan y considerar la posibilidad de utilizar parcialmente algunas de las 70 mil hectáreas de los cinco municipios del sur de la entidad que están destinados al proyecto Plath. Aunque, ciertamente, quién sabe que sea más factible: construir un aeropuerto o edificar un verdadero espacio de conocimiento.


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