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Debate sobre cuotas raciales en Brasil. Segunda parte
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm 195, pp.12 [2006-09-28]
 

Entre las posiciones que representan dos de los puntos de vista opuestos en el debate acerca de las cuotas raciales en las universidades públicas brasileñas se destacan, por un lado, la del sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos (figura familiar en los ambientes académicos de Brasil, América Latina y Estados Unidos) y por el otro, el politólogo, periodista y alto directivo de la red de televisión Globo, Ali Kamel. El meollo de la discusión entre estos dos personajes es hasta qué punto la sociedad brasileña es racista.

En su artículo "Los dolores del poscolonialismo", Santos señala que al trascender el pensamiento colonialista el periodo de independencia en Brasil, continuó existiendo bajo otras formas al presentar el racismo "como una forma de jerarquía social no intencional, asentado en la desigualdad natural de las razas". Constatar en la esfera pública dicha situación es, para él, un primer paso para iniciar un viraje descolonizante. Sin embargo, eso ocurrirá sólo si el racismo es confrontado por una voluntad política "desracializante" firme y sustentable. Más aún, para que dicho viraje sea irreversible, tiene que ocurrir en el nivel del Estado y la sociedad, en el espacio público y en el privado, en el trabajo y en el descanso, en el terreno educativo y de la salud. Critica también a quienes siendo de la raza dominante se arrogan el derecho de decir que la raza no existe o que la identidad étnica es una invención, y diluyen así la discriminación racial en la discriminación social. De este modo, "admiten que los negros y los indígenas son discriminado porque son pobres para no tener que admitir que son pobres por ser negros e indígenas".

Santos apoya la Ley de Cuotas y el Estatuto de Igualdad Racial, llevadas a cabo por el actual gobierno del presidente Lula. Considera que dichos instrumentos legales tienen un alto valor democrático debido a que el reconocimiento de que el racismo existe sólo es legítimo cuando contempla su eliminación. Asimismo, argumenta que las luchas por las cuotas y por la igualdad racial condensa las contradicciones de las que nacen las luchas democráticas que actualmente llevan a cabo en Brasil distintos movimientos sociales como el Movimiento de los Sin Tierra, los movimientos de derechos humanos, los sindicatos, las feministas y los ecologístas, entre otros.

Del otro lado del debate, Ali Kamel autor del libro No somos racistas, ha criticado la política de cuotas puntualizando que, si bien el racismo existe en el país y es un mal que afecta a casi toda la humanidad, en Brasil no es estructural y lo que constituye un mal mayor es el "clasismo". Kamel argumenta que una de las causas que han incentivado las ideas sobre la existencia del racismo, radica en el propósito de unir las categorías censales de negros ("prietos") y mulatos ("pardos") en una categoría única, denominada "negros" en general. Así, en vez de una población de 5.9% de negros, las estadísticas que utilizan en la promoción de la política de cuotas, hablan de un 48% de "negros" en general, resultado de sumar ese casi 6% al 42% de mulatos ("pardos"). Más aún, entre los 56.8 millones de pobres, las estadísticas mencionadas hablan de un 65.8 % de negros en general y no de un 7.1% de negros ("prietos"). Otro dato interesante es que los autodeclarados ´blancos¡, constituyen el 34.2% de los pobres del país y los mulatos ("pardos"), el 58.7%. Por tanto, para Kamel, "si la pobreza tiene un color en Brasil, ese color es mulato ("pardo")". Desde su perspectiva entonces, las desigualdades no pueden ser explicadas por el racismo, puesto que lo que coloca a los negros, mulatos y blancos pobres en desventaja es la pobreza misma.

Otro elemento que Kamel trae a colación como iniciador de la polémica fue el hecho que durante la década de los 50 algunos sociólogos brasileños (incluido el presidente anterior, Fernando Enrique Cardoso) importaron de los Estados Unidos una terminología que no diferenciaba con precisión dos realidades distintas: la situación de los negros en EU y en Brasil. A diferencia de lo que ha ocurrido en la Unión Americana, Kamel señala que el racismo en Brasil se revela de manera menos obvia, ya que la sociedad brasileña de modo general condena dicha práctica como odiosa. Reitera entonces, que la situación de los negros en Brasil se debe a la pobreza y que no existen atajos fáciles para superarla, como sería el caso de las cuotas o las políticas asistencialistas. En su texto ofrece evidencias que muestran que, paradójicamente, los gastos derivados de dichas políticas, mantienen la pobreza en lugar de acabarla. El único camino que considera seguro para que el país sea más justo es la educación.

Sin duda, los debates en torno a la diversidad étnica, la inclusión-exclusión, el multiculturalismo y los mecanismos y programas desarrollados por el gobierno brasileño para reducir la pobreza, la desigualdad y los rezagos sociales, constituyen elementos valiosos para las discusiones que sobre los mismos aspectos han comenzado a realizarse en nuestro país.


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