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Las empresas con los incentivos fiscales para ciencia y tecnología
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 128 [2005-05-12]
 

En la entrega anterior señalamos que los estímulos fiscales constituyen una de las principales estrategias del gobierno federal para alentar la inversión en ciencia y tecnología en el país. Igualmente destacamos que no debería sorprender que las empresas transnacionales sean las que aprovechan en mayor medida los beneficios fiscales, dada su capacidad de inversión y desarrollo. Examinemos más en detalle qué ha ocurrido con la distribución de los incentivos.

La aplicación de los estímulos fiscales está sujeta a una normatividad y queda bajo la responsabilidad de un comité interinstitucional. La primera se revisa año con año desde el 2001 y se publica en el Diario Oficial de la Federación. El comité está integrado por representantes de las secretarías de Hacienda, Economía y Educación Pública, y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Este último, además de contar con un representante, se encarga de la secretaría técnica del comité.

Los estímulos consisten en un "crédito fiscal de 30 por ciento de los gastos e inversiones comprobables en proyectos de: desarrollo de productos, materiales y procesos de producción, investigación y desarrollo de tecnología" (DOF 21/XII/2001). Aunque, según las reglas de operación del año anterior, se añadieron también los gastos para formación de personal de investigación y desarrollo de tecnología (DOF 24/IX/2004: 4). Es decir, los gastos por concepto de capacitación también se incluyen en los incentivos fiscales.

Además, la normatividad expresamente señala que solamente se consideran los gastos e inversiones que sean destinados "directa y exclusivamente a su ejecución, en territorio nacional". Las reglas de operación más recientes todavía son más explícitas e indican que queda excluida la "inversión en investigación y desarrollo de tecnología que no tenga beneficios directos en México" (punto número 16).

Lo más importante es que a partir de las reglas de 2001 se incluyó un anexo en el que se especifica qué tipo de gasto puede ser elegible y cuál no para el otorgamiento del incentivo fiscal. En el primero se consideran los gastos corrientes por servicios externos y los gastos corrientes internos (en ambos casos que estén vinculados con el proyecto de investigación y desarrollo de tecnología que presentan) y las inversiones en infraestructura (equipo de laboratorio, cómputo, maquinaria, etcétera), también que esté relacionada con el proyecto presentado.

Una decena de gastos e inversiones quedan excluidos. En general, se trata de aquellos que no tienen nada que ver con la investigación y desarrollo de tecnología, pero también están fuera determinados tipos de investigación. En el primer caso están los gastos en infraestructura que tengan como principal finalidad "la producción, comercialización y distribución de productos y servicios" o a la comercialización y publicidad. En el segundo, los gastos que se dediquen a la localización de depósitos de minerales, gas e hidrocarburos, los estudios de impacto ambiental, o bien, la investigación en ciencias sociales, artes o humanidades. Esto es, queda excluida del beneficio fiscal la investigación social y humanística (¿aunque esté relacionada directamente con un proyecto de investigación y desarrollo tecnológico?)

Según la propia información de Conacyt, en el año 2001 se otorgaron incentivos fiscales por un total de 416 millones de pesos en cifras redondas. Las empresas beneficiadas fueron 147 y presentaron un total de 548 proyectos. Esto es, poco más de tres proyectos por empresa si consideramos el promedio. En realidad es poco ilustrativo el promedio, porque hubo empresas que con un par de proyectos fueron beneficiadas con millones de pesos, mientras que otras con una decena de proyectos apenas alcanzaron algunos miles. Las cinco empresas más beneficiadas fueron: Alestra con 31.4 millones de pesos; Hewlett Packard con 29.6 millones; General Motors con 29.5 millones; Du Pont con 24.6 millones; y Nemak (compañía global especializada en la producción de cilindros de aluminio para la industria automotriz) con 19.7 millones de pesos. Otras empresas como Vitro Corporativo, Centro de Ingeniería Avanzada en Turbomáquinas, Hibridos Pionner o Hylsa, fueron beneficiadas cada una con cifras que fueron de los 10 a los 12 millones de pesos.

En el 2002 los incentivos fiscales sumaron un total de 496 millones, el número de compañías se incrementó a 193 y los proyectos a 783 (un promedio de 4 proyectos por empresa). Más o menos se conservaron las mismas empresas del año previo: General Motors 24.7 millones; Du Pont 23 millones; Hewlett Packard 20.6 millones; Nemak 19 millones. Alestra ya no figuró entre las principales (solamente obtuvo 1.6 millones de pesos), pero apareció Delphi Automotive con 31 millones de pesos.

Para el 2003 las compañías sumaron 240 y los proyectos casi llegaron al millar. Nuevamente repitieron Delphi Automotive con 45.7 millones, General Motors con 39.3 millones, Hewlett Packard 22.5 millones y Nemak con 17.1. Como nueva compañía favorecida apareció Mabe de México con 18.6 millones de pesos.

Por último, en el año anterior se duplicó la cantidad de incentivos fiscales (subió a mil millones de pesos y en los años anteriores eran 500 millones). El total de compañías sumaron 350 y los proyectos fueron poco más de 1300. Pero nuevamente las compañías automotrices fueron de las más beneficiadas: Volkswagen con 155.3 millones de pesos -empresa que no había aparecido en los ejercicios fiscales anteriores-; General Motors con 49.4 millones; Delphi Automotive con 40 millones; Daimler Chrysler 35.6 milloes; y Hewlett Packard 31 millones de pesos.

En este año la cantidad de incentivos se triplicará (son 3 mil millones de pesos) y seguramente se incrementará el número de empresas participantes, pero lo relevante será si se profundiza la tendencia de beneficio que ya se advierte.


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