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La industria farmacéutica y sus efectos colaterales
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 107 [2004-11-25]
 

Merck, una de las compañías multinacionales más importantes de la industria farmacéutica, decidió retirar del mercado mundial uno de sus principales medicamentos: el Vioxx (rofecoxib), mismo que también se comercializa con el nombre de Ceoxx. Un fármaco contra el dolor, antiinflamatorio e indicado particularmente para la artritis. La decisión la tomó hace poco más de un mes, después de que las evidencias de un estudio mostraron que el uso del medicamento estaba asociado al incremento de riesgos cardiovasculares.

El problema parece radicar en que la compañía subestimó en el año 2000 la realización de un estudio específico para probar ese riesgo y ahora, a las pérdidas por el retiro del fármaco y los correspondientes reembolsos, se sumarían las múltiples demandas que eventualmente enfrentará de pacientes y familiares que utilizaron el medicamento.

Merck es una compañía estadunidense que opera también en Europa, África y Japón. Su actividad principal es la investigación, desarrollo, fabricación y venta de productos para la salud, tanto de seres humanos como de animales. Su fuerte es la innovación a través de una amplia inversión en investigación para la búsqueda de nuevos medicamentos. Una veintena de fármacos es su principal oferta en la que se encuentra Vioxx.

De acuerdo con la propia información de Merck, el producto Vioxx fue puesto en el mercado estadunidense en 1999 y su venta se había extendido a más de 80 países en la actualidad (www.vioxx.com). Las ventas mundiales del producto alcanzaron el año pasado la suma de dos mil 500 millones de dólares.

Sin embargo, la compañía decidió retirar su producto debido a que un estudio controlado durante tres años mostró que aumentaba el riesgo de “acontecimientos cardiovasculares confirmados, como infarto de miocardio y apoplejía, a partir de los 18 meses de tratamiento en los pacientes que tomaban Vioxx en comparación con lo que tomaban placebo”.

Lo grave es que un artículo de hace un par de semanas del periódico The New York Times señala que una reconstrucción detalladla sobre la forma como Merck manejó el problema con su medicamento sugiere que las actividades que la compañía realizó –y también las que dejó de hacer- “podrían afectar potencialmente la salud de miles de pacientes, así como la reputación y estado financiero de la compañía (14/11/2004)

El punto medular es que, en mayor de 2000, los ejecutivos de Merck rechazaron la idea de realizar un estudio a gran escala enfocado directamente a investigar la probabilidad de riesgos cardiovasculares asociados al uso de Voxx. Según The New York Times, los científicos estaban sorprendidos por la cantidad de pacientes que podrían ser necesarios para realizar el estudio (50 mil), mientras que los estrategas de mercado temían que al realiza el análisis se podría enviar una mala señal sobre la confiabilidad de la compañía en torno al Vioxx, el cual enfrentaba una fuerte competencia con otro fármaco rival (Celebrex).

En suma, Merck consideró que en lugar de llevar a cabo el estudio a gran escala, se atendría a monitorear estudios clínicos ya en curso para ver si se presentaban problemas cardiovasculares o algunos otros síntomas con el uso del Vioxx.

El monitoreo duró tres años y se trató de un estudio para precisar el efecto del medicamento (prevención de pólipos adenomatosos con Vioxx, denominado APROVe, por sus siglas en inglés9 después de 156 semanas de uso en cerca de dos mil 600 pacientes (www.vioxx.com). Los resultados mostraron una asociación positiva entre el uso del medicamento y los riesgos cardiovasculares.

El presidente de los laboratorios de la compañía, al enfrentar las críticas y anunciar el retiro del fármaco, reconoció el incremento del riesgo confirmado después de 18 meses de tratamiento continuo. Un riesgo que alcanzó a 15 de cada mil pacientes que tomaron el medicamento, una proporción que duplicó al de aquellos que también participaron en el estudio pero que solamente tomaron un placebo.

Una vez que se hizo público el estudio, hace más de un mes, los problemas para la compañía comenzaron con los comités de investigación del Congreso estadunidense, los despachos de abogados y las revisiones gubernamentales de la Oficina de Alimentos y Medicinas.

Esto también se sumó a la fuerte competencia que enfrenta desde el comienzo de la década con otra multinacional que es su principal rival (Pfizer), cuya principal estrategia es la comercialización.

Merck ha tratado de minimizar el quebranto financiero que podría sobrevenir y ha estimado que el valor proyectado de sus acciones para este año solamente se verá afectado con una disminución de cerca de medio dólar por acción. Sin embargo, como lo indicó el artículo del The New York Times, estimaciones de corredurías señalan que la responsabilidad legal que podría enfrentar podría estar entre los cuatro mil y los 18 mil millones de dólares, dependiendo del número de personas afectadas y la resolución de sus demandas. Éstas no solamente podrían ser de pacientes en Estados Unidos, pues los despachos de abogados reúnen casos en otros países.

En México, a través de anuncio público, abogados citaron a una reunión para asesorar legalmente a posibles afectados (Reforma 14/11/2004: 10ª).

Es probable que los problemas no sean catastróficos para Merck –como sucedió con Bayer hace más de un año y su medicamento contra el colesterol que causaba desordenes musculares-, pero el caso ilustra diferentes ángulos que convendría tener presente: los peligros de la comercialización a gran escala, los alcances de la competencia entre diferentes firmas, la utilidad de la investigación científica y, especialmente, los dilemas del lucro y la ética médica.


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