La propuesta todavía no está concluida, ni siquiera el esbozo está completo, pero es posible que en los próximos años esté en operación una prueba a gran escala para medir los resultados del aprendizaje en las instituciones de enseñanza superior. La iniciativa es de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), organismo también responsable del Programa Internacional para la Evaluación de los Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), una de las evaluaciones estandarizadas para estudiantes de 15 años más citada. Ahora está en curso una evaluación de características similares pero para el nivel superior.

En junio de 2006, en Atenas, Grecia, se realizó la más reciente reunión de ministros de educación de la OCDE, con una agenda concentrada en discutir cómo asegurar equidad, calidad y eficiencia en la educación superior. En esa fecha, el actual secretario general de la organización, José Ángel Gurría, tenía escasas semanas de haber asumido el cargo y era una de sus primeras reuniones a nivel de ministros, pero ya tenía sugerencias específicas al respecto.

En la reunión, Gurría les expresó a los ministros de educación que la calidad en la educación superior era un tema crítico, pero que se entendía y se recompensaba pobremente. Mencionó la capacidad y éxito de la OCDE con la prueba PISA para sugerir que la organización podía elaborar una prueba comparable para medir los resultados de aprendizaje en la educación superior y añadió: “Tenemos el expertise y la metodología; sabemos cómo reunir la información relevante. Si, como una conclusión de esta reunión, ustedes deciden que debemos emprender un ‘PISA para la educación superior’, nosotros lo haremos así.”

Al final de la reunión, los participantes reportaron que era necesaria una gran reforma en la educación superior para hacerla no sólo más amplia sino mejor. La eventual reforma comprendería áreas como financiamiento, equidad, migración e internacionalización, investigación e innovación, rendición de cuentas y un enfoque más claro sobre lo que aprenden los estudiantes. En este último tema, el documento de conclusiones resaltó la necesidad de contar con mejores evidencias de los resultados del aprendizaje y recordó el ofrecimiento del secretario general de la OCDE de apoyar el desarrollo de nuevas medidas en este terreno.

En este año, la OCDE ha realizado dos reuniones de expertos para explorar la factibilidad de llevar a efecto una evaluación de los resultados de aprendizaje de la educación superior.

En la primera reunión los expertos consideraron que pese a las dificultades que entrañaba un diseño de esta naturaleza, no era imposible cumplir el propósito y se concentraron en tratar de establecer algunos de los principios generales que podría adoptar una evaluación de esta naturaleza. Por ejemplo, determinar las unidades relevantes de recolección y análisis de datos, cómo definir y operacionalizar los criterios de medición, o bien, optar por establecer un “espacio de calidad multidimensional” para situar sistemas e instituciones, en lugar de un estándar único de desempeño.

El propósito de la segunda reunión fue avanzar en los objetivos potenciales que podría tener una evaluación internacional de los resultados del aprendizaje en la educación superior, así como la exploración del diseño de un estudio para valorar la factibilidad de emprender tal trabajo en un contexto comparativo internacional.

La OCDE elaborará un documento de estrategia con perspectivas de largo plazo para el proyecto de una evaluación de los resultados de aprendizaje en la educación superior (“Assesing Higher Education Learning Outcomes. Summary of the -Second Meeting of Experts”). El primer borrador de tal documento será revisado en octubre próximo en la siguiente reunión de expertos a realizarse en Corea y también se revisarán las propuestas más detalladas del estudio de factibilidad.

Como se puede notar, un PISA para la educación superior todavía no es inminente, pero no hay duda de que pronto lo será. Sin embargo, la relativa homogeneidad por la conclusión de su ciclo de enseñanza básica que presentan los jóvenes de 15 años que son evaluados por el PISA, no será la misma en el caso de los jóvenes que asisten a la educación superior. Tampoco el régimen o las especialidades de las diferentes instituciones educativas ni las habilidades adquiridas por los estudiantes. Pero tal vez lo más importante será saber qué efectos y reacciones provocará en los sistemas educativos de nivel superior la iniciativa en curso.